Entre los asesinados en la fiesta de la Asunción de 1936, la Iglesia católica ha beatificado a 38 personas: 20 claretianos de Barbastro; en Madrid dos capuchinos –Alejandro de Sobradillo, superior del convento de El Pardo, y el amigoniano Domingo de Alboraya-, dos dominicos –Maximino Fernández Marinas y José Santonja Pinsach– y una carmelita descalza -la primera farmacéutica mártir: María Sagrario de San Luis Gonzaga-; tres hermanos de las Escuelas Cristianas -los hermanos Alberto Flos en Benicarló y Clemente Vea en San Mateo- en la provincia de Castellón; dos sacerdotes de la diócesis de Tarragona –Agustí Ibarra y Joan Ceró- en Barcelona; otros dos de la diócesis de Cartagena –Pedro Gambín Pérez y Cayetano García Martínez-; un sacerdote agustino –Severiano Montes– en Asturias, otro en Motril (Granada) –Vicente Soler, exprior general- y otro –Manuel Formigo– en Málaga; un sacerdote salesiano –Francisco Míguez– al que quemaron vivo, también en Málaga; más un sacerdote diocesano en Ávila y un laico, cuñado del poeta Rafael Alberti, en Almería.
En el Congo es aniversario de la muerte del beato mártir Isidoro Bakanja (1909); en México de los santos mártires Luis Batis Sainz (sacerdote), Manuel Morales (padre de familia), Salvador Lara Puente y David Roldán Lara (1926); en Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado al monje y sacerdote Platón Kolegov, martirizado en las purgas de 1937.
De la Checa de Bellas Artes a morir en el Retiro
Agustín Hurtado Soler (Domingo María de Alboraya), natural de esa localidad valenciana y de 64 años, ingresó en 1889 en los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores y fue ordenado sacerdote en 1890. Alternó los estudios eclesiásticos y literarios con los de armonía y composición. Fue varias veces superior, consejero y secretario general. Al estallar la Guerra Civil estaba en la Escuela de Reforma de Santa Rita, en Madrid, y se refugió en casa de un abogado amigo. Detenido y llevado preso a la checa de Bellas Artes, el 15 de agosto fue asesinado cerca del parque del Retiro.
En la Revolución de 1934 se pasó la noche en vela protegiendo el Santísimo
Joan Ceró Cedó, de 27 años y natural de Flix (Tarragona), estaba en el Seminario tarraconense cuando se proclamó la República, y al manifestar su madre temor de que los sacerdotes fueran perseguidos, dijo: «¡Qué suerte para una madre poder tener un hijo mártir de Cristo!». Ese mes de junio fue ordenado sacerdote. Siendo vicario de Sarral, el 6 de octubre de 1934 se pasó la noche en una cornisa de la parroquia, guardando el Santísimo en su pecho para poder consumirlo si intentaban profanarlo. Al estallar la guerra era vicario del Pla de Santa María. El 19 de julio salió de Valls diciendo: «Mañana volveré aunque sea a costa de mi vida para celebrar y predicar por la tarde». Lo cumplió, aunque por prudencia se escondió en una masía cerca del pueblo. El 6 de agosto, al día siguiente que asesinaran a su párroco (Pau Virgili), huyó a Barcelona y se hospedó en la pensión Neutral.
Allí le visitó su madre, y cuando le dijo «haz lo posible para salvarte», él contestó: «Si negando mi condición de sacerdote me he de salvar, no lo haré. Nunca lo negaré». Y a su hermano: «Si me preguntan si soy sacerdote, solo puedo contestar afirmativamente, dado que tal pregunta no cabe una respuesta ambigua».
El día 15 de agosto, a las 4 de la tarde, se presentó un grupo de revolucionarios a hacer un registro en la pensión, y le preguntaron si era cura. Él contestó: «Sí, lo soy.» Fue detenido con los otros dos compañeros y los asesinaron a media noche en la calle de Ganduxer. Su cadáver, llevado al depósito del Hospital Clínico, presentaba heridas de arma de fuego en la cabeza.
