Jesús, en el Evangelio según san Mateo, nos dice con firmeza: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se la salará?» (Mt 5,13). Con esta parábola, el Señor no hablaba únicamente de un condimento de mesa, sino de una misión esencial: la de dar sabor y conservar la vida según el plan de Dios.
Todos sabemos cuán valiosa es la sal en lo cotidiano: preserva los alimentos, realza el sabor, incluso tiene propiedades medicinales. Pero su importancia trasciende lo material. La sal conserva y da permanencia, del mismo modo que el cristiano, en medio de la sociedad, está llamado a preservar lo que es bueno, justo y verdadero.
Hoy vivimos en un mundo que, con frecuencia, parece extraviar el rumbo. La cultura del hedonismo, del consumo desmedido y del relativismo moral avanza con fuerza, seduciendo corazones y confundiendo conciencias. Precisamente en este contexto, el Señor nos recuerda: no estamos aquí para escondernos, sino para ser luz y sal, es decir, para marcar la diferencia.
¿De qué manera?
• En la familia, núcleo de la sociedad, cultivando los principios que la Iglesia enseña: la fe, la esperanza y la caridad.
• Con el testimonio, más que con palabras, mostrando a nuestros hijos y a quienes nos rodean que es posible vivir con rectitud y alegría en Cristo.
• Con solidaridad, tendiendo la mano al necesitado y compartiendo no solo lo material, sino también el tiempo y la escucha.
• Con perdón y reconciliación, rompiendo cadenas de odio y construyendo puentes de paz.
• Con sobriedad, rechazando el exceso y el derroche, aprendiendo a valorar lo sencillo.
Todo esto constituye una respuesta concreta y valiente a una sociedad que parece aplaudir el egoísmo y la superficialidad. Si los cristianos no vivimos nuestra fe con autenticidad, ¿qué sentido tendrá nuestro paso por este mundo?
Ser sal es dar sabor a la vida desde Cristo, es custodiar la verdad frente a la mentira, es sostener la esperanza frente a la desesperación. Porque si la sal se vuelve sosa, ¿qué quedará de nosotros?
La invitación está hecha: no permitamos que nuestra vida se vuelva sosa. Seamos discípulos que conservan, iluminan y transforman, para gloria de Dios y salvación del mundo.
Instagram: jesusmoralesinfluencers
Facebook: Jesús Morales Pérez
Tiktok: jesus.morales8220
Ser sal es dar sabor a la vida desde Cristo, es custodiar la verdad frente a la mentira, es sostener la esperanza frente a la desesperación. Porque si la sal se vuelve sosa, ¿qué quedará de nosotros? Compartir en X










