El caso de Willy Toledo empezó con los comentarios colgados en su Facebook en julio de 2017, al ser denunciados por la Asociación Española de Abogados Cristianos ante la Fiscalía por vejación de los sentimientos religiosos. En dichos comentarios el actor tildaba de «energúmena» a una jueza de Sevilla que decidió abrir juicio oral a tres mujeres acusadas de un presunto delito contra los sentimientos religiosos, por llevar a cabo una procesión con una gran vagina, que llamaron «la procesión del coño insumiso». Después, el autor vertía una serie de palabras ofensiva en grado extremo sobre Dios y la Virgen, que no vamos a repetir, y proclamaba que “Este país es una vergüenza insoportable. Me puede el asco. Iros a la mierda. Viva el coño insumiso«. Posteriormente, no acudió a las dos citaciones judiciales a las que fue llamado para declarar, por lo que el juez ordenó su detención y subsiguiente conducción al juzgado. Toledo incluso llegó a convocar una micro manifestación en su defensa.
En este caso concurren una serie de factores que definen la visión supremacista del concernido: menosprecio reiterado a la justicia, al propio país, y de manera especial, a los ciudadanos que profesan la fe católica. Esta forma de proceder choca con la protección que el Código Penal ofrece a los sentimientos religiosos.
En contra de lo que Toledo parece pensar, esta protección no es un hecho exclusivo de España, sino muy generalizada en Europa. En realidad, no tendría sentido una sociedad en la que el Código Penal protegiera de las faltas de respeto a homosexuales, mujeres y minorías, y no lo hiciera con las confesiones religiosas. En realidad, lo que se protege es la honradez y dignidad de todas las personas en general (art. 11). En su apartado primero deja sentado que toda persona tiene derecho al respeto a la dignidad, por la que cada persona debe ser respetada en su condición humana. La creencia religiosa forma parte de esta dimensión humana en mucha gente, y ese bien constitutivo de su dignidad es el que debe ser protegido. El sentimiento religioso es una de las dimensiones que forman parte del respeto que la convivencia en una sociedad plural y democrática debe garantizar. Willy Toledo, lo que hace con su actitud es atacar los fundamentos de esa democracia. Si un gran número de personas se comportaran como él, y se produjeran con relación al que es distinto y no les gusta, porque en realidad ese es el trasfondo de la cuestión, de la misma manera que hace este personaje, la democracia sería imposible. De ahí que la dignidad de la persona tenga tanto valor, de manera que el artículo 10.1 de nuestra Constitución la menciona en primer lugar entre los fundamentos del orden político y de la paz social. Por eso, un ataque a la dignidad de otra persona constituye también delito si es grave, y falta si es leve.
Se puede pensar con razón y en primera instancia que en todo esto hay una colusión con un derecho fundamental como es la libertad de expresión, pero hay que razonar que tal derecho no lo protege todo. Como afirmaba aquel jurista norteamericano, gritar “¡fuego!” en una sala llena de gente no puede justificarse en nombre de la libertad de expresión. Precisamente, por la existencia de límites, el artículo 10.2 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades fundamentales establece limitaciones concretas a la libertad de expresión, y entre ellas figura la protección de la moral y también la protección de los derechos ajenos.
Las actuaciones reiteradas de Willy Toledo son un exponente grave de un tipo de persona que, en nombre de sus convicciones, menosprecian, insultan y denigran las de los demás. Y esto no es tanto una ofensa religiosa, sino un ataque a la convivencia ciudadana, un menosprecio de la amistad civil, es decir, la concordia, y no debería ser defendido por nadie que sostenga que el respeto al otro es la base del pluralismo, porque de lo contrario, aquellos que se desgañitan pidiendo respeto para determinados grupos y ahora apoyan a Toledo, o bien están aquejados de intolerancia religiosa, o son unos fariseos, o sus convicciones denotan una contradicción insuperable.
Lo que hace Willy Toledo es tan malo para la salud democrática como cualquier chovinismo fascista.
Claro que también existe la ofensa grave a Dios y a la Virgen, pero eso ya es un problema de Toledo y de su futuro que ya se resolverá en su juicio final, el decisivo y sin apelaciones.
3 Comentarios. Dejar nuevo
Este señor que no admite límites y que se cree en el derecho de insultar y menospreciar públicamente lo más sagrado. seguro que está de acuerdo a que esos límites, como son las leyes anti-familia y anti-vida se les imponga a otros.
Mi abuela decía: No hagas a otro lo que no quieras para tí, o quien al cielo escupe, encima le cae y también: de fuera vendrán los que de casa te echarán.
Es el típico insultador del Catolicismo que se previene de insultar al Islàm porqué sabe que le lanzarán la Fatua. El mismo se retrata de cobarde.
Asco.me dan los jueces apegados a la fe religiosa.
¡Viva el coño insumiso!