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La incoherència de Reyes Maroto

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Vaya por delante una  afirmación rotunda, que enmarca todo lo que sigue: nadie puede juzgar a una persona y menos a su fe, porque esto corresponde a Dios. A partir de aquí vayamos a los hechos, porque sobre ellos sí que podemos tratar y opinar sobre determinados actos, compromisos y palabras.

El primer hecho se relaciona con Reyes Maroto

Economista, ministra de Industria, Comercio y Turismo entre 2018 y ahora mismo, cuando cesó para ser la candidata socialista a la alcaldía de Madrid.

Pues bien, ésta destacada dirigente del PSOE, afirma en una entrevista en El Mundo:

«Soy muy católica y ese perfil no lo conocían de mí. El día de San Isidro fui a comulgar y pedí claramente al santo ganar las elecciones. Soy de pueblo y me he criado en una parroquia. La parroquia lo era todo. Formé parte del coro y aprendí a tocar la guitarra, aunque no he sido catequista. Mis hijos están bautizados y han hecho la Comunión. Me confesé durante la misa de San Isidro y lo llevo con mucha normalidad».

Es una declaración no solo de fe, sino de vida piadosa rotunda, confesión eucaristía… Nadie puede cuestionar lo que dice y hace, bueno, alguien sí, un obispo, por ejemplo, pero no yo, por descontado. Pero lo que si puedo hacer es preguntar:

¿Cómo Reyes Maroto puede afirmar su catolicismo y al mismo tiempo acordar como ministra leyes tan contrarias, como la de educación, la eutanasia y suicidio asistido, la brutal nueva ley sobre el aborto, la ley trans, las diversas normas que han ido liquidando la patria potestad y el derecho de los padres a educar a sus hijos, ese feminismo de género feroz que culpabiliza a todos los hombre?.

Todo eso es frontalmente contrario a la fe católica, sin matices, aunque la lista podría prolongarse con aspectos de la doctrina social de la Iglesia de otro tipo, como apunto en concreto más adelante.

Pero, dejemos lo indubitable, lo que hace daño a los ojos, y debería hacerlo a las conciencias.

Al producirse en aquellos términos después de su trayectoria política previa y reciente, que consigna que no son errores del pasado, hay que decir que, al juzgar los hechos, Maroto es muy  incoherente o supedita tanto las verdades de la fe a la ideología de su partido, que la incapacita para ejercer con garantías un cargo de responsabilidad pública, porque su criterio retuerce en tal media la realidad, y la supeditación a lo que diga el dictado político de su partido es de tal dimensión, que le suprime todo crédito.

Claro que esta objeción tiene una salida. Su razonamiento público de cómo resulta compatible el bien y el mal, no como concepto teórico, sino a través de aquellas leyes y prácticas concretas y sus afirmaciones prácticas sobre su catolicismo…

En fin, ¿era necesario declarar a bombo y platillo como candidata socialista, que se confiesa en San Isidro…?

La otra cara de la moneda socialista es Paco Álvarez.

Fue destacado dirigente socialista, alcalde eterno de La Coruña y embajador en el Vaticano. Nunca escondió su catolicismo y ahora en unas declaraciones a La Razón presenta la realidad sin medias tintas:

«Mi generación universitaria fue la promoción Vaticano II. Para nosotros, la fe fue y es una condición determinante para los demás aspectos de nuestra vida. Crecimos en un tiempo en que se nos dijo que los católicos debíamos participar transversalmente y quien salió más favorecida desde esta apuesta fue la izquierda, porque se nutrió de los jóvenes de los movimientos cristianos de base como la Juventud Obrera Católica, Cursillos de Cristiandad… Los que llamaban los «vaticanistas» en el PSOE procedían de estas realidades. Hoy no cabe esa transversalidad. Yo espero que mis nietos reflexionen sobre la necesidad de que políticamente haya una plataforma política independiente de la Iglesia, pero identificada con los valores que la Iglesia representa. Si no, mal vamos.”

¿Cómo tiene que votar un cristiano este 28-M?

En primer lugar, los obispos tienen que darnos orientaciones. El silencio de la jerarquía a este respecto es un gran error porque es interpretado como miedo. Cuando nuestros eclesiásticos callan, en el otro lado hay quien lo interpreta como temor y no interpreta el silencio como una oferta conciliadora de diálogo y acuerdo. La Iglesia, por tanto, tiene que hablar y el voto católico tiene que discernirse, ajustado a lo que ofrecen los partidos políticos, a partir de lo que Benedicto XVI llamaba los principios irrenunciables, entre los que destacan, como más importante y trascendente, el derecho a la vida, junto a la libertad religiosa y a la libertad de los padres para educar a sus hijos«.

Más acertada o menos, Paco Álvarez señala la diferencia entre su generación y la situación actual, que es evidente, y  que podríamos definir en estos términos: de la transversalidad a la necesidad de una plataforma política independiente de la Iglesia, pero identificada con los valores cristianos.

Y esto es así porque la transversalidad ya no es posible y porque la situación de los partidos hace que sea muy difícil  encontrar una opción que recoja de manera mínimamente adecuada el fundamento de la doctrina social cristiana, que el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia define con los principios del  Bien Común, que primero ha de ser bien para que pueda ser común, el de subsidiariedad, que algunos partidos políticos olvidan de una manera radical e inaceptable. Del destino universal de los bienes y también del principio de solidaridad, que otros grupos parecen ignorar en un grado excesivo, y el de la participación, que es mucho más que votar cada cierto tiempo.

Así mismo forman parte de este cuerpo aquellos valores que la Iglesia considera fundamentales para la vida social, porque sin ellos los principios nunca pueden realizarse.

Se trata de la verdad,  tan ausente en política, que el elector ya parece haber asumido, la monstruosidad de que las promesas electorales se hacen para no cumplirse, y la libertad, que significa la posibilidad de optar, cosa que no existe a pesar de que quienes nos gobiernan se llenen la boca de esta palabra.

Porque no hay libertad cuando la opción es que te maten mediante la eutanasia o que mueras con sufrimiento porque no destinan suficientes recursos a los cuidados paliativos, o porque no ofrecen a las mujeres que quieren abortar una alternativa real y, por el contrario la reprimen, convirtiendo el aborto no solo en un derecho, sino prácticamente en casi una obligación. Y también la justicia en todos sus sentidos, que tan escasa anda por falta de medios y en otros casos de contenidos, incluso en niveles que deberían ser intocables como muestra el desastre actual del Tribunal Constitucional.

Todo esto está desaparecido de la política actual.

Surge una florecilla en estos, otra en otros, pero el conjunto es inexistente y, por tanto, ni tan solo los partidos más conocidos, porque es a ellos a los que nos referimos, incluso aquellos que se reclaman en alguna medida portadores de inspiración de valores cristianos, están lejos de representarnos.

Por tanto, o bien se hacen trampas al solitario como la candidata a la alcaldía de Madrid  Reyes Maroto, o bien es necesario construir aquella plataforma política cristiana, en su inspiración, fundamentos y práctica, pero no confesional ni vinculada a la iglesia.

Esto es lo que hay.

@jmiroardevol

O bien se hacen trampas al solitario como la candidata a la alcaldía de Madrid Maroto, o bien es necesario construir aquella plataforma política cristiana, en su inspiración, fundamentos y práctica, pero no confesional ni vinculada… Clic para tuitear

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • “Soy muy católica y ese perfil no lo conocían de mí.”

    Desde luego, a la vista de su militancia política y de su postura antes ciertas cuestiones nadie hubiese podido adivinar que la Sra. Maroto es “muy católica”. Nos lo tenemos que creer puesto que ella lo dice, pero también pudiera ser que sea ella quien se crea muy católica porque nadie le ha dicho que no lo es.

    “El día de San Isidro fui a comulgar y pedí claramente al santo ganar las elecciones.”

    Su catolicismo resultaría más creíble si hubiese pedido que ganase las elecciones la candidatura que al parecer de San Isidro sea la mejor para las personas que viven en Madrid, es decir, que hubiese hecho un acto de humildad y lo hubiese dejado todo en manos del santo, en vez de pedirle directamente el triunfo para sí misma.

    Sea como sea, cuando Vox, en enero de 2023, propuso unos protocolos, de acceso libre, con el objeto de ayudar a disminuir los abortos voluntarios en Castilla-La Mancha, la Sra. Morato no tuvo empacho católico alguno en soltar esta opinión:
    “se trata de «un ataque intolerable» contra las libertades en Castilla y León, con el fin, ha lamentado, de «intimidar a las mujeres para que no ejerzan su derecho».
    https://www.20minutos.es/noticia/5091918/0/reacciones-medidas-aborto-vox-castilla-leon/

    Una declaración que, además de calumniosa, porque estas medidas no pretendían intimidar a nadie, tiene la desfachatez de ser explícitamente contra-católica, al considerar que abortar es un derecho.

    En consecuencia, si la Sra. Maroto viene ahora dándoselas de “muy católica”, no puede sino tratarse de una estrategia con la que espera recaudar votos de madrileños católicos. Esperemos que nadie pique.

    Responder
  • Con Biden y Pelosi, también «católicos devotos», Reyes Maroto forma el Trío Miseria.

    Responder

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