El exjugador del Real Madrid, Javier «Chicharito» Hernández, ha desatado una intensa controversia al publicar un vídeo en el que llama a hombres y mujeres a volver a lo esencial: la complementariedad natural entre los sexos y el valor del hogar como núcleo de la vida.
Sus declaraciones como machistas, se pueden entender como una valiente defensa de verdades que hoy resultan incómodas, pero profundamente necesarias.
Mujer: don, no opresión
En su mensaje, Chicharito invita a las mujeres a “encarnar su energía femenina: cuidando, nutriendo, recibiendo, multiplicando, limpiando, sosteniendo el hogar”.
Esta afirmación reconoce el don único de la mujer para generar vida y armonía en su entorno. El ser humano, varón y mujer no son intercambiables ni neutros. Son diferentes, y esa diferencia es fuente de riqueza, no de desigualdad.
La feminidad auténtica no se define por competir con el hombre, sino por vivir la vocación propia con plenitud: la capacidad de acoger, transformar, embellecer y cuidar. No es casual que la Virgen María, modelo perfecto de mujer, haya hecho precisamente eso: recibir, nutrir, acompañar, sostener. Y desde ese lugar de humildad y fortaleza, transformar la historia.
El hogar, espacio sagrado
Chicharito afirma que “el hogar es el lugar más preciado para nosotros los hombres”, y tiene razón. La cultura de la productividad ha convertido la vida familiar en un accesorio es necesario redescubrir el valor espiritual del hogar.
El hogar no es solo un lugar físico, sino el centro donde se forjan las personas, donde se transmite el amor, la fe, la identidad.
No es degradante que la mujer tenga un papel fundamental en el sostenimiento del hogar; al contrario, es una vocación elevada. Como enseña el Papa Juan Pablo II, la maternidad espiritual —incluso en mujeres que no son madres biológicas— es una dimensión irrenunciable de la identidad femenina. Y eso no las excluye del mundo profesional, sino que les permite vivirlo desde una identidad más profunda.
Honrar la masculinidad
Otra afirmación que ha causado revuelo es la exhortación de Chicharito a que las mujeres “honren la masculinidad” y se “permitan ser lideradas por un hombre que quiere verlas felices”.
Esto no es dominación, sino un llamado a la reciprocidad. El varón auténtico no es el que domina, sino el que lidera desde el amor, como Cristo que se entrega por su Iglesia.
Hoy, la masculinidad está siendo erradicada culturalmente. Los hombres jóvenes crecen con miedo a ejercer su fuerza, su liderazgo, su vocación protectora. Por eso es valioso que figuras públicas como Chicharito digan con claridad que el hombre también tiene una misión: comprometerse, ser admirable, cuidar, respetar, proveer.
Un mensaje
La reacción virulenta que ha generado este vídeo muestra que estamos en una sociedad que ya no tolera ciertas verdades.
Se confunde la igualdad con la eliminación de las diferencias. Pero la antropología cristiana es clara: Dios creó al hombre y a la mujer “a su imagen”, y en su diferencia y complementariedad está el reflejo de su amor.
Chicharito ha dicho verdades difíciles en un lenguaje quizás inusual, pero ha tocado una herida abierta en nuestra cultura.
Su mensaje quiere recordar que solo reencontrándonos con nuestra identidad sexual —masculina o femenina— podremos construir relaciones sanas, hogares estables y una sociedad verdaderamente humana.
No impone roles, pero sí propone una visión del ser humano que respeta su verdad más profunda. Y en tiempos de confusión, es buena la valentía de hablar desde esa verdad.










