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El gran confinamiento, nombre con el que se conocerá la crisis del coronavirus

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Parece que ya tenemos bautizada la crisis del coronavirus (Covidien-19) desde el punto de vista económico: El Gran Confinamiento. La crisis del coronavirus será probablemente recordada con este nombre en los futuros libros de historia de la humanidad.

La autoría corresponde a una prestigiosa institución económica internacional: el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cabe decir que no siempre acierta en sus análisis y recomendaciones, pero siempre es interesante escuchar su voz. Se trata de una de las organizaciones económicas internacionales más relevantes, junto con el Banco Mundial (BM) y el GATT (General Agreement on Tariff and Trade), posteriormente convertida en Organización Mundial del Comercio (OMC), creadas en 1944.

El FMI ha publicado un informe el día 14 de abril en el que destaca que el Covidien-19 borrará de golpe más de ocho billones de euros del PIB mundial, equivalente al valor agregado de las economías de Alemania y de Japón. Allí se puede leer que la recesión resultante será más profunda que la Gran Depresión de 1929 y dos veces más grave que la Gran Recesión de 2008. «Las medidas de confinamiento y cuarentena adoptadas en los países miembros del FMI mermarán el crecimiento mundial de forma drástica, con una caída del PIB mundial en 2020 del 3% y de más del 6% en el caso de las economías avanzadas de Estados Unidos, Europa y Japón; se trata de algo más que una crisis económica, es una parada de la economía como el mundo no ha conocido nunca «.

Es la primera vez que las economías avanzadas entran en recesión al mismo tiempo que las emergentes. «Esta es una crisis como ninguna otra», declaró Gita Gopinath, la joven economista jefe del FMI, de nacionalidad india y profesora de la Universidad de Harvard, durante la presentación del informe a la asamblea «virtual» de primavera del FMI y del BM en Washington.

Según las previsiones del FMI, la pandemia destruirá el 7,5% de la economía de la zona euro, y los más perjudicados serán los mismos países que lo fueron durante la Gran Recesión de 2008. España es uno de ellos, con una caída estimada del PIB que supone una revisión a la baja de casi 10 puntos porcentuales en relación con la previsión anterior. La deuda pública española podría saltar este año al 113% del PIB, frente al 95,5% del año pasado. La recesión podría destruir en un año el 8% de la economía española. China, después de ser el origen y el primer país en contener la pandemia, evitará la recesión y registrará un crecimiento raquítico pero positivo del PIB para el 2020 (1,3%). La buena noticia, siempre según el FMI, es que la economía se recuperará rápidamente después del Gran Confinamiento y lo hará en forma de «V», es decir, como una secuencia rápida de caída seguida de una recuperación. Las previsiones son que la economía mundial crecerá un 5,8% en 2021 y la española un 4,3%, que apenas supondrá la mitad de lo perdido en 2020.

Prestigiosos analistas opinan que nada volverá a ser lo mismo después del Gran Confinamiento. El historiador israelí Yuval Harari ha escrito que el mundo deberá elegir: a) entre un sistema de vigilancia totalitario y el empoderamiento del ciudadano y de sus libertades, y b) entre un aislamiento nacionalista / patriótico y un sistema de solidaridad global. Según el economista y erudito francés, Jacques Attali, cada epidemia importante ha ocasionado cambios esenciales en la organización política de las naciones y en la cultura que sustentaba esta organización. Considera que el sistema de autoridad basado en la protección de los derechos individuales puede terminar colapsando. Y, con él, los dos mecanismos que estableció: el mercado y la democracia; dos maneras de gestionar el reparto de los recursos escasos sin dejar de respetar los derechos individuales. Si los sistemas occidentales fracasan, es posible que no se establezcan únicamente regímenes autoritarios de vigilancia, que harían un uso muy eficaz de las tecnologías de inteligencia artificial, sino también regímenes autoritarios referente al reparto de recursos. El sociólogo Manuel Castells ha escrito que sin la globalización existente no se habría podido extender tan rápidamente la pandemia. Una globalización que ha dinamizado la economía mundial y ha contribuido a la mejora de las condiciones de vida de una cuarta parte de la población mundial, pero que también ha creado una interconexión para cualquier proceso, sea el terrorismo, el cambio climático o epidemias antes localizables. De ahí la tentación de resucitar fronteras y controles de todo tipo. Por todo ello estima que el orden liberal quizás será la primera víctima de esta pandemia. La autora del libro «Capitalismo de vigilancia», la psicóloga social norteamericana Shoshana Zuboff, avisa sobre la mercantilización de la información personal que permite el mundo digital. La tecnología de la vigilancia se desarrolla a una velocidad vertiginosa y tienta tanto a estados como al sistema económico y empresarial, amenazando la libertad, la democracia y la privacidad.

