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Cuaresma: más allá del chocolate 

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La Cuaresma ha llegado. Miércoles de Ceniza ya pasó y, con él, los católicos de todo el mundo han comenzado a vivir entre el ayuno, la oración y la limosna. Algunos además ya han renunciado a los postres, otros han silenciado Netflix, y unos pocos han ido más allá, aventurándose en penitencias que desafían la creatividad.

Pero ¿Qué tal si probamos algo distinto este año?

Algo que sacuda nuestras rutinas, que nos haga salir del modo automático y, sobre todo, que nos ayude a vivir de verdad el espíritu cuaresmal.

Para la Cuaresma, aquí van seis prácticas que pueden añadirse a las que propone la Iglesia y cambiar tu forma de encararla sin recurrir al socorrido «no más chocolate».

1. El ayuno del ruido: apaga la música, enciende el alma

Vivimos en un mundo de ruido. Spotify, YouTube, podcasts, las notificaciones que nos bombardean. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en completo silencio?

Prueba esto: apaga la música en el coche, silencia los auriculares en el transporte público, camina sin playlist. Descubrirás que el silencio no es vacío, sino un espacio donde la mente y el alma empiezan a hablarse. Puede que al principio sea incómodo, pero, con el tiempo, el silencio se convierte en un eco de oración.

2. Cartas en vez de «likes»

Las redes sociales nos han enseñado a dar migajas de afecto: un corazoncito aquí, un comentario allá. Pero, ¿cuándo fue la última vez que escribiste algo de verdad a alguien?

Esta Cuaresma, cambia los «likes» por cartas. Sí, de las de papel y tinta. Escribe una carta al día a un amigo, a un familiar, a alguien que hace tiempo que no ves. No es solo una forma de dar algo de tu tiempo, sino de recordar que la comunicación humana es más profunda que un emoji.

3. Adiós al snooze: levántate con propósito

La tentación del «cinco minutos más» es la primera derrota del día. No es solo una cuestión de madrugar, sino de decidir que la comodidad no va a ganar.

Despertarse a la primera es un acto de disciplina que ordena todo lo demás: duermes mejor, eres más productivo, tienes tiempo para rezar, leer o simplemente desayunar sin prisa. Es un pequeño sacrificio que, a la larga, da frutos inesperados.

4. Detox de vanidad: menos espejo, más verdad

La Cuaresma es tiempo de despojarse, y no solo de cosas materiales. Prueba esto: un ayuno de espejos. Evita mirarte al espejo más de lo necesario, deja el maquillaje, no publiques selfies, ignora los filtros.

O mejor aún: deja de hablar mal de ti mismo. Aceptar un cumplido sin excusas, dejar de lado la autocrítica feroz y aprender a vernos como Dios nos ve es un ejercicio de humildad. Porque la vanidad no es solo mirarse demasiado en el espejo, sino también castigarse sin motivo por una baja autoestima.

5. Ayuno de quejas: más gratitud

Quejarse es fácil. Está en nuestra naturaleza. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, siempre hay algo que no nos gusta: el tráfico, el jefe, el clima, la comida. Pero, ¿qué pasaría si durante Cuaresma nos propusiéramos no quejarnos?

Este es un ejercicio brutalmente difícil, porque nos obliga a cambiar nuestra mentalidad. En lugar de enfocarnos en lo negativo, nos obliga a ver lo bueno. Y lo más importante, nos lleva a practicar la gratitud en cada momento.

6. Digital detox: reducir la dependencia del móvil

El teléfono se ha convertido en una extensión de nuestra mano, y a veces, de nuestra mente. Pasamos horas deslizando pantallas, absorbiendo información irrelevante, huyendo del aburrimiento.

¿Qué tal si durante la Cuaresma ponemos límites? No usar el móvil en la primera y última hora del día, eliminar aplicaciones que nos roban tiempo, dejar de mirar el teléfono mientras comemos. Pequeños pasos que nos devuelven el control y nos permiten estar más presentes en lo que de verdad importa.

Cuaresma no es solo renunciar al azúcar o al café. Es un tiempo para recalibrar nuestra vida, para despegarnos de lo que nos ata y redescubrir lo esencial. ¿Y si este año probamos algo distinto? No tanto para «sufrir», sino para vivir mejor, con más sentido, con más verdad. Porque, sin dejar de lado lo que propone la iglesia, al final, la penitencia es dejar atrás lo que nos aleja de Dios y abrazar lo que nos acerca a Él. Y para eso, amigos, no hace falta dejar el chocolate.

Para la Cuaresma, aquí van seis prácticas que pueden añadirse a las que propone la Iglesia y cambiar tu forma de encararla sin recurrir al socorrido no más chocolate Share on X

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