La Inquisición sigue siendo hoy en dĆa sinónimo de masacre contra los herejes e infieles. Esta institución se ha convertido en la cara mĆ”s visible, tanto dentro como fuera del paĆs, de la historia de EspaƱa. La Inquisición se sigue presentando como la prueba irrefutable de la perversión de la jerarquĆa católica y el retraso general de EspaƱa. Un ejemplo que se ha empleado una y otra vez para ridiculizar tanto la Iglesia como la sociedad espaƱola.
En cambio, casi nadie recuerda que los degüellos y descuartizamientos de católicos en la Inglaterra de Enrique VIII y la Reina Isabel, o en los PaĆses Bajos de Guillermo de Orange, eran infinitamente mĆ”s numerosos que las torturas y ejecuciones de la Inquisición espaƱola.
La violencia de los protestantes sólo es el primer ejemplo de una larga lista de manipulaciones históricas propugnadas por el mundo anglosajón, el gran enemigo de España durante los siglos XVI y XVII.
La población indĆgena en AmĆ©rica.
Otro caso interesante es el de las masacres de nativos amerindios a manos de los Conquistadores. Lo cierto es que la gran mayorĆa murieron no por la espada o el arcabuz, sino por las enfermedades que los espaƱoles trajeron del Viejo Mundo. A veces los virus se emplearon como arma de guerra, pero nunca con el objetivo de exterminar.
Los espaƱoles, una diferencia de los ingleses, estaban mĆ”s preocupados por evangelizar a los nativos que por acabar con ellos. En cambio, los ingleses y mĆ”s tarde sus sucesores estadounidenses llevaron a cabo durante siglos una polĆtica de exterminio de poblaciones locales, que se prolongó hasta el siglo XX.
La prueba es que, hoy en dĆa, menos del 1 por ciento de la población de Estados Unidos es indĆgena, y los norteamericanos blancos son el grupo que menos se ha mezclado con otras poblaciones. En cambio, segĆŗn los censos de los paĆses hispanoamericanos, el porcentaje de indĆgenas es muy superior, llegando al 66% en el caso de Bolivia. La sola excepción es Brasil, con un 0,4%.
Los holandeses tambiĆ©n cometieron atrocidades en sus colonias de las Antillas, hasta el punto que la comunidad del Caribe ha acusado directamente a los PaĆses Bajos, junto con el Reino Unido y Francia, exigiendo reparaciones.
La historia los escribe los vencedores.
SegĆŗn la autora MarĆa Elvira Roca Barea, que ha publicado el libro Ā«Imperiofobia y leyenda negraĀ», la campaƱa contra EspaƱa y su historia es en buena parte producto de la propaganda protestante, particularmente anglicana y calvinista, enmarcada en una estrategia para reafirmar los nacionalismos inglĆ©s y holandĆ©s.
Pero Roca Barea tambiĆ©n seƱala el propio Imperio EspaƱol, y mĆ”s tarde los intelectuales, escritores y artistas espaƱoles, que en vez de defenderse, hicieron suya la leyenda negra. Su -extraƱa- intención serĆa hacer autocrĆtica. Pero irĆan tan lejos que acabarĆan dado la razón a los propagadores de la leyenda.
Unos propagadores que, por otra parte, no siempre han actuado con la intención de derribar o ridiculizar EspaƱa. Historiadores reconocidos y de prestigio adoptan en mayor o menor grado muchas de las tesis de la leyenda negra, quizĆ”s por ignorancia o falta de pruebas que demostraran lo contrario. Lo peor es que tales pruebas existĆan, pero nadie las daba a conocer.
Los que mĆ”s se han aprovechado de la leyenda negra han sido sus inventores ingleses y holandeses. Eran estas dos naciones, unidas no sólo por su hostilidad contra el catolicismo sino por los vĆnculos de sangre de sus monarcas, los principales rivales geopolĆticos de la EspaƱa del Siglo del Oro. Y el declive espaƱol coincidió con su auge. La historia la escriben, literalmente, los vencedores.
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William Thomas Walsh, nacido en Waterbury, Connecticut, en 1891 publicó en 1930 su libro Isabella of Spain. Obra traducida a la lengua francesa en 1932. En 1937 apareció la primera edición en lengua castellana con el tĆtulo Isabel de EspaƱa. En esta obra queda de muy manifiesto la malvada leyenda negra. Este historiador hispanista estadounidense habló muy claro en 1930. Lean este libro si es que aĆŗn se publica en lengua espaƱola. Relata de forma muy clara la verdad histórica documentada que deja en su lugar la malvada leyenda negra.