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Cuando un católico debe dejar su partido político. ¿Qué hacer? (y III)

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Es una decisión personal, de conciencia, pero esto no significa que no se pueda opinar sobre ella, y desde la experiencia y la observación de muchos años, para mí es evidente que ya no es tiempo de callar y ceder, de excusar al partido en nombre de que los otros son peores.

Todo esto ha contribuido a la indefensión y fragmentación cristiana.

Y no se trata de mínimos, sino de básicos. El aborto, la vida en general, su dignidad, es decir, la justicia social y la prioridad a los mas débiles, forma parte de estos básicos, y cuando el partido ha desertado de buena parte de ellos sólo cabe la salida, puerta y a otra cosa. Si el católico contemporizara menos y fuera más firme en sus hechos otro gallo  cantaría.

Pero, si dejas el partido ¿qué puedes hacer políticamente?  

Primero aplicar la libertad recobrada, recuperar la higiene mental que ya no atiende a consignas. También no despreciar los contactos personales, mantener amistades, quizás organizarse con otros ex políticos, rezar juntos, hablar juntos,  socializar, apuntarse a asociaciones que sin ser partidos sí contribuyen a ser alternativa, cada uno con sus matices: Cristianos en Democracia en Andalucía, e-Cristians en Cataluña, Neox, la Asociación Católica de Propagandistas… cada uno tiene su especificidad, pero la resultante del empuje es la misma.

Y por último en orden, que no en importancia, la necesidad y urgencia de un nuevo enfoque más potente. La construcción de lo que podemos llamar, la Corriente Social Cristiana es donde entra en juego una propuesta necesaria que ha de permitir superar tres vicios que han hecho y hacen mucho daño a la presencia cristiana en el espacio público:

  1. La fragmentación y la desunión.
  2. El rechazo por el compromiso político al confundir política, que quiere decir la construcción del bien común, con partidismo.
  3. Superar una especie de clericalismo laical que ignora que tiene el deber de evangelizar por medio de la DSE, y que ésta se dirige a todos, no sólo a los católicos.
Y para ello es necesaria organizar la Corriente Social Cristiana en el seno de la sociedad. No podemos esperar más: las leyes, o las hacemos o nos las hacen.

La acción a la que estamos llamados ahora es la de construir una corriente, un movimiento que actúe movilice, comunique, dé formación y haga servicio. Que interactúa con las instituciones políticas y de la sociedad, y tiene grueso y capacidad para cambiar las cosas.

Un movimiento social cristiano fundamentado en la doctrina social de la Iglesia y que discierne y trabaja para aplicarla a nuestros problemas, retos, necesidades y oportunidades colectivas.

La corriente social  cristiana es un encuentro, una confluencia organizada   de grupos y personas que actúan conjuntamente con objetivos comunes.

Esta dinámica de acción y crecimiento del movimiento social cristiano nos dirá, en función de la capacidad y los resultados, es decir, de la práctica, si ésta es la fórmula final, o bien por falta de recepción y regeneración de los partidos políticos hay que dar un paso más para reorganizar su potencial y presentar una opción política.

Entiéndase bien lo que sostengo:

  1. Si nos conformamos con ser cada vez más disidentes, más marginales, acabaremos como cristianos en la nada, y esa nada convertirá a la Iglesia en una secta, porque será percibida por la sociedad como algo anómalo, extraño a todo el ordenamiento jurídico. Es cuestión de tiempo.
  2. Que para ser alternativa hay que profundizar y vivir más y mejor la fe y las virtudes cristianas, que son el fundamento de todo.
  3. Que debemos reunirnos y organizar, superando fracciones y diferencias, en una corriente, un movimiento que tiene como fundamento vertebrador la doctrina social cristiana y la ley natural y, por tanto, llama a todos y no sólo a los que nos ha sido regalado el don de la fe.
  4. Esta corriente organizada actúa en el ámbito del bien común y, por tanto, de la vida pública de las instituciones políticas y sociales: estudia los temas para hacer propuestas concretas, escucha a las personas en términos generales o las concernidas por aquella cuestión. Construye consensos sociales en torno a soluciones y lo concreta en políticas públicas que difunde y comunica para buscar el máximo apoyo social. Políticas con las que dialoga con partidos y gobiernos, los empuja, lleva a cabo grandes campañas sobre estas cuestiones.
  5. Persigue encauzar la realidad por medio de una estrategia de reformas parciales articuladas a la finalidad global. Y al mismo tiempo no pierde de vista impartir una sólida formación a sus miembros y a la ciudadanía, y ofrecer determinados servicios evaluados como necesarios.
  6. Esta dinámica y práctica de la corriente social le da notoriedad, buen nombre, la hace crecer y le proporciona ingresos de la misma gente.
  7. Una corriente social que comienza con un núcleo organizado de unos pocos centenares y que con dos años se expande hasta 20.000 personas. Esta es la masa crítica inicial para la gran transformación.
  8. Su público objetivo corresponde a tres niveles distintos de identificación y, por tanto, de motivación. El más amplio y laxo de quienes se declaran católicos en las encuestas, aunque la mitad no haya pisado la Iglesia, es una identidad débil, pero identidad, a fin de cuentas, es un católico cultural, que hay que cuidar como ciudadano. Un segundo grupo está formado por los católicos que practican, no mucho, alguna vez al mes o de manera regular. En estos y junto a la ciudadanía planeará en muchos casos la conciencia de una leyes contrarias a su fe… Con la excepción de la progresía, claro está, de quienes consideran -y es tan viejo como los tiempos helénicos- que la fe debe adaptarse al mundo en vez de transformar al mundo por medio de la fe. Todo esto son muchos millones de personas en España, una gran mayoría en Hispanoamérica y Estados Unidos. El primer objetivo es asociar a unos pocos a partir del núcleo inicial. Partir de unos cientos y alcanzar los 20.000 como primer objetivo, muy poco con relación al potencial posible.
  9. Y cuando la corriente social cristiana esté constituida, funcione, haya actuado y alcanzado una determina experiencia, entonces debe valorar si ésta es la mejor fórmula o debe reorganizarla en una opción electoral directa. En este orden y en este tiempo. No antes, incluso puede que no sea necesario llegar a ello, pero de la misma manera que digo que este es el orden y los tiempos, también afirmo que hay que llegar a la opción política electoral, directa a partir de la  Corriente, si los partidos e instituciones siguen girados de espaldas a nosotros.

Eso es lo que podemos hacer. Esta es la manera de pasar de la disidencia a la alternativa. Y si no lo hacemos, entonces terminarán de pasar por encima nuestro, por encima de nuestra fe, de nuestras familias, de nuestros movimientos y organizaciones, escuelas, universidades, grupos. ¡Cómo es posible que esta evidencia no se vea!

En esta construcción todo el mundo está llamado, si bien los jóvenes deben tener un papel destacado, porque serán ellos los que acabarán alcanzando el peso de la responsabilidad política en el futuro. Naturalmente, esto no significa construir sólo un movimiento juvenil, ni menos aún esconderse detrás de la edad o de las obligaciones de la vida adulta para esquivar el compromiso.

No podemos permanecer con los brazos juntos en nuestro territorio de siempre, en nuestro ámbito de confort. Nadie, si no somos nosotros mismos, nos resolverá los problemas, porque somos nosotros los agentes de la transformación necesaria de la sociedad.

Cuando un católico debe dejar su partido político. Qué hacer (I) 
Cuando un católico debe dejar su partido político. Qué hacer (II)
Desde la experiencia y la observación de muchos años, para mí es evidente que ya no es tiempo de callar y ceder, de excusar al partido en nombre de que los otros son peores Clic para tuitear

 

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4 Comentarios. Dejar nuevo

  • Luis Germán Yépez Vergara
    18 marzo, 2023 04:53

    Excelente.

    Responder
  • Le faltan tres puntos, al menos, a este escrito, aun siendo muy interesante.

