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Una línea recta, un corazón abierto

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Nuestra línea editorial quiere ser recta —fiel a la verdad revelada y al Magisterio—, pero sabe que la ortodoxia sin vida no basta. La fe se verifica en la práctica, en el trato con las personas, en la precisión de los hechos y en la humildad para corregirse. La verdad, para nosotros, no es un trofeo que se exhibe, sino un don que se sirve.

Rechazamos la media verdad, pero también la impaciencia que convierte lo complejo en simple eslogan.

En un ecosistema saturado de consignas, aspiramos a hablar con claridad, no con estridencia. Rechazamos la media verdad, pero también la impaciencia que convierte lo complejo en simple eslogan. Procuraremos distinguir entre hechos comprobables y juicios opinables; cuando nos equivoquemos, lo diremos. No defendemos la verdad con armas indignas: sin caricaturas del adversario, sin ironías fáciles, sin ocultar datos que incomoden nuestras tesis.

Creemos que escuchar no relativiza la verdad, la ensancha.

Sostenemos convicciones firmes, pero no confundimos firmeza con cerrazón. Creemos que escuchar no relativiza la verdad, la ensancha. Queremos dar espacio a voces que, sin compartir todo nuestro marco, contribuyan a buscar soluciones reales para el bien común. La Doctrina Social de la Iglesia será nuestra brújula, no un garrote. Preguntaremos más y descalificaremos menos; contrargumentaremos sin personalizar; cuidaremos el tono tanto como el contenido.

Somos un medio pequeño y limitado, sostenido por el trabajo de muchos y la confianza de quienes nos leen.

No pretendemos presentarnos como excepcionales ni alimentar la autocelebración. Somos un medio pequeño y limitado, sostenido por el trabajo de muchos y la confianza de quienes nos leen. Nuestro propósito no es brillar, sino servir: acompañar con criterio, acercar datos verificados, proponer caminos que humanicen la vida social, económica y política desde una mirada cristiana.

“Por sus frutos los conoceréis”: aceptamos ese criterio como examen periódico de conciencia.

Pediremos la parresia evangélica para decir lo que creemos necesario, y la prudencia para decirlo del modo y en el momento oportunos. No participamos de una “batalla cultural” entendida como suma cero, sino de una conversación pública donde la cruz de Cristo —caridad y verdad— sea el Norte. “Por sus frutos los conoceréis”: aceptamos ese criterio como examen periódico de conciencia.

Nuestros compromisos editoriales

  1. Verificación: contrastar fuentes, enlazar documentos y separar noticia de opinión.
  2. Corrección: rectificar con transparencia cuando haya error.
  3. Escucha: abrir espacios de réplica y debate razonado, con reglas claras.
  4. Respeto: criticar ideas sin descalificar personas.
  5. Proporción: evitar titulares inflamados y adjetivación innecesaria.
  6. Bien común: priorizar a los vulnerables y el análisis de consecuencias reales.
  7. Magisterio: iluminar los asuntos con la Doctrina Social de la Iglesia, explicándola con rigor y sin eslóganes.

Preferimos un argumento sólido a un aplauso fácil; una conversación honesta a una victoria retórica.

No nos mueve el resentimiento ni la nostalgia, sino la esperanza. Sabemos que la verdad no siempre será aplaudida, pero también sabemos que convencer es mejor que vencer. Preferimos un argumento sólido a un aplauso fácil; una conversación honesta a una victoria retórica. Si a veces hace falta coraje —como recordaba Tihamer Tóth—, que sea un coraje sereno: levantar la voz sin herir, señalar errores sin humillar.

Nuestro ideal se parece a la definición de san John Henry Newman sobre el caballero cristiano: actuar de modo que “nunca inflija dolor”.

Os pedimos dos cosas: oración y corrección. Oración para que seamos fieles; corrección cuando no lo seamos. Nuestro ideal se parece a la definición de san John Henry Newman sobre el caballero cristiano: actuar de modo que “nunca inflija dolor”. Ojalá se note en nuestras páginas: claridad sin dureza, convicción sin arrogancia, identidad sin muro.

Esta es nuestra línea: recta en la verdad, abierta en la caridad. Si lo logramos, no será por nuestros méritos, sino por gracia; y si fallamos, que se vea también nuestra disposición a aprender. Porque la verdad no se impone, se propone; y cuando se propone con respeto, encuentra caminos que la dureza no ve.

Esta es nuestra línea editorial: recta en la verdad, abierta en la caridad Compartir en X

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