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A propósito de la devoción a la Divina Misericordia (I)

El próximo 23 de mayo se cumplirĆ”n, D. m., veinte aƱos del Decreto de la Congregación del Culto Divino por el cual, quedaba oficialmente incorporada a la Liturgia de la Iglesia la Fiesta de la Divina Misericordia en el II Domingo de Pascua. La Fiesta fue instituida por indicación del papa San Juan Pablo II y responde a la petición hecha por el SeƱor en una serie de revelaciones privadas a Santa Faustina Kowalska, monja polaca canonizada en el 2000, el mismo aƱo en que se estableció la Fiesta. SegĆŗn se dice en esas revelaciones, recogidas en el Diario de Santa Faustina, el SeƱor le habló hasta en siete ocasiones de que esta fiesta se celebrarĆ­a en este II Domingo. Valga una sola muestra: ā€œLa Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entraƱas, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo despuĆ©s de Pascuaā€ (del punto 699 del Diario).

Santa Faustina Kowalska

A propósito de la devoción a la Divina Misericordia quizĆ” convenga comenzar diciendo que no es algo de nuevo cuƱo; al contrario, hunde sus raĆ­ces en la Sagrada Escritura, ni mĆ”s ni menos que en su segundo libro, el del Ɖxodo. DespuĆ©s de revelar su Nombre enigmĆ”tico (YahvĆ©: Yo-soy) a MoisĆ©s, lo siguiente que Dios dice de sĆ­ mismo en la Escritura es esto: ā€œEl SeƱor pasó ante Ć©l [ante MoisĆ©s] proclamando: Ā«SeƱor, SeƱor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemenciaĀ»ā€ (Ex 34, 6). Desde ese momento, la misericordia divina aparece como una constante del ser de Dios que se va desplegando cada vez con mayor abundancia e intensidad hasta llegar a su cumbre con Jesucristo. A poco que uno conozca el Nuevo Testamento, sabe que la misericordia de Dios es un rasgo suyo (el mayor de los atributos divinos dirĆ” San Juan Pablo II) que estĆ” presente en todas sus pĆ”ginas, especialmente en los Evangelios, y no solo estĆ” presente, sino que las empapa. La Iglesia, por su parte, no ha dejado nunca de insistir en ella de diversos modos, tanto en la doctrina, como en el ejercicio de las obras de misericordia. Y el papa actual, Francisco, que no se cansa de repetir este mensaje de misericordia a tiempo y a destiempo, le dedicó ademĆ”s un AƱo Santo Extraordinario, el AƱo de la Misericordia, aƱo jubilar que se extendió desde el 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.

Quienes por edad guardamos memoria de cómo se ha ido extendiendo entre nosotros esta devoción (extendida, aĆŗn no afianzada), no podemos dejar de recordar una pregunta que hemos oĆ­do muchas veces: ĀæA quĆ© viene esto ahora?, ĀæquĆ© tiene de especial este mensaje de Santa Faustina,Ā  siendo algo tan antiguo como nuestra fe, conocido, repetido, archisabido? MĆ”s aĆŗn: Si ya tenemos la devoción al Corazón de JesĆŗs, Āæpara quĆ© necesitamos esta de la misericordia que parece una variante de la primera? En ambas el corazón tiene un protagonismo destacado, las jaculatorias son iguales, las promesas parecidas. Por si quedara alguna duda de la estrechĆ­sima relación entre ambas devociones, vĆ©anse estas palabras de JesĆŗs a la santa, tomadas del punto 1485 del Diario: ā€œ(…) Por ti bajĆ© del cielo a la tierra, por ti me dejĆ© clavar en la cruz, por ti permitĆ­ que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrĆ­ la Fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. JamĆ”s rechazarĆ© un corazón arrepentido…ā€

Antes de responder a la pregunta que nos hemos hecho: ā€œĀæA quĆ© viene esto ahora?ā€, hemos de dejar sentado un precedente mĆ”s acerca de la espiritualidad del Sagrado Corazón.

El Santo Padre PĆ­o XII, en la encĆ­clica ā€œHaurietis acquasā€ recoge una cita de su predecesor, PĆ­o XI, en la cual, refiriĆ©ndose a la devoción al Sagrado Corazón de JesĆŗs, los dos papas -bajo forma de pregunta retórica- afirman que ā€œesta forma de devoción [es] el compendio de toda la religión y aun la norma de vida mĆ”s perfecta, puesto que constituye el medio mĆ”s suave de encaminar las almas al profundo conocimiento de Cristo SeƱor nuestro y el medio mĆ”s eficaz que las mueve a amarle con mĆ”s ardor y a imitarle con mayor fidelidad y eficaciaā€, o, dicho con otras palabras, esta devoción esĀ  ā€œla quintaesencia del cristianismoā€, segĆŗn una cĆ©lebre expresión del cardenal Luis Pie.