Por otro lado, se han podido escuchar recientemente dos voces muy inspiradoras en estos momentos difíciles, provenientes una del ámbito político y el otro del ámbito religioso. En el ámbito político, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeyer, ha dirigido un discurso valiente a sus conciudadanos para señalar el papel que Alemania debe jugar en estos momentos en que parece que Europa afloran nacionalismos de Estado por encima del proyecto común. Alemania presidirá la UE durante el segundo semestre del año en curso. Steinmeier ha reafirmado el compromiso europeo de su país y ha insistido en que hay que buscar una salida común para superar la crisis del coronavirus. En el ámbito religioso, el Papa Francisco ha hablado desde el Vaticano para decir que estos no son momentos para el egoísmo y la división, sino por la solidaridad; que no debemos perder nunca la esperanza ante momentos difíciles; y también ha advertido de que la Unión Europea se encuentra ante un desafío histórico del que dependerá no sólo su futuro, sino el futuro del mundo entero.

La Unión Europea (UE) está reaccionando contra la pandemia. El acuerdo del Eurogrupo del 9 de abril es prometedor, pero también puede ser contemplado como una especie de artificio financiero complicado y, en todo caso, pendiente de implementación a la espera de la decisión final del Consejo Europeo que se reunirá el próximo 23 de abril.

Más allá de lo que se pueda aprobar ese día, todo indica que la UE se encuentra actualmente ante un reto histórico. La crisis del coronavirus pone en entredicho la democracia, la privacidad de las personas y los valores de las sociedades. La UE está bien preparada para seguir trabajando por un orden multilateral y cooperativo, basado en reglas. Pero para hacer frente a un euroescepticismo en aumento y un orden liberal contestado, necesita reformarse a fondo. La UE debe ser capaz de mejorar su gobernanza, proteger mejor a sus ciudadanos y ser fiel a sus valores fundacionales. La «crisis existencial» 2005-2019 no logró acabar con ella. Ahora la UE debería ser capaz de convertir el Gran Confinamiento en el revulsivo necesario para lograr su renovación.

La Unión de los Federalistas Europeos (UFE) marca el camino a seguir en un Manifiesto que acaba de publicar. A corto plazo: 1) Asegurar la unidad de la UE y de su mercado interior, 2) Que los Estados Miembros cedan competencias a la Comisión Europea para regular medidas aplicables en toda la UE para combatir el virus, 3) Creación de un consorcio europeo de investigación con la misión principal de obtener rápidamente una vacuna contra el virus, 4) Adoptar medidas fiscales extraordinarias y coordinadas para afrontar la crisis, con actuaciones puntuales del Banco Central Europeo (BCE), 5) Emisión de eurobonos por parte de la Eurozona, 6) Ampliación de las competencias del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), y 7) Aprobación por parte del Consejo de un nuevo Marco Financiero y aumento del presupuesto comunitario hasta un mínimo del 1,3% del PIB de la UE. A más largo plazo: 1) Dotar a la UE de autonomía fiscal con derecho de crear y recaudar sus propios impuestos, 2) Los Estados miembros otorgan a la UE plena competencia en materia sanitaria, 3) Conversión de la prevista Conferencia sobre el futuro de Europa en una Convención Europea que elabore un Pacto Constitucional para la creación de una Europa federal.

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