El sacerdote claretiano asesinado ese día en la provincia de Barcelona -y beatificado también allí el 21 de octubre de 2017- era Juan Prats Gibert, de 32 años, ya que había nacido en La Selva del Camp (Tarragona) el 26 de octubre de 1903; cuya peripecia relata así la biografía de la beatificación:
El P. Prats salió de Cervera con la mayor parte de la comunidad el día 21 de julio de 1936 en los autobuses puestos por el Comité para ser trasladados a Solsona, pero al ser detenidos en Torá fueron llevados a San Ramón. Al tener que abandonar el convento de San Ramón el día 23, el P. Luis Pujol le ofreció salir con él en un auto de un amigo, pero el P. Prats, formando terna con los HH. Francisco Milagro y Fernando Castán, se traslado ese día 23 al pequeño pueblo de Gabá, entrando en la casa Salat para aliviarse y orientarse, porque se pensaba que era seguro. El P. Prats además tenía intención de ir a La Selva del Campo para estar junto a su madre y hermana.
Al tercer día, fiesta de Santiago, llegaron los rojos a quemar la iglesia del pueblo, y el P. Prats fue trasladado a cal Martí, donde estuvo tres días, porque la casa Salat estaba cerca de la carretera, y de ahí a cal Mau, otros dos días, y finalmente a cal Viñalets, que parecía lugar más seguro. Pero aquí le encontraron.
Durante estos días trataba con sus benefactores de la situación y de su intención de ir a La Selva, su pueblo. Desde su refugio escribió a su casa pidiendo que fueran a buscarle. La carta llegó a destino. Su tío padrino Sr. Antonio Catá y un primo se procuraron los pases necesarios e hicieron viaje de La Selva a Lérida y de ahí a Cervera sin problema alguno. Pero en Cervera se hizo necesario el pase del presidente del Comité, que les sometió a un riguroso interrogatorio y, al fin, les dió el pase. Fueron a las Olujas, donde pudieron entrar en contacto con el P. Prats. En casa Viñalets se entrevistó con sus familiares acompañados por un tercero, ¿el chófer?, que posiblemente lo delató.
Los familiares no se atrevieron a llevárselo por miedo a que les cogieran a los tres y el P. Prats no quiso disfrazarse de pordiosero, como le propusieron, e ir campo a través hasta La Selva, y se quedó como mozo en el más dispuesto a aceptar la voluntad de Dios. Aquí rezaba todo lo que podía con su breviario y rosario. Sus parientes se volvieron pensativos el día 9 de agosto. Ese mismo día los HH. Milagro y Castán, los de la terna, se fueron al Mas Claret porque el Comité de Cervera había pregonado que mataría a quienes hospedasen fascistas, o sea religiosos o curas.
El P. Prats, según relata D. Fermín Gabarró, en cuya casa de Viñalets se encontraba, fue detenido el día 15 de agosto de 1936 por el Comité de San Guim cuando estaba comiendo. Al ver venir un coche el P. Prats se escapó enseguida hacia la era para esconderse en el henil. Los perseguidores se dividieron, mientras unos venían derechos hacia la casa, los otros s e quedaron fuera, desde donde vieron al P. Prats esconderse y fueron a por él enseguida. La familia negaba que tuviera allí un cura. Pero al momento llegaron con él y le preguntaron si era sacerdote. Él contestó que sí, añadiendo que era religioso del Corazón de María, y ya no dijeron nada más.
Se lo llevaron enseguida, sin atar, al coche que estaba en la carretera, y de allí a casa Salat, creyendo que había otros, los HH. Milagro y Castán. Hicieron salir a la dueña, Sra. Providencia Trullols y le preguntaron si conocía al Padre. Ella dijo que quizá sería aquel Padre que había pasado por allí, pero que estaba muy desfigurado. El P. Prats dijo:
Si, lo soy, solamente que me ve muy desfigurado.
Hicieron un registro de la casa buscando a otros dos como les habían informado (¿el chófer de los familiares del P. Prats?), durante el cual tuvieron a la señora y al Padre encañonados con las pistolas. El Padre se puso a rezar el rosario. Uno le preguntó ¿Por qué rezas?
Rezo por el bien de todos, respondió.
Otro le preguntó cuántos años tenía. Al responder que tenía 32, comentaron: Treinta y dos víctimas.
