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Refugiados venezolanos en Ecuador y la ayuda de Japón

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Producto de una alianza de cooperación internacional, Ecuador contará con 3,2 millones de dólares (equivalentes 350 millones de yenes japoneses), aportados por el gobierno nipón, con la finalidad de atender las necesidades alimentarias de los ciudadanos venezolanos que han debido refugiarse en ese país sudamericano, a causa de la grave crisis humanitaria generada tras 20 años de “Revolución Bolivariana”.

Con estos recursos financieros, el gobierno del presidente Lenín Moreno obtiene un significativo apoyo internacional, que permitirá la ejecución de un plan de asistencia alimentaria con una duración de cuatro meses, entre diciembre de diciembre de 2019 y marzo de 2020, y el cual beneficiará a los refugiados venezolanos en estado de vulnerabilidad.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana del Gobierno de Ecuador, el aporte nipón fue formalizado el pasado miércoles 27 de noviembre de 2019, mediante suscripción de las respectivas notas diplomáticas entre la Embajada de Japón en Ecuador y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que es la agencia  de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para la distribución de alimentos a personas desplazadas y refugiados de larga duración.

Estos recursos vienen a incrementar el fondo de cooperación financiera no reembolsable, denominado “Garantía de Ayuda Alimentaria para la Crisis Migratoria de Venezuela en Ecuador”, y serán canalizados a través del PMA; razón por la que el canciller ecuatoriano, José Valencia, agradeció la valiosa colaboración de las partes cooperantes, que apuntalan al Ecuador en su capacidad de respuesta como uno de los mayores receptores de refugiados venezolanos en esta crisis que afecta toda la región.

La gestión del programa estará a cargo del PMA, y se materializará mediante la entrega de cupones para la obtención de alimentos, por un importe de 25 dólares, que serán entregados a la población más vulnerable entre los refugiados venezolanos; y también incluirá la provisión de insumos a comedores comunitarios, así como kits de emergencia en dos puntos fronterizos con Colombia (Rumichaca y San Miguel) y otro con Perú (Huaquillas), los cuales suelen ser utilizados por los venezolanos en sus desplazamientos –muchas veces a pie- hasta Ecuador, Perú y Chile.

El representante del PMA en Ecuador, Mario Touchette, informó que el programa será ejecutado en 14 de las 24 provincias del país y, al mismo tiempo, destacó que su financiamiento será exclusivamente con recursos provenientes de la cooperación internacional.

Esto ayuda, y mucho, a los esfuerzos del gobierno de Ecuador por procurar que la migración venezolana en nuestro país sea segura”, destacó el canciller ecuatoriano.

Según información del gobierno ecuatoriano, en los últimos años, a raíz de la grave crisis humanitaria que el régimen de Nicolás Maduro insiste en negar; en su travesía desde Venezuela, atravesando Colombia y con destino a Perú y Chile, han pasado por Ecuador más de 1,5 millones de desplazados venezolanos; de los cuales unos 400.000 se han asentado en ese país.

El presidente Lenín Moreno, como parte de su política migratoria ante una crisis de refugiados que supera las capacidades de su gobierno, dictó un decreto ejecutivo mediante el cual establece la necesidad de una visa humanitaria para los ciudadanos venezolanos, que deseen ingresar a Ecuador desde el pasado 26 de agosto. Y, asimismo, dispuso la realización de un censo de estos refugiados, y la regularización de su estatus migratorio mediante concesión de visa humanitaria de carácter temporal.

En la actualidad, el pueblo venezolano se dispersa por el mundo, alcanzando una diáspora que, según cifras de ACNUR, alcanzará los 6,5 millones de personas en los próximos meses.

En medio de estas duras circunstancias, los venezolanos migrantes nos sabemos amados por Dios; y parte de ese amor nos lo prodiga a través de Su Iglesia, cuyo magisterio social acerca de los refugiados enseña que éstos “se ven obligados a huir de los lugares donde viven habitualmente, hasta encontrar protección en países diferentes de donde nacieron. La Iglesia muestra por ellos un especial cuidado, no sólo con la presencia pastoral y el socorro material, sino también con el compromiso de defender su dignidad humana: «La solicitud por los refugiados nos debe estimular a reafirmar y subrayar los derechos humanos, universalmente reconocidos, y a pedir que también para ellos sean efectivamente aplicados».” (Compendio de a Doctrina Social de la Iglesia, No. 505).

Esta y toda otra crisis de refugiados, representa para el pueblo cristiano una ocasión para la caridad, y muy especialmente una oportunidad para reconocer en el migrante el rostro de Cristo vivo, que nos interpela: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me acogisteis”. (Mt. 25: 35).

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