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Enigma es el nacer

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Con estas palabras comienza un verso del poeta  F. Hölderlin. El poema completo dice así:

“Enigma es el nacer. / Ni siquiera el canto puede casi desvelarlo:/ Como eras al principio, así seguirás. / Por mucho que actúe la constricción y el rigor, / lo que más puede es el nacimiento. / Y el rayo de luz/ Que sale al encuentro del neonato. /

Contrasta la belleza de esta verdad con el slogan aplicado en Italia hace algún tiempo: “El vientre materno, de cuna biológica a corredor de la muerte”.

Ante nuestra situación social, tan obsesionada en la destrucción de personas, hay que protestar, hay que aclarar y también conocer. Por ello volvamos a preguntarnos ¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestro presente y nuestro futuro? Las respuestas sinceras a estas dos preguntas son rompedoras de límites. No nos cansemos de afirmar que cada persona aporta, cada persona es inédita, cada persona supera el conocimiento objetivo. Dirá don Leonardo Polo que el ser humano es “además”, no se agota en una consideración, tiene una equivalencia trascendental, está más allá de la autorrealización. El ser humano es un ser inagotable.

El profundo drama de nuestro tiempo radica en la pérdida de este sentido trascendente de la persona, que es el bien fundamental y condición para todos los demás bienes. Uno de sus perversos frutos es el aborto. No existe mayor muestra de insolidaridad ante quienes somos y estamos llamados a ser. Lo expresaba claramente el famoso escritor español, Miguel Delibes. Recorté su opinión que ahora copio:

“El abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna progresía. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizás porque el embrión carecía de voz y voto; políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme puede atentarse impunemente (…) Los demás fetos callan, no pueden hacer manifestaciones callejeras, no pueden protestar, son aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo: nadie puede recurrir”. Pero no es del todo así. Vale amar a cada quien.

Según la creencia budista, un bebé que muere antes de nacer no puede ir al cielo porque nunca tuvo la oportunidad de acumular un buen karma

También he recordado y he encontrado una costumbre milenaria del Japón. Se trata de una ceremonia tradicional budista, conocida como Mizuko kuyo. Significa “servicio conmemorativo para el feto abortado”. Se practica en templos de todo Japón y también, de modo privado, en los hogares. A ella acuden las que han sufrido abortos involuntarios, muertes fetales y abortos Según la creencia budista, un bebé que muere antes de nacer no puede ir al cielo porque nunca tuvo la oportunidad de acumular un buen karma. Entonces, el niño es enviado a un lugar llamado a orillas del mítico río Sanzu, donde se deben apilar torres de piedra sin fin para expiar. Incluso se cita a un ser iluminado, Jizö, es el guardián de estos niños; los protege de los demonios y les ayuda a seguir su viaje al paraíso. Los padres que han perdido el hijo honran Jizö para asegurarse que su feto abortado llegue con éxito al otro mundo. Las estatuas de piedra de este protector aparecen vestidas de ropas de niños pequeños, como baberos y gorras rojas. También los padres dejan ofrendas como dulces y juguetes en la base de estas esculturas. Esta tradición tuvo un nuevo resurgimiento tras la segunda Guerra Mundial, pues en ese periodo hubo muchos abortos voluntarios.

Hay en otros países, europeos y de América Latina, que cuentan con esculturas testimonios en contra del aborto. Tal como ya se publicó en el 2011 en Forum Libetas es muy impresionante la escultura de un joven artista eslovaco, en la que arte y bioética se funden, pues la obra expresa no solo el pesar y el arrepentimiento de las madres que han abortado, sino también el perdón y el amor del niño por nacer hacia su madre.

No hacen falta comentarios Seamos capaces de salir amorosamente al encuentro del neonato. Protegiéndolo, caminaremos por la luz que emerge de la verdad; que el hombre vale, que da de sí, cada uno distinto. Asombrosamente:  “Como eras al principio, así seguirás”.

La obra expresa no solo el pesar y el arrepentimiento de las madres que han abortado, sino también el perdón y el amor del niño por nacer hacia su madre Clic para tuitear

 

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