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PMA en Francia: un retroceso ético

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En pleno debate en Francia sobre la llamada PMA, la procreación artificial sin padre, el senador Bruno Retailleau, presidente del grupo de Los Republicanos en el Senado, ha sido entrevistado por Le Figaro. Allí, Retaillaeu expone porqué esta ley es crucial para determinar hacia qué tipo de sociedad vamos:

El senador francés, opuesto a abrir la procreación artificial a mujeres solas, sostiene que “Todo esto no tiene nada que ver con la igualdad, sino con su desviación: el igualitarismo. ¿Cuál es la base de la igualdad republicana? Artículo 1 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: «Todos los hombres nacen libres e iguales en derechos y libertades». En otras palabras, al vincular el derecho al nacimiento, nuestra democracia basa la igualdad en la naturaleza. Todo ciudadano tiene derechos fundamentales que le son conferidos por su naturaleza humana. Para el igualitarismo, no existe lo natural: todo es cultural, todo está «construido» y por lo tanto puede ser deconstruido a voluntad. Por lo tanto, los derechos basados en la naturaleza común de los seres humanos deben ser sustituidos por nuevos derechos basados únicamente en la voluntad humana.

Del derecho del niño, pasamos al derecho al niño. Se trata de una revolución jurídica que corre el riesgo de transformar nuestro derecho de filiación, que ahora es de interés público, en una simple categoría de derecho contractual. Pero también es un retroceso ético. La PMA sin padre crea un desgarro en el contrato ético entre las generaciones: la libertad de los adultos termina donde comienza el derecho del niño. Empezando por el derecho a tener un padre. ¡Y que nos lo demuestren los que nos explican que los niños no necesitan un padre! Lo mismo ocurre con la teoría de «género»: no se basa en nada científico sino en una ficción ideológica, la del individuo autoconstruido, sin padre ni puntos de referencia

Ante la pregunta del entrevistador, «¿Pero no es esto un paso hacia la igualdad?», Retaillaeu responde:

«No, porque en nombre de esta ficción se está creando una desigualdad muy real: algunos niños tendrán padres y otros no… Porque lo que llama la atención del progresismo compasivo es precisamente su falta de compasión. Como si al celebrar la emancipación, los progresistas no pudieran ponerse en el lugar de los más dependientes. Además, la PMA sin padre revela profundas contradicciones. En todas partes de nuestra sociedad se exige la paridad, excepto en la filiación. La figura paterna es evacuada, mientras que se exige una mayor implicación del padre en la vida del hogar, como en el caso de la baja por paternidad. De la misma manera, el principio de precaución se sigue en todas partes, excepto cuando se trata del niño. ¡Con la PMA sin padre es el niño quien corre todos los riesgos!

[…]

En realidad, detrás de esta ley hay una batalla entre dos modelos: el modelo francés de bioética, que se está trivializando, y el modelo anglosajón, que es ultraliberal y se está globalizando. La primera hace hincapié en la dignidad de la persona y en la superioridad de la ley; la segunda da prioridad a la libertad en lugar de la dignidad, al contrato en lugar de la ley. Alquilar el útero se convierte en algo éticamente aceptable desde el momento en que hay consentimiento. Esta «ética» neoliberal ya no es la «decencia común» de Orwell, sino la «transparencia»: lo que es decente es lo que es transparente. El resto no es asunto de la ley. A cada uno sus elecciones particulares: este es el triste horizonte al que nos condena la sociedad de mercado.”

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