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Doctrina Social de la Iglesia: la propuesta de Anthony Esolen

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La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es un asunto que nunca deja de estar de actualidad y va y viene del panorama mediático y editorial según las temporadas y las problemáticas sociales.

En los últimos años ha crecido su interés y su presencia, impulsado por el papa Francisco I y ahora por el pontificado de León XIV, inevitablemente relacionado con su antecesor, León XIII, cuya figura resulta esencial al hablar de este asunto. Pero fuera de la Iglesia católica, se ha oído hablar de la DSI a personajes tan diferentes estos últimos años como Santiago Armesilla, teórico del materialismo político, o el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, prologuista del libro que hoy reseñamos.

La relevancia y actualidad de la DSI viene dada en relación con las urgencias de nuestra época, los problemas sociales, económicos o ambientales, las cuestiones políticas, la carencia de alternativas reales y eficaces a los desequilibrios provocados por el capitalismo financiero, etc.

Pero la DSI no es una ideología, un programa, una teoría, un manifiesto, una agenda, sino el resultado surgido del encuentro entre el Evangelio y los problemas a los que se enfrentan  los seres humanos.

La DSI tiene que ver por tanto, con las consecuencias del encuentro con Jesucristo para la vida familiar, de la comunidad o de la nación; para la política, la sociedad, la economía, la cultura, el trabajo. Y surge para evangelizar en la práctica, en el día a día, con hechos y compromisos que afectan a la urgencias de cada contexto histórico a partir de una lectura de la realidad condicionada por el encuentro con el Evangelio.

Por eso, en este libro de Anthony Esolen no esperen encontrar soluciones, hojas de ruta, programas políticos o económicos, catálogos de medidas a tomar, ni un proyecto de ingeniería social católica. Menos aún sabiendo que el autor es un pensador estadounidense, de origen italiano, profesor de inglés, poeta, ensayista, comentarista social, cuya obra abarca una amplia diversidad de temas tratados y enfoques de los mismos. Así que no, no estamos ante un teólogo, ni ante un experto, ni ante alguien que vaya a presentarnos una serie de puntos con los que podamos salir a la calle a aplicar la DSI de un plumazo en nuestra vidas, nuestro trabajo, nuestro partido o sindicato. Ni siquiera acude a explicarnos o resumirnos el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de 2004, que cualquiera puede descargar, leer y estudiar en la página web del Vaticano, y que responde al deseo de exponer en modo sistemático los puntos esenciales de la doctrina social católica. El Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, se hizo cargo de ello, dedicando a la iniciativa un intenso trabajo a lo largo de varios años.

La DSI no es, ni puede serlo, un catálogo cerrado y definitivo, como no lo son los problemas y situaciones a los que se enfrenta en cada momento para plantear soluciones que resulten conformes con el mensaje evangélico.

De hecho, en el Prólogo, Quintana Paz  rechaza que la DSI sea una especie de “ideología católica” que haya elaborado la Iglesia para entrar a la confrontación entre ideologías con su propio “sucedáneo ideológico, o un programa político al uso más”.

Así que ¿Qué van a encontrar ustedes, lectores, en el libro Doctrina Social de la Iglesia, de Anthony Esolen?

Pues el subtítulo ya puede indicarles algo más lo que pretende el autor y desarrolla de un modo magnífico: “Una reivindicación de la verdadera enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, la familia y el Estado”. Y para ello, nos propone lo que llama un retorno a los primeros principios, es decir, a la estructura sobre la que se asienta todo el ortograma de la Doctrina Social para la Iglesia católica y los católicos en su aplicación práctica. Y a continuación se enfrenta a una serie de temas que le permiten desarrollar su planteamiento: El hombre a imagen de Dios, la libertad humana, el matrimonio, la familia, la vida social, la Iglesia como sociedad, el trabajo, el Estado. Todo ello, y las consecuencias derivadas, han de suponer en su desarrollo la constitución de un orden católico.

El objetivo de este planteamiento es entender lo que una sociedad católica no debe ser para que, por eliminación dirían algunos, entendamos lo que sí debe ser un orden católico que no construyamos nosotros, sino que permitamos que Cristo construya por nosotros, pues no es nuestra voluntad, ni nuestro empeño o inteligencia lo determinante, sino que lo central radica en Cristo.

Y el corazón de la DSI está, según el autor, en la Eucaristía, conforme la enseñanza del papa León XIII. O como nos explica Quintana Paz, “las fuentes de la DSI manan de mucho más lejos. ¿Desde dónde? Pues desde los mismo veneros de los que brota el propio catolicismo: el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición apostólica.”

Por tanto, nos encontramos de hecho que ambos rechazan la idea de un origen de la DSI en el siglo XIX o en el papa León XIII, como muchos pretenden, sino que la sitúan en las raíces mismas de la fe católica, en el encuentro entre la fe y la razón ante las problemáticas a que se enfrentan los católicos en la sociedad y que les obliga a responder conforme a sus creencias.

La DSI, anclada a los Evangelios y a Jesús, nos indica el ámbito donde hemos de movernos los católicos, los límites que no hemos de traspasar y las referencias que han de marcar nuestras decisiones.

No hemos de pensar que estamos ante referencias utópicas, sino ante el modo conforme al que hemos de pensar cómo resolver conflictos y enfrentarnos a situaciones novedosas. Y eso no podemos hacerlo desde catacumbas, burbujas, la distancia o el encierro en nuestras casas, sino implicados en el compromiso social, renunciando a ser tibios, y decididos al trabajo y la lucha por defender y fortalecer nuestra herencia cristiana en el trabajo compartido con el otro.

El afán a que nos obliga la Doctrina Social de la Iglesia es probablemente hoy más urgente que nunca. Y además hemos de tener en cuenta que desarrollarlo, afecta por primera vez a los pequeños y cercanos ámbitos locales tanto como al panorama mundial que nos ofrece la Globalización, lo que obliga sin duda a nuevos modos de pensar e intervenir, en donde el cristianismo ha de tener preguntas y sobre todo, respuestas.

Anthony Esolen, con su libro, nos ayuda a reflexionar sobre todo ello y a constituirnos, como decía el papa Francisco I, como «Iglesia en salida» , centrada en la misión de evangelizar, para salir de sí misma e ir al encuentro de las personas, compartiendo  la alegría del Evangelio, especialmente con los más pobres y necesitados y siempre implicada en la vida cotidiana de todos los seres humanos.

Hemos de fijar por ello nuestra atención en lo que el mismo papa Francisco I llamaba “Ias periferias”, que son  lugares geográficos tanto como situaciones existenciales y problemáticas sociales,  donde se encuentran las personas excluidas, marginadas y necesitadas, como pobres, enfermos, ancianos, inmigrantes y quienes han sido abandonados por la sociedad y la Iglesia. Es a partir de ellos donde encuentra el sentido la DSI en su aplicación práctica. Pero la Doctrina Social de la Iglesia se dirige a todos y ha de impregnar comportamientos, políticas, modos de actuar y responder.

Del compromiso decidido de los católicos depende que seamos capaces de que el “enfoque católico”, mas allá de ideologías y partidismos, penetre en nuestro tejido social y su funcionamiento para ofrecer soluciones a los males que afligen a nuestro mundo.

El libro que hoy reseño, puede ser un buen punto de partida para nuestro pensamiento y ser capaces de llevar adelante nuestro compromiso.

Datos del libro del que se hace la reseña:

Doctrina Social de la Iglesia. Anthony Esolen.

Prólogo: Miguel Ángel Quintana Paz

Editorial Homo Legens, Madrid (España), 2022.

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