    1- Si luego se apoyan opciones políticas concretas que atacan los principios que supuestamente defendemos, lo anterior vale para poco, por incoherencia, cobardía y el mal menor dichoso que tanto mal ha generado.
    2- Hoy no se trata tanto de que los católicos no participen en política sino de que somos pocos. Lo que corre prisa es la evangelización, por más que esto no sea político. Pero hay que tener claro que si Jesucristo no es el centro de toda acción política, esta se corromperá.
    3- Esto de «Esta corriente organizada actúa en el ámbito del bien común y, por tanto, de la vida pública de las instituciones políticas y sociales: estudia los temas para hacer propuestas concretas, escucha a las personas en términos generales o las concernidas por aquella cuestión. Construye consensos sociales en torno a soluciones y lo concreta en políticas públicas que difunde y comunica para buscar el máximo apoyo social. Políticas con las que dialoga con partidos y gobiernos, los empuja, lleva a cabo grandes campañas sobre estas cuestiones», suena mucho a lo de ‘a ver si nos hacen caso’. Y a lo mejor hay que optar por plantear la forma cristiana de entender la vida y la sociedad como algo radicalmente distinto de lo que hay ahora. Si no, será más de lo mismo.

    Responder
  • Paquita Jover de Castro
    19 marzo, 2023 10:44

    Estoy absolutamente de acuerdo en que hemos de movilizarnos: no podemos quedarnos en «a ver que pasa», cómo parece que nos hemos quedado los cristianos ante tamañas desfachateces que son capaces de proclamar los políticos actuales y cuya ideología está tan difundida, a pesar de lo alejada que está de la verdad y de la evidencia científica.
    Desconozco cómo podríamos coordinar, que todos los que estamos «escandalizados» por la ideología imperante y masivamente alcanzada al ser humano, y a un nivel tan global que abarca a la mayor parte del globo ¡valga la redundáncia! podamos formar un frente común, para, al menos, oponernos de manera más que significativa a las corrientes imperantes. Soy jubilada y nunca me he dedicado a la política, pero vivimos en «polis» y hacer política es el cometido de todos. Quiero y debo hacer oir mi voz en aquello que considero un bien para la sociedad en general y para el hombre en particular y en la búsqueda de la Verdad es donde encontraremos el bien que buscamos.
    Con respecto a la respuesta de Luis H. quería decirle que, estando de acuerdo en que hay que evangelizar, una manera de evangelizar es viviendo coherentemente con nuestra fe y esto exige hacer manifestación pública de nuestra discordancia en materias tan graves como las imperantes y en intentar, aún a riesgo de conflictos, que ahora desconocemos, hacer oir nuestras voces. Para tener mayores opciones es necesario que nos unamos todos, y hoy en día que ya no existen dificultades comunicativas, todos los países podemos hacer un frente común.
    Resumiendo: 1º unámonos, 2º disintámos publicamente y 3º hagamos propuestas radicalmente distintas: de Cristo, por tanto, verdaderas. Y todo ésto es evangelización

    Responder
  • Estoy muy de acuerdo en general con todo, especialmente con Luis H. en que el centro de toda acción política debe ser Jesucristo. El marco actual no solo no es el Dios de los cristianos sino en muchas cosas un marco opuesto.
    Y con el artículo y el comentario de Paquita Jover de Castro en que puede haber muchas acciones de grupo católicas que sean efectivas sin que sea necesario que ese grupo forme partido político: por ejemplo, si los médicos, todos, se negaran a prácticas abortivas, la ley quedaría en papel mojado y dudo mucho que el gobierno, en tal caso a la contra de la objeción de conciencia, se fijara como ineludible penalizar a los miles de profesionales sanitarios.
    Entre los docentes de colegios de titularidad católica: ¿No debieran todos sus trabajadores ignorar las «órdenes» y tendencias que llegan continuamente desde las consejerías de educación con «perspectiva de género?

    Esperar que haya un partido católico cristiano que se aproxime al Evangelio es esperar sentado.

    Otro deber de grupos de fieles sería plantar cara a las desviaciones episcopales, sacerdotales y de órdenes y congregaciones religiosas. ¿Qué prensa generalista hoy está hablando del precipicio del cisma alemán a cuenta de su Sínodo y de la nada improbable extensión de semejante hachazo en la historia de la Iglesia comparable al que dio Lutero?
    Hay un miedo cerval atroz y espera a su manera que sea el Papa quien siga callando o intervenga de una vez. De la prudencia vaticana, por favor, repito, lo suplicamos por favor, que les pregunten a los cristeros o a los tataranietos de La Vendée.

    Responder

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