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La crisis de España y sus políticas. Una acertada intervención del presidente de la Conferencia Episcopal Española

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Monseñor Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, se destaca por su constante preocupación y acción en favor de la doctrina social de la Iglesia. Sin embargo, lamentablemente, sigue siendo una excepción en lugar de la norma entre los obispos.

En su discurso de apertura de la 126ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, el 18 de noviembre, Argüello realizó un diagnóstico certero sobre la situación actual de España desde la perspectiva socialcristiana, identificando cuatro problemas fundamentales: demografía, trabajo, vivienda y «convivencia política».

Crisis demográfica

Los nacimientos en España han disminuido un 27% desde 2012 y la tasa de fertilidad en 2022 fue de 1,16 hijos por mujer (1,12 para madres españolas, 1,35 para extranjeras). Cada año se registran unos 100.000 abortos, cifra que podría cubrir el 40% del déficit demográfico. En 2022, murieron 135.000 personas más de las que nacieron, lo que se ha compensado en parte con la inmigración: 8,5 millones de personas nacidas en el extranjero viven en España, de las cuales 2 millones ya han adquirido la nacionalidad.

Argüello señala una creciente «sociedad amatrimonial«: cuatro de cada cinco matrimonios son civiles y la edad media del primer matrimonio es de 35,3 años, lo que contribuye a que más del 50% de los nacimientos ocurra fuera del matrimonio. Además, hay más solteros que casados y un creciente número de divorcios y separaciones.

El prelado lamenta que «un entorno que no valora los matrimonios» y unos «medios de comunicación» que «atacan y denigran a la institución» estén contribuyendo a esta realidad.

Los niños son vistos como «un lastre para la mujer» y «malos para el planeta», según denuncia el arzobispo, mientras que el gasto público en aborto es 12 veces mayor que el destinado a ayudar a embarazadas. España está a la cola de Europa en políticas de apoyo a la familia y fomento de la natalidad, con la Comunidad de Madrid como una excepción significativa.

El drama de la vivienda

España tiene 26,6 millones de viviendas, de las cuales 3,8 millones están vacías y otras 3,4 apenas se usan. Aunque el número de hogares ha aumentado en 2 millones en la última década, el tamaño medio de los hogares se ha reducido: el 27% son unipersonales y solo el 7,4% tienen cinco o más personas.

Argüello destaca que «hay cada vez más personas en hogares compartidos», lo cual antes era propio de la juventud y ahora afecta a personas de 30 o 40 años.

Trabajo y desempleo

El desempleo afecta al 11,2% de la población activa, alcanzando el 26% entre los jóvenes. Hay millones de personas «en riesgo de pobreza» y la temporalidad laboral es alta, con salarios bajos y dificultades para conciliar la vida personal. Además, la Seguridad Social ha registrado un aumento del 40% en las bajas por dimisión.

Argüello destaca el valor de la inmigración, que aporta trabajadores e hijos a escuelas que de otro modo cerrarían, pero advierte que «tiran de las condiciones laborales hacia abajo».

Convivencia política

El arzobispo denuncia que las decisiones internacionales están muchas veces en manos de grandes corporaciones, más poderosas que los Estados, lo cual provoca empobrecimiento y desastres ambientales. Señala también el peligro de «democracias más autoritarias» y la «dialéctica populista y polarizada» que mantiene dividida a España.

Argüello cree que no podemos dejar la solución de estos problemas solo en manos de los políticos, ya que requiere del compromiso ciudadano.

El prelado hace una crítica contundente a los partidos políticos actuales. Los autodenominados progresistas «promueven y defienden antropologías radicalmente insolidarias», mientras que los partidos conservadores, que dicen defender la vida y la familia, «promueven un sistema económico que fomenta la misma práctica individualista».

En el fondo, «una concepción individualista del ciudadano los une», asegura el arzobispo, cuyas prácticas políticas «se complementan y retroalimentan» pese a sus discursos enfrentados.

Reflexión final

Este es el diagnóstico, concreto y preciso, también algunos llamados explícitos a la acción y otros que, sin ser formulados, se deducen claramente de sus planteamientos.

La cuestión es si todo esto se quedará como un mensaje más, o esta vez sí, ante la policrisis que vive España, habrá un impulso organizado de los laicos católicos para que, de una vez por todas, se hagan presentes de manera conjunta en la vida pública.

Porque no lo olvidemos, la raíz de todo es la desaparición de Dios del imaginario colectivo, de la vida de muchas personas, pero también de la vida pública. Pero sobre esta ausencia se levantan problemas que solo tienen respuesta adecuada desde la acción política, que no significa solo acción desde los partidos, cada vez más estériles y desacreditados, sino como corriente organizada de la sociedad civil, como por ejemplo el paso dado por la Corriente Social Cristiana.

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