Cinco mártires del siglo XX en España terminaron su pasión el sábado 3 de octubre de 1936: un sacerdote diocesano en Almería, un laico en Úbeda (Jaén), un carmelita -el hermano Eufrasio María– en Barcelona y en Madrid el sacerdote terciario capuchino Crescencio García Pobo, más el sacerdote paúl Eleuterio del Castillo Gómez.
En Alemania (e Inglaterra) se celebra en este día a los santos mártires Ewaldo el negro y Ewaldo el blanco, compañeros de san Wilibordo de Utrecht (695); en Brasil, se celebra a 30 mártires de 1645, incluyendo a los sacerdotes André de Soveral y Ambrósio Francisco Ferro; en Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado a dos mártires del 3 de octubre de 1937: el arcipreste Teoctisto Smelnitsky y el sacerdote Alejandro Tetyuyev.
El digital totlleida.cat publicó el sábado 29 una reseña del homenaje a los mártires en Lleida, en el que participó el claretiano Josep M. Abella, obispo auxiliar de Osaka (Japón).
Manuel Lucas Ibáñez, almeriense de Fondón y de 57 años, era párroco de Fuente Victoria, fue asesinado en el Barranco de los Caballos de Verja y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar (siempre en Almería). Le conocían como el cura labrador.
Predijo su detención, el interrogatorio y su entereza
José María Poyatos Ruiz, de 22 años y jienense de Vilches, era el decimotercero de los quince hijos de un matrimonio cuyo cabeza era contratista de obras públicas y miembro de Acción Católica y de la Adoración Nocturna, y tenía una tienda de comestibles en Rus (Jaén), mientras sus hijos José María y María del Castillo trabajaban en una fábrica de aceite de orujo en Úbeda.
Hablando con esta hermana, José María predijo que «el día de Santa Teresita y San Francisco jamás se te olvidarán [entonces se celebraba a la primera el día del tránsito de San Francisco, 3 de octubre]. Vendrán por mí, porque yo, desde luego, no voy a buscarme la muerte, y me llevarán al sitio que tenga que ir para declarar; mas allí, por mucho que me pregunten nada diré contra nadie, ni contra nada; puedes estar tranquila. Entonces me atarán y me conducirán al lugar destinado». Efectivamente, según el relato publicado en Iglesia en Jaén el 25 de febrero de 1996, «fue buscado y apresado, llevado a declarar, le ataron las manos al pecho, lo llevaron al cementerio y allí, junto a la cruz de la puerta, le invitaron a volverse de espaldas. Él con gran valentía quiso morir de frente… hubo disparos que no llegaban o no atravesaban el pecho o rebotaban; vivas a Cristo Rey; enfurecimiento de los verdugos… finalmente un tiro en la nuca y José María cayó» (ver biografía amplia).
Con él mataron a dos parientes, uno guardia civil y otro sindicalista, por tratar de liberarlo
Eleuterio del Castillo Gómez había nacido en Marmellar de Arriba (Burgos) el 18 de octubre de 1903 y por tanto no había cumplido los 33 años cuando lo mataron. La biografía de la beatificación asegura que «en la cárcel se hacía muy simpático por su ardor y espíritu religioso. Manifestaba deseos de salir de la cárcel para ayudar a la causa de la religión y decía que, aunque les mataran, vencería la causa de Dios»:
El P. Eleuterio Castillo era uno de los 13 Paúles de Hortaleza conducidos en un camión a la Dirección General de Seguridad con el párroco, su hermano y dos padres Oblatos, el 21 de julio después de pasar la noche en el ayuntamiento del pueblo. Amenazados de muerte desde el primer momento, se prepararon con la oración y la confesión sacramental. El 22 por la tarde ingresaron en la cárcel Modelo. Su hermana Felisa y su esposo Juan Alonso Hidalgo, guardia civil destinado en el cuartel general de Guzmán el Bueno, con vivienda en el mismo cuartel, buscaron la forma de ponerlo a salvo. Lo rescató un pariente con su carné, avalado por el sindicato único de sanidad (CNT-AIT) el día 31 de agosto del mismo año, pero en la puerta de la cárcel lo detuvieron y lo tuvieron retenido en una pensión hasta el 22 de septiembre que lo llevaron a la checa de las Milicias del POUM sita en el monasterio de las Salesas junto al cuartel. En la misma checa metieron a su cuñado, Juan Alonso, sin otro cargo que haber protegido al religioso.
En la madrugada del 3 de octubre de 1936 mataron juntos al P. Eleuterio Castillo y a su cuñado, Juan Alonso Hidalgo, debajo de la ventana donde dormían Felisa y sus cuatro hijos pequeños que oyeron perfectamente los tiros y llegaron a ver los cadáveres. Leonor, la pequeña de los sobrinos, Carmelita descalza del monasterio de Loeches (Madrid), testificó en el proceso. Felisa reconoció los cadáveres de su esposo y de su hermano y los acompañó en el entierro. Los propios milicianos dieron muerte también al pariente sindicalista que había intentado su libertad.
Puede leer la historia de los mártires en Holocausto católico (Amazon y Casa del Libro).
Puede suscribirse a esta lista de correo si quiere recibir en su e-mail la historia del mártir de cada día.