fbpx

Perspectiva de género: una ideología antievolucionista

COMPARTIR EN REDES

Una de las características más acentuadas de nuestro tiempo es la confusión. Nuestra sociedad convive con tesis sobre el sentido de la vida y la naturaleza humana incompatibles, excluyentes entre ellas, sin que tal contradicción quede cuestionada. Porque no se trata de concepciones minoritarias o en el margen, sino de ideologías que están estructurando desgraciadamente nuestro tiempo. He aquí dos ejemplos que en realidad constituyen categorías. Por una parte Teresa Caldeira catedrática de Antropología Urbana a Berkeley sostiene que millones de jóvenes dudan hoy en las ciudades de su identidad sexual y esto es todavía más acentuado en las periferias. Se trata de grupos LGBT, pero también de personas que se consideran asexuales. La catedrática sostiene que “las dos categorías tradicionales de género ya no son suficientes para contener toda la diversidad emergente de identidades… los humanos nos redefinimos”. Y además sostiene que “se trata de una tendencia irreversible”. “Los que se consideran solo hombre o mujer -afirma- son cada vez más una minoría marginal. Hoy la gran mayoría duda de su identidad de género”.

Obviamente lo que dice toda una catedrática de Berkeley es una exageración notabilísima por no decir desaforada, pero vale la pena hacer observar que el concepto de sexo ha desaparecido de su lenguaje y de todos los que piensan como ella, incluso cuando se refiere solo a las dos grandes componentes del género humano, hombre y mujer. Todo lo que plantea está en línea con lo que preconiza la perspectiva de género. Nos encontramos ante un aluvión de identidades elegidas, porque esto no lo dice Caldeira pero es lo que sostiene todo el planteamiento. Se trata de construcciones culturales porque eso es el género, no naturales por tanto.

En realidad se trata de una ruptura epistemológica brutal con el sentido de la naturaleza humana y por lo tanto de ruptura con la propia estructura de la sociedad. La nuestra, como todas las que existen y han existido en el mundo, que son previas a los estados, se han forjado sobre la identidad del hombre y la mujer y sus consecuencias, básicamente y en primer término la capacidad para procrear y de cuidar de esta descendencia. Pero hay también una segunda ruptura a la que quienes defienden la evolución, que somos la mayoría, desatienden. Lo que la señora Caldeira, y en términos más globales lo que la perspectiva de género presenta, es una concepción radicalmente opuesta a la evolución. Esta se fundamenta en un principio. Las especies buscan las mejores vías para reproducirse y perpetuarse en el tiempo. No solo eso, ambos sexos están configurados de manera que tiendan a emparejarse buscando las mejores garantías para la trasmisión de sus genes. Después, en seres humanos interviene lo que nosotros mismos creamos, la cultura que modula la tendencia natural, pero aunque esta sigue ahí y no desaparece porque somos animales razonadores. Al lado de este punto de vista existe otro cada vez más extendido que tiene mucho que ver con la Hipótesis de Gaia y al que se apuntan sobre todo personas procedentes del campo de las ciencias de la naturaleza. Sostiene que las personas no somos ninguna especie superior ni elegida y compartimos todo lo que es importante con el resto de animales. Lógicamente asumen características únicas, de manera más o menos completa, como es el lenguaje. Pero aducen que no podemos centrarnos en ellas porque esto nos distrae del hecho de que somos animales. La humanidad sería en este sentido una manifestación más de la evolución del planeta y su función principal sería la de compartir la vida con todos los otros seres de la Tierra garantizando la evolución natural de todos ellos. en esta concepción no existen identidades de género porque los animales carecen de tal cosa porque están faltos no solo de cultura, sino de una de sus manifestaciones más específicas que es la ideología política porque la perspectiva de género es realmente esto, una visión política que como tal aspira al poder.

Es evidente que ambas formas de entender el ser humano son radicalmente incompatibles pero el debate inexistente a pesar de que ambas pugnan, una con más éxito que la otra, para ser hegemónicas en la mente de las personas en sus instituciones sociales.

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.