Siendo asƭ, la respuesta a nuestra pregunta se hace, si cabe, mƔs necesaria.

Es de dominio común que el sentido de las cosas, de todas las cosas, viene dado por su finalidad. El fin, entendido como finalidad, aquello que se quiere conseguir, es lo que justifica y da sentido a nuestros actos. Decimos que nuestras acciones son sensatas, o que estÔn dotadas de racionalidad, cuando el fin estÔ bien definido y los medios se ajustan a él; por el contrario, cuando no hay un para qué, o cuando los medios no se adecuan al fin que se pretende, entonces estamos ante el absurdo.

Conviene, por tanto, que nos preguntemos por el fin. ¿CuÔl es el fin de esta devoción a la Divina Misericordia? Los mensajes dados por el Señor a Santa Faustina son de tal peso que si el fin no se hubiera dicho abiertamente y hubiéramos de concluirlo a base de investigación y estudio, el trabajo, por arduo que fuera, merecería la pena. Pero resulta que no hay nada que investigar. EstÔ dicho. Le fue revelado de manera explícita e inequívoca a Santa Faustina, tanto por parte del Señor como por la Virgen María, según dice ella en sus escritos. Según podemos leer en el Diario, el fin de esta devoción es preparar al mundo para la Parusía. Ahí es nada.

El fin de la devoción a la Divina Misericordia es preparar al mundo para la segunda -y última- venida de Jesucristo a la tierra.

Como digo, para afirmar esto no hay nada que rebuscar, ni hacer cÔbalas, ni darle al magín para hilvanar alguna interpretación verosímil. Nada de eso, basta con saber leer. He aquí cuatro puntos del Diario de Santa Faustina. En los dos primeros quien le habla es la Santísima Virgen, en los dos siguientes, el propio Jesucristo:

Punto nĀŗ 625: ā€œPor la noche, mientras rezaba, la Virgen me dijo: Su vida debe ser similar a la mĆ­a, silenciosa y escondida; deben unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de Diosā€.

Punto nĀŗ 635: ā€œEl dĆ­a 25 de marzo (…) vi a la SantĆ­sima Virgen que me dijo: Oh, cuĆ”n agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de su gracia. Yo di al mundo el Salvador y tĆŗ debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para su segunda venida. Ɖl vendrĆ”, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. Oh, quĆ© terrible es ese dĆ­a. Establecido estĆ” ya, es el dĆ­a de la justicia, el dĆ­a de la ira divina. Los Ć”ngeles tiemblan ante ese dĆ­a. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aĆŗn el tiempo para conceder la misericordia. Si ahora tĆŗ callas, en aquel dĆ­a tremendo responderĆ”s por un gran nĆŗmero de almas. No tengas miedo de nada, permanece fiel hasta el fin, yo te acompaƱo con mis sentimientosā€.

Punto nĀŗ 429: ā€œUna vez, cuando en lugar de la oración interior comencĆ© a leer un libro espiritual, oĆ­ en el alma estas palabras, explĆ­citas y fuertes: PrepararĆ”s al mundo para Mi Ćŗltima venida. Estas palabras me conmovieron profundamente y aunque fingĆ­a como si no las hubiera oĆ­do, no obstante, las comprendĆ­ bien y no tenĆ­a ninguna duda al respectoā€.

Punto nĀŗ 1732: ā€œMientras rezaba por Polonia, oĆ­ estas palabras: He amado a Polonia de modo especial y si obedece Mi voluntad, la enaltecerĆ© en poder y en santidad. De ella saldrĆ” una chispa que prepararĆ” el mundo para Mi Ćŗltima venidaā€.

A propósito de estas Ćŗltimas palabras, se ha especulado mucho quĆ© o quiĆ©n pueda ser esa ā€œchispaā€; muchos han entendido que se podrĆ­a aplicar al papa San Juan Pablo II, el gran apóstol de esta devoción, junto a Santa Faustina. PodrĆ­a ser, pero la verdad es que no lo sabemos.

Aparte de esto, como la cosa tiene su miga y se precisa mÔs tiempo y espacio para tratar una cuestión de tanta enjundia como esta, vamos a cerrar esta publicación, con el Ônimo y el propósito de continuar nuestra reflexión en una nueva entrega.

¿Qué tiene de especial este mensaje de Santa Faustina, siendo algo tan antiguo como nuestra fe, conocido, repetido, archisabido? Clic para tuitear

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