Cuba ha propuesto aprobar una nueva constitución. La nueva Carta Magna de la isla contará con 224 artículos nuevos que pretenden dar una impresión de actualización, una suerte lampedusiana de cambiarlo todo para no cambiar nada. El nuevo redactado reconoce la propiedad privada, da un relieve especial a la necesidad de la inversión extranjera en la isla y propone la limitación del mandato presidencial, entre otras cuestiones. Un lavado de cara a una dictadura que sigue siéndolo y que tan sólo hace un cambio estético en cuestiones que poco impacto tienen en los que sostienen el poder desde hace décadas.
Y es precisamente ese aspecto el que destaca poderosamente, ya que para realizar ese maquillaje se ha elegido aprobar un controvertido artículo que proyecte un avance en cuanto a derechos humanos en el país. Hablamos del artículo 68, que abre la puerta al matrimonio homosexual en lo que denomina la «unión entre dos personas» sin especificar el sexo y, por lo tanto, abriéndose a todas las posibilidades.
Sin embargo, este lavado de cara del sistema totalitario de la isla ha estado perfectamente muy bien perpetrado porque ahora mismo Cuba ha lanzado una imagen de apertura contundente (aunque falsa), ya que aceptar el matrimonio homosexual por un país es visto or la mayoría del mundo occidental como un paso inequívoco de posicionamiento favorable a los derechos humanos. Una treta que si bien está siendo muy celebrada por los poderes internacionales del homosexualismo político, también está siendo vista como hipócrita y cínica por los presos políticos, los asilados políticos que viven exiliados en el extranjero y la diáspora cubana que vive forzadamente de espaldas a su país.
Al artículo 68 habría que sumarle el número 40, que establece la igualdad y no discriminación por razón de género o identidad sexual. Ambos han sido muy criticados por los entornos eclesiásticos, que señalan, precisamente, el ejercicio de de gatopardismo que apenas cambia nada que afecte al Gobierno, pero que sí que realiza ingenierías sociales para justificar un movimiento político en favor de las libertades cuando de las fundamentales se sigue adoleciendo.
Esos nuevos artículos de la nueva carta, que se votará en febrero y sustituirá la de 1976, constituyen una apuesta personal de la hija del presidente Raúl Castro, hermano del fallecido Fidel Castro. Mariela Castro es directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), referente de la comunidad LGTBI. Su subdirector, Manuel Vázquez, afirma que este paso “es un avance muy positivo en el contexto latinoamericano actual, marcado por retrocesos en los derechos LGTBI, la salud reproductiva y sexual y la violencia de género”. “Con la nueva Constitución, toda la población ganará en derechos, no solo los homosexuales. El 68, y el 40, que es su fundamento, nos permitirá avanzar hacia una sociedad más diversa. No se trata solamente de celebrar nuestro orgullo, sino de reivindicar nuestras vivencias como una forma legítima y legal en el seno de una sociedad más inclusiva”, considera.
El efecto llamada al turismo gay
Por otro lado, ya se han levantado numerosas voces que denuncian que esta supuesta apertura al matrimonio homosexual tendrá un efecto llamada para el turismo gay. La isla ya ha sido famosa por ser destino de turismo sexual, ahora se abriría a las opciones homosexuales.
Según la activista del homosexualismo político Susana Hernández la nueva constitución «puede potenciar el turismo para este segmento de la población, es un factor a tener en cuenta. La gente quiere sentirse cómoda y cada vez se promocionan más ambientes para la diversidad. Ahora hay al menos siete bares para gays en La Habana”, explica.
Hernández a creado una ruta queer, que“es la primera experiencia de este tipo, permite una primera visión de la ciudad para aterrizar en ella con seguridad. Y el impacto que está teniendo en los medios internacionales supone también un plus de empoderamiento porque aún queda mucho por hacer en el tema del orgullo, de la visibilidad”.