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Biden o Trump… ¿un voto católico? Yo votaría a Francisco…

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Se han hartado los periódicos de hacernos saber que Biden es católico, porque va a Misa, reza sobre la tumba de su hijo y afirma que se inspira en la Doctrina Social de la Iglesia. No lo conozco y no lo quiero juzgar personalmente, pero todos los presidentes americanos apelan a la fe en Dios (el Dios cristiano): esto expresa el profundo arraigo de la fe en los orígenes mismos de Estados Unidos (epopeya del Mayflower), pero se presta fácilmente a la instrumentalización. Ya tenemos muy buenos ejemplos aquí de políticos que se dicen católicos y luego están a favor del aborto, de la perspectiva de género… comulgar con ruedas de molino parece de moda, es ‘progre’.
Me han llegado por las redes locales informaciones magnificando a Trump como merecedor del voto ‘católico’. Trump ciertamente tiene toda la prensa – o sea el Poder – en contra, a menudo manipulando y ridiculizándolo. Ciertamente ha defendido la vida contra el aborto, con coraje y decisión, denunciando las hipocresías de muchas empresas que se lucran con este negocio y de organismos internacionales, y cortándoles fondos estatales.
Pero también ha salido del pacto anti proliferación nuclear; niega el cambio climático porque defiende los grandes intereses del petróleo (ya sé que a algunos esto les gusta, porque minimizan la contribución antrópica al cambio climático; quizás algunos no hayan ni leído la Laudato Sii); apoya al ególatra e infantil de Johnson y su Brexit a lo loco para debilitar Europa; su política con los migrantes es inhumana (tampoco lo hacemos mejor los europeos).
Ha defendido los trabajadores americanos (América First…) saliendo de varios tratados económicos y poniendo multas a Europa para defender los intereses USA. Pero que yo sepa, no ha hecho nada en contra de las grandes tecnológicas (Google, Apple, Amazon, etc…), verdadero poder que poco a poco lo domina todo.
Su política exterior ha sido fluctuante, sin rumbo. Respecto a las guerras, no lo veo muy distinto que Obama (por cierto, premio Nobel de la Paz. Si el Sr. Nobel levantara la cabeza…); en Siria los soldados americanos ‘dejan tranquilo’ el ISIS (junto con Israel), porque le interesa derrocar a Bashar el Assad; es aliado con los sunitas de Arabia Saudí, donde hizo su primer viaje como presidente (para confirmar un contrato de armamento de 190.000.000.000 de dólares para armas que luego los saudíes usan contra los civiles de Yemen; además de descuartizar los opositores en los consulados). Ha aumentado el embargo contra Siria (y nosotros europeos le vamos detrás como borregos), que está causando mucho daño al pueblo sirio, más que el Covid (me lo cuenta mi hija que está en Damasco con el proyecto humanitario “Hospitales Abiertos”). En Irak la guerra de ‘liberación’ de sus predecesores ha dañado la democracia y la libertad de los cristianos, que ahora son menos de la cuarta parte de antes: y él no ha cambiado nada.
Resumiendo: la de Trump es una posición reactiva e individualista, típica de un ‘self made man’, que además ha contribuido al clima de enfrentamiento que domina en Estados Unidos. Confieso que hace 4 años yo casi me alegré de su victoria, porque era la derrota del establishment y del ‘progresismo’ representado por Hillary Clinton. Ahora no me hubiera alegrado (y tampoco hago fiesta por Biden).
Puede que a alguno le guste este tipo de posiciones reactivas: forzando un paralelismo “como estoy contra Podemos y lo que representa, voto a Vox” y “por fin un tipo decidido que se opone al poder manipulador”.
Pero no sirve responder a esto con otro ‘poder’ (que hace y deshace todo a su antojo). El cristiano no puede ser reactivo, porque haría siempre el juego de la ideología dominante aceptando su planteamiento. Nuestra posición debe ser ‘original’, o sea nacer del origen: de nuestra pertenencia a Cristo y a su Iglesia. Fundada en la riquísima antropología cristiana y en la Doctrina Social, basada en la dignidad inviolable de cada persona y que se encarna en los principios de solidaridad, de subsidiariedad y volcada al bien común (concepto atacado y casi destruido por el marxismo que prefiere la lucha de clases). Atentos a los temas de la vida y de la libertad en todas sus expresiones: los no nacidos, los viejos, los marginados, los migrantes, los parados. Protegiendo el matrimonio y la familia como célula básica de la sociedad y de su bienestar, cuando parece que los políticos dedican sus esfuerzos a debilitarla: prefieren financiar el aborto que ayudar las familias, aunque todos los expertos nos anuncian un invierno demográfico con consecuencias dramáticas. Defendiendo la libertad de educación que ante todo pertenece a los padres. La ‘Libertas Ecclesiae” – la posibilidad para la Iglesia, como para cualquier otra instancia social dedicada el bien común, de estar presente en la sociedad aportando el bien, anunciando la verdad en el respeto de todas las opiniones y socorriendo a los olvidados del poder – ha sido el principal criterio de juicio por muchos siglos. Hoy también.
Decididamente, no creo se puedan definir políticos católicos. Por tanto, si hubiera tenido que votar, hubiera tenido un problema. Prefiero seguir al Papa Francisco…

PS: parece que el hecho de ser católico no ha tenido mucha influencia sobre la orientación del voto ya que se ha distribuido entre los dos de forma casi igualitaria: los factores que han decidido unos y otros a votar han sido otros, sobre todo su pertenencia ideológica previa. O sea, que el hecho de ser católico no ha tenido influencia, el hecho de Cristo parece indiferente…

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