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Nueva generación de alcaldes ecologistas franceses: gestos y símbolos ideológicos

Libertades

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Para el nuevo alcalde ecologista de Lyon, Grégory Doucet, el mítico Tour de Francia es «machista y contaminador». El alcalde ha prohibido que el evento vuelva a pasar por la villa el próximo año.

Para su homólogo de Burdeos, Pierre Hurmic, del mismo partido y también elegido recientemente, el enemigo número uno es otro: el árbol de Navidad. El político ha anunciado esta semana que el ayuntamiento no colocará «árboles muertos» en las plazas de la capital del vino. De hecho, Humic ha hecho del gravísimo problema de los vegetales cortados una prioridad de su mandato: una «Carta de los derechos del árbol» será presentada antes del 2021.

Grandes dosis de simbolismo

La nueva generación de alcaldes y cargos públicos municipales de carácter ecologista causa desconcierto en Francia. La mayor parte de este contingente fue elegido el pasado mes de junio con porcentajes de abstención electoral récord.

Por primera vez en la historia de Francia, hay alcaldes ecologistas en casi todas las principales ciudades del país, como Lyon, Burdeos, Estrasburgo o Besançon. En otras poblaciones, como París o Marsella, los candidatos socialistas que han vencido han recibido el apoyo de los verdes, el programa se ha situado en el centro de la campaña.

Productos políticos del siglo XXI, los alcaldes «ecolos» como se les llama a menudo desde posiciones críticas, se han apresurado a multiplicar gestos y símbolos ideológicos.

Y es que el tiempo es oro cuando la promesa electoral es «la autosuficiencia energética y alimentaria». No está claro, sin embargo, que Anne Vignot lo consiga en los seis años de mandato en Besançon, ciudad cercana a Suiza.

En París, Anne Hidalgo ya declaró en 2019 «el estado de emergencia climática» – y fue seguida por Ada Colau en enero de 2020. Otras ciudades se han unido a esta moda, como Estrasburgo o Burdeos. Aunque se trata de declaraciones sin validez jurídica, Manon Aubry, política de extrema izquierda aliada de los verdes, ya ha avisado que «defender una limitación de libertades en nombre del cambio climático no es liberticida».

En Annecy y Grenoble (Alpes franceses), dos ciudades de más de 100.000 habitantes gobernadas también por alcaldes ecologistas, los carriles bici se multiplican sin que nadie haya sido consultado. Como París, donde Hidalgo ha aprovechado el desconfinamiento para cerrar más y más carriles a los coches.

Cargos dignos de George Orwell

Los gobiernos municipales han sido por supuesto rehechos a la imagen de los nuevos líderes. En Grenoble, el alcalde Piolle se ha dotado de un «teniente para la tranquilidad pública y el tiempo en la ciudad». Traducción: responsable de la seguridad. En una ciudad gangrenada por el tráfico de drogas, el cargo debe hacer morir de risa a los delincuentes.

En Marsella, el primer teniente de alcalde de la socialista Michèle Rubirola es «responsable de la acción municipal por una ciudad más justa, más verde y más democrática». Los términos orwellianos no acaban aquí. En Burdeos encontramos una teniente de alcalde responsable de la «democracia permanente, la vida asociativa y la gobernanza para la inteligencia colectiva».

Adeptos a la ideología del decrecimiento económico, los nuevos alcaldes han bloqueado o eliminado proyectos ambiciosos, como la nueva ronda de Lyon o el desdoblamiento de la ronda de Besançon. En Burdeos, el despliegue de la red 5G se ha congelado.

La seguridad, la gran olvidada

Los alcaldes ecologistas tienen otro punto en común: su despreocupación por la seguridad, juzgada como un tema «de derechas». Y a quien se le ocurra reconocer que la inseguridad aumenta, es un fascista admirador de Le Pen (padre). Todo ello, a pesar de que Francia entera vive una ola inaudita de violencia desde hace cuatro años, y que se ha acentuado con el desconfinamiento.

En Grenoble, una de las ciudades más peligrosas de Francia (se registran un 53% más de incidentes que la media de poblaciones de tamaño similar), Piolle se excusa diciendo que se trata de una competencia del poder central. Pero, al mismo tiempo, Grenoble es una de las villas francesas que menos invierte en seguridad.

En Lyon, Doucet afirmó que la «primera seguridad de los lioneses es tener buena salud, acceso a la sanidad, pero también no ponerse enfermo por culpa de las condiciones medioambientales». Ante la ola de violencia que afecta también a la ciudad, el alcalde ha decidido aumentar los efectivos de policía municipal… en una veintena de agentes para una población de medio millón de personas.

En Burdeos encontramos una teniente de alcalde responsable de la democracia permanente, la vida asociativa y la gobernanza para la inteligencia colectiva Clic para tuitear

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