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Psicofármacos y filosofía

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Como en otros ámbitos humanos, la filosofía promueve caminos de reflexión para temas tan concretos como el que se refiere a los psicofármacos.

¿En qué manera? De un modo breve, se podrían indicar varias dimensiones filosóficas que están en relación directa con la producción y uso de estas sustancias.

En primer lugar, la filosofía evidencia preguntas comunes a todo quehacer técnico humano. ¿Qué busca? ¿En qué sentido mejora o empeora la existencia humana y los equilibrios del planeta? ¿Qué validez y corrección ética tienen los procesos de investigación y producción de ciertas sustancias químicas?

Una segunda serie de preguntas aluden directamente al destinatario: el ser humano. ¿Para qué se usará esta fórmula, este producto? ¿Ayuda a curar, sirve para potenciar, implica algún peligro que dañe la dignidad humana? ¿Promueve la madurez o lleva a perder libertad, conciencia, responsabilidad?

Un tercer grupo de preguntas va más a fondo sobre lo que es lo propio del ser humano. ¿Cómo es vista la persona a la que se recomiendan o prescriben psicofármacos? ¿Es solo un producto casual de un proceso evolutivo? ¿Tiene un alma espiritual o carece por completo de actividades «superiores»?

El cuarto grupo de preguntas mira a las obligaciones de quienes recomiendan o prescriben psicofármacos. ¿Se trata de hacer más fácil el trato con alguien que tiene un carácter difícil o es parte de una curación que ayudará al «paciente» a asumir mejor sus tareas humanas? ¿Se imponen las curas como órdenes con un peso legal o son simplemente opciones que luego cada uno asume libremente, y en qué casos se puede actuar de una u otra manera?

La lista de preguntas podría ser mucho más larga. En el fondo de ellas late el deseo de profundizar en qué medida la existencia de un ser humano, con sus dificultades, crisis, esperanzas, miedos, necesitaría, para mejorar, usar sustancias que actúan sobre su sistema nervioso o sobre su organismo en general, y en qué medida sería bueno evitar tales sustancias para acometer un camino diferente, desde las capacidades que cada uno posee en sí mismo.

La filosofía puede contribuir, con preguntas como estas y parecidas, para dar luz a la hora de producir y usar sustancias que alteran los modos de pensar y de comportarse de las personas.

De esta manera, será posible un sano esfuerzo orientado a evitar acciones que despersonalicen a quienes consumen ciertos fármacos, y a promover otras intervenciones que sirvan, en el máximo respeto de la dignidad humana, a la mejora de quienes sufren por situaciones y problemas más o menos graves en su mente y en sus comportamientos.

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