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¿Somos sal o azúcar? La mentira LGTBI que destruye nuestra sociedad.

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Asistimos a tiempos confusos. El maligno, que si alguno no lo sabía, nos supera a años luz en astucia e inteligencia, está penetrando a pasos agigantados en todos los pilares de nuestra sociedad. Economía, cultura, sociedad, familia… nada se libra de sus tentáculos.

La bomba LGTBI es una «obra maestra» del mal, con consecuencias impredecibles. Lo descubrí ayer, cuando mi hija de 11 años, a la que hemos procurado siempre explicar la cuestión de la homosexualidad y la ideología de género desde un punto de vista cristiano, me preguntó si alguna vez había dudado de mi género.

Sal, azúcar y la mentira LGTBI
Sal, azúcar y la mentira LGTBI

Es manifiestamente evidente que la catequesis del mal, orquestada en miles de impactos diarios en los colegios, televisión e internet, es mucho más fuerte que cualquier educación que creamos que estamos ofreciendo a nuestros hijos. Por eso quizás haya llegado el momento de dejarnos de remilgos y complejos y dar una respuesta contundente, desde todas las estructuras del cristianismo, jerárquicas y no jerárquicas, al movimiento LGTBI.

Somos sal, no azúcar, y no estamos dispuestos a que sigáis destruyendo nuestra sociedad.

El movimiento LGTBI está destruyendo nuestra sociedad. Así de simple, así de claro. Y no, no es homofobia, es sentido común; hacer que un niño, con 10 años, se pregunte acerca de su género, es destruir la sociedad.

La Sal es un potenciador del sabor de los alimentos. Sirve para que cada alimento, en un preparado de cocina, ofrezca lo mejor de sus características y sabor al conjunto. Por eso, cuando la usamos en exceso y la comida queda salada, nuestro paladar la rechaza… ha perdido su sabor original y ya no sabe a nada más que Sal.

El azúcar se parece mucho a la sal. Ambos elementos se disuelven para fundirse con los alimentos en los que se emplean pero, sin embargo, la misión del azúcar no es potenciar, sino  suplantar el sabor del resto de alimentos.

La Sal sólo produce efectos no deseados cuando se utiliza mal. El azúcar, sin embargo, comienza a cumplir su misión desde el primer momento, de «enmascarar» otros sabores e ir ganando terreno para acabar imponiendo su «dulzura», anulando con ello al resto de elementos, lejos de potenciarlos.

Así es la cultura LGTBI que nos están imponiendo y por ello no podemos caer en la tentación sentimentalista de «acoger» al movimiento LGTBI en ninguno de los movimientos cristianos que compremos la Iglesia en el Mundo.

“Hemos diluido el evangelio a una solución tan débil, que si fuera la cura no sanaría a nadie y si fuera veneno no mataría a nadie”

Lo alarmante es que en una sociedad que prostituyó la moral y aniquiló los valores, existan algunos que llamándose “cristianos” están más preocupados en no ofender a nadie, excepto en ofender a Dios mismo, aunque fuere por omisión.

Los cristianos acogemos a personas, no ideologías. No juzgamos conciencias individuales, pero si movimientos. No condenamos a las personas, pero si al pecado. En definitiva, somos SAL, no azúcar…

Daniel Fernández

Asociación Cristianