Un reciente estudio científico ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad: las secuelas psicológicas del aborto. Publicado en Journal of Psychiatric Research y realizado en Canadá, este amplio estudio analizó más de 1,2 millones de embarazos ocurridos entre 2006 y 2022 en la provincia de Quebec, comparando los resultados de salud mental de mujeres que dieron a luz con aquellas que optaron por un aborto inducido.
Los resultados son contundentes: las mujeres que abortan tienen más del doble de riesgo de ser hospitalizadas por trastornos mentales, en comparación con quienes continúan con su embarazo.
La tasa de hospitalización por problemas psiquiátricos fue de 104 por cada 10.000 mujeres al año para quienes abortaron, frente a 42 entre quienes dieron a luz.
Más preocupante aún es el dato relacionado con los trastornos por consumo de sustancias: las mujeres que abortaron presentaron cuatro veces más riesgo de desarrollar este tipo de adicciones.
El riesgo de intento de suicidio también fue casi tres veces mayor. Y aunque la mayoría de estos riesgos tienden a disminuir con el paso del tiempo, el consumo de sustancias permaneció elevado incluso 17 años después del aborto.
¿Quiénes están más en riesgo?
El estudio señala factores de vulnerabilidad particulares. Las mujeres menores de 25 años son las más propensas a sufrir trastornos mentales después de un aborto. De hecho, quienes tenían menos de 20 años en el momento del procedimiento fueron 2,5 veces más propensas a ser hospitalizadas por razones psiquiátricas en los años siguientes.
Además, las mujeres que ya padecían trastornos mentales antes del aborto tuvieron un riesgo nueve veces mayor de necesitar hospitalización posterior. Esto significa que el aborto actúa como un potente agravante de situaciones ya delicadas.
También se observaron mayores riesgos entre quienes ya habían tenido partos anteriores o abortos previos, lo que sugiere que el historial reproductivo influye significativamente en la salud mental futura.
Una llamada de atención para el cuidado integral
Los resultados sí indican que el aborto puede ser un indicador de vulnerabilidad psicológica a largo plazo.
Es esencial recordar que detrás de cada aborto hay una mujer que, en la mayoría de los casos, ha pasado por una situación de miedo, presión o desesperación. El aborto no es simplemente un “procedimiento médico”, como se presenta muchas veces en el discurso público es matar a un hijo y eso conlleva implicaciones emocionales, espirituales y psicológicas que merecen atención y acompañamiento.
La pastoral de la vida y la salud mental debe ir de la mano. Este estudio confirma lo que muchas mujeres ya han expresado desde su testimonio personal: que el aborto puede dejar una herida profunda en el alma.
Como comunidad católica, estamos llamados a acoger con misericordia, no sólo a los niños no nacidos, sino también a las madres que han abortado y hoy sufren en silencio.
Proteger la vida
El mensaje del Evangelio nos impulsa a defender la vida en todas sus etapas, y esto incluye también la vida emocional y espiritual de las mujeres.
Los datos científicos están ahí: el aborto deja huellas profundas.
En el corazón de cada mujer hay un deseo de plenitud, de vida y de paz, y nuestra misión es mostrar que esa plenitud es posible sin renunciar al don de la maternidad.