Acabado el registro, viendo que no cabían en el coche, uno dijo: Atémosle detrás del coche, a lo que se opusieron los otros, ofreciéndose uno a ir a pie. Entonces marcharon a San Guim. A la altura del Hostal de la Panadella se detuvieron a comer los milicianos. Mientras el detenido saltó del coche apoyándose la cabeza con la mano, como si estuviera mareado y vomitaba. Al salir los del Comité, uno le dijo: ¿Qué, no se encuentra bien? Otro comentó: se ve que no se encuentra bien ¡Pronto se le pasará!
Llegados a San Guim fue llevado al local del Comité y fue sometido a un breve interrogatorio sobre su persona. En sus respuestas no daba gritos como los otros detenidos. El P. Prats les pidió que le pusieran a disposición del Comité de La Selva del Campo. ¿Tienes dineros? le preguntaron, porque antes de ir al pueblo los has de entregar todos. Respondió:
Los tengo escondidos en cal Viñalets.
Y volvieron a cal Viñalets en busca de aquellos dineros que le habían dejado sus parientes y los distribuidos por le comunidad a causa de la dispersión. Los dueños de la masía la vieron triste, pero más animoso que decaído. Adiós les dijo de despedida y volvieron a San Guim y del local del Comité lo llevaron a la iglesia habilitada para cárcel.
Serían las 6 o 7 de la tarde cuando le sacaron. Se dice que le engañaron diciéndole que le llevaban a La Selva del Campo. No se encontraba bien y le dijeron:
Sube al coche que eso ya te pasará pronto.
Fue llevado a un campo próximo debajo de Montmaneu. Aquí se les juntó Pedro Morera Companys, del Comité local. Este fue testigo presencial y relata que a unos dos kilómetros en la dirección a Igualada pararon el coche. Él les dijo: ¿Qué hacéis? El de su lado le contestó: Llevamos un pájaro.
Los milicianos le dijeron: Salta, que ya estamos en La Selva, que era su pueblo, pero en realidad estaba en un paraje de la Panadella, carretera de Santa Coloma. Lo bajaron, lo sacaron de la carretera y lo fusilaron. Después lo quemaron. El Morera, al verlo, se desmayó. Eran las 10 de la noche del 15 de agosto de 1936.
Luego los asesinos lo celebraron con una buena borrachera.
Los restos del P. Prats, pocos, fueron recogidos en el mes de julio de 1939 en el lugar del martirio.
Fusilaron a los otros de espaldas, a él le obligaron a estar de frente
Vicente (de San Luis Gonzaga) Soler y Munárriz, de 69 años y natural de Malón (Zaragoza), profesó como agustino en 1883 y se ordenó sacerdote en Manila en 1890. Fue apresado por los insurgentes independentistas hasta 1900. En 1906 volvió a España, donde en 1926 fue elegido prior general, aunque tras unos meses dimitió por sentirse indigno e incapaz, y se retiró a Motril (Granada), donde impulsó los talleres de Santa Rita, fundó el Círculo Católico y abrió una escuela nocturna. Estallada la revolución, en la ciudad -el día 21 predicó a sus compañeros animándoles al martirio– fueron asesinados cinco agustinos el 25 de julio y dos al día siguiente. El padre Vicente se refugió en casa de unos amigos, hasta ser descubierto y encarcelado el día 29. La noche del 14 de agosto lo sacaron con otros 18 compañeros de prisión y los llevaron a las tapias del cementerio, donde a la una de la madrugada los fusilaron. El padre Soler estaba el décimo de la fila y fue dando la absolución a sus compañeros conforme iban siendo fusilados. Los demás fueron fusilados de espaldas, pero a él se le obligó a volverse de frente a sus verdugos.
El agustino que celebraba misa y confesaba en Málaga a cientos de personas
Manuel Formigo Giráldez, de 41 años y natural de Pazos Hermos (Ourense), según los datos publicados por Jorge López Teulón, fue admitido en 1908 en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde hizo los votos solemnes como agustino en 1914. Fue ordenado sacerdote en 1925. Enviado a Brasil en 1929, regresó al año siguiente por motivos de salud. En septiembre de 1935 fue trasladado a Málaga, donde ejerció diversos encargos. Tras el asalto del convento, se alojó en una fonda de la calle Madre de Dios y desplegó una intensa actividad apostólica con gran celo y libertad, comentando: «Después de todo, ¡qué es la vida! Si Dios quisiera que ganásemos el Cielo en poco tiempo y le diéramos la gloria que pide, ¡qué mayor felicidad!». Según Antonio Montero, es el único de los cuatro agustinos asesinados en Málaga que pudo realizar actos de culto: celebró misa a diario desde el 20 de julio en el colegio de la Sagrada Familia (Inmaculada Concepción, Camino Nuevo), distribuía la comunión por casas particulares y establecimientos, y confesaba, a veces a más de cien personas, según el testimonio de la madre Josefa Núñez, superiora del citado colegio. Las mujeres católicas le llevaban a sus padres, maridos, hermanos, novios o hijos, que en ocasiones hacía muchos años que no se confesaban. Desde principios de agosto, ejercía también en la clínica Gálvez, donde pasó la noche del 14, cuando estuvo rodeada por gente que quería asaltarla o quemarla. El 15 de agosto temprano celebró misa y salió hacia el colegio, al que nunca llegó. Su cadáver apareció tendido boca abajo, en la calle Victoria, sobre unos derribos.
El curita de 22 años acusado falsamente de amenazas con arma de fuego
Juan Mesonero Huerta, de 22 años y natural de Rágama (Salamanca), desempeñaba en El Hornillo (Ávila) su primer encargo como sacerdote. Algunas circunstancias de su muerte aparecen relatadas en el estado 1 de la localidad, que el alcalde y el secretario del ayuntamiento firmaron para la Causa General (legajo 1309, expediente 2, folios 53-54) el 1 de agosto de 1939: «No se sabe quiénes fueron los autores materiales del crimen porque este se cometió en el sitio denominado Pelayo del término municipal de Arenas de San Pedro, pero no cabe la menor duda de que la muerte de este mártir se fraguó entre los elementos del comité revolucionario y los directivos de la casa del pueblo de esta localidad», de los que citan a siete, asegurando «que apelando a la calumnia para justificar sus actos criminales y valiéndose como instrumento de un joven de quince años para que dijera que el Sr. cura le había amenazado con una pistola, le prendieron en la noche del día 15 de agosto de 1936, le ataron, le arrastraron y medio desnudo y descalzo le pasearon por algunas calles del pueblo hasta llevarle al cuarto correccional de la casa ayuntamiento, sembrando con ello y con su vocerío la alarma y el terror entre los habitantes pacíficos. Una vez preso, mandaron dos emisarios que llevaran la noticia al comité revolucionario de Arenas de San Pedro y este mandó una camioneta llena de milicianos, los que, después de maltratarle de palabra y de obra, le condujeron al sitio donde se consumó el crimen».
Luis Belda y Soriano de Montoya , abogado del Estado de 34 años, nacido en Palma de Mallorca de familia granadina y criado en Madrid, se casó en 1925 con Josefa Alberti Merello (hermana del poeta Rafael Alberti) y tuvieron seis hijos. Se desplazó por motivos laborales a Almería, donde hizo amistad con el obispo fray Bernardo Martínez Noval (fallecido en 1934), fue miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, de las Conferencias de san Vicente Paúl y del Consejo Diocesano de Prensa, y según la biografía de la página diocesana de la beatificación (celebrada en Roquetas de mar el 25 de marzo de 2017), «organizó conferencias para promover la santidad del matrimonio y denunciar el crimen del aborto»:
Nada más iniciada la Persecución Religiosa fue detenido y echaron a su familia a la calle. El siete de julio de 1936 fue arrojado como prisionero al barco Capitán Segarra. Como recuerda su hija doña Carmen: « En la misma prisión pedía a mi madre que fuera fiel al Señor y que esperara en la misericordia y que nos educara en el amor del Señor. »
La noche del catorce de agosto, junto a veintiocho prisioneros, fue atado y llevado a la playa de la Garrofa. Antes había dicho a su esposa: « Perdono a todos los que me han ofendido y a los que me puedan hacer daño, de todo corazón.» Arrojado su cuerpo martirizado al mar, dos meses después se encontró en la palaya del Zapillo.
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