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Un sofisma episcopal carente de ortodoxia

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Tal vez alguno de Vds. no me tome en serio. O tal vez me subestime. Tal vez se pregunten de qué voy a ser capaz. Existe un juego de naipes, al que jugaba cuando era joven, en el que se cantan las “veinte” y se cantan las “cuarenta”. A mí me gusta cantar. Conviene pues poner los puntos sobre las ies. Me valgo del texto de una carta dirigida a un sacerdote. Carta amable firmada por Monseñor Carlos Osoro Sierra, Cardenal Arzobispo de Madrid. Es una carta reciente de fecha 30 de octubre de 2020. El sofisma de esta carta me da pie a empezar a profundizar en catequesis para adultos. ¡Obviando la carta (por ahora) pues no va dirigida a mí sino a un sacerdote! Es una carta que ostenta un amable sofisma episcopal y por tanto sacerdotal bastante extendido. ¿Me pongo duro verdad? ¡Y más que me pondré! ¡Con todo mi cariño y respeto! Con todo mi cariño y obediencia debida me cuadro ante este proceder episcopal.

Si fui capaz en su día (a principios de siglo XXI) de remitir una carta por correo certificado a la totalidad de prelados de la Conferencia Episcopal Española, ¡también lo soy ahora con esta catequesis mía electrónica! Entonces era mi defensa, rogando la intervención explícita del episcopado, para obtener la clase de religión en la escuela pública catalana de mis seis hijos. Recibí el silencio. Silencio que me hizo daño durante varios lustros. Mucho más que la negativa de la Gencat de turno contraria a derecho, para negarme la clase legal de religión en el IES Maragall de Barcelona. Ahora es distinto. La carta ésta no guarda relación conmigo. Pero el sofisma episcopal carente de ortodoxia que refiere dicha carta es el argumento al uso para la imposición arbitraria de la comunión en la mano en todas partes. No me fijo en quién firma la carta a pesar de fijarme. Reparo en el sofisma que esgrime. Sofisma muy extendido en la Iglesia de España.

Dice que “hay un derecho de los fieles a recibir la comunión en la boca o en la mano, y se debe respetar” Lo que existe es una normativa conciliar del Concilio Vaticano II para administrar la comunión de pie o de rodillas, dejando siempre a juicio del comulgante el modo de recibirla. Con la intromisión generalizada, de manera anti litúrgica, de la facultad concesiva de la comunión en la mano, la normativa litúrgica se ha transferido arbitrariamente a un segundo plano. Puede parecer que cada uno comulga como cree. Obviamente, si no se forma doctrinalmente al pueblo de Dios y no se le informa, cada cual actúa como le parece. Durante los lustros de mi vida no ha existido ninguna formación constante, micrófono de templo en mano, del modo litúrgico de acercarse a comulgar en sus legítimas opciones contempladas en la Sagrada Liturgia. ¡O de pie o de rodillas y en la lengua!

La comunión en la mano fue una imposición in extremis desde dentro sin ninguna catequesis generalizada previa y sin ningún tipo de respeto a lo litúrgicamente establecido. La comunión en la mano fue concebida para un grupo reducido de fieles. Para unos fieles bien formados. ¿Saben Vds. que la comunión en la mano debe administrarse de frente, en posición fija el comulgante sin moverse, hasta que no haya sumido la hostia consagrada? ¿Saben Vds. que el comulgante debe sumir la sagrada hostia delante del ministro y que éste debe esperar a que termine de comulgar? ¿Saben Vds. que, en paralelo al ministro y a su lado, debe existir una jofaina con agua para el lavatorio de las manos del comulgante después de comulgar en la mano? ¿Cuándo se ha respetado esto? ¡Nunca! ¿En qué ha consistido la información y formación eucarística en los templos? ¡En nada!

Esta carta refiere que “Hay un derecho de los fieles a recibir la comunión en la boca o en la mano, y se debe respetar” Contrapone obligación solo en un modo (en la boca), omitiendo sus dos opciones litúrgicas (de rodillas o de pie). La diluye como derecho de los fieles. Y claro si el prelado, el que sea, no se cuadra entonces el sacerdote tampoco lo hace. Y por inercia, lustro tras lustro, la práctica observable de la comunión en la mano no guarda relación con el respeto que merece la Comunión Eucarística. Este sofisma episcopal es el sofisma clerical al uso. El comulgante se acerca y comulga como le da la gana. No hay por tanto negativas o mónitums para comulgar como es debido. Desde hace unos meses el problema se acentúa. En vez de colocarse el bozal en el cuello, la mayor parte de los comulgantes ni se lo apartan de sus caras. Reciben el Cuerpo de Cristo en la mano y hacen cosas raras para comulgar con el bozal colocado. Sería de sainete teatral de aficionado si no fuera que se trata de un momento litúrgico sagrado.

Si el acto de comulgar no es sagrado en la actualidad, ¿en qué consiste la devoción eucarística para todos los fieles? Consiste en que por lo menos sea siempre un acto sagrado para mí, me encuentre en el templo en el que me encuentre. Por tanto, según en qué templo mi comunión será solo de deseo. Dado que Dios me ha dotado de inteligencia y me he formado catequéticamente, elijo yo el templo y la misa en función del sacerdote. Si para esta elección debo destinar tiempo en la ejecución pues esto haré. ¡Igualito que en tierra de misión un misionero! Lo que también haré y hago es no decir a dónde voy, desde que el aforo del número de fieles permitido es oscilante en esta veda de la pandemia, para comulgar en mi lengua a diario. La comunión en la boca no es en la boca. Es en la lengua. El sacerdote, diácono o laico deposita la Hostia Consagrada en la lengua del comulgante. El problema pastoral reside, cada vez más, en la avanzada edad de los ministros o en su falta de práctica para administrar la Sagrada Comunión en la lengua del comulgante. A muchos les resultaría más fácil administrarla al comulgante arrodillado en el reclinatorio. No tendrían que forzar su brazo derecho.

He de suponer que la carta adjunta no tiene truco. Me ha llegado de buena fuente. Yo la digitalizo para todos Vds. En cualquier caso, éste es el argumento que el clero esgrime para justificar e imponer la comunión en la mano a diestro y siniestro. ¡Yo no estoy para sofismas dentro del templo y fuera de él tampoco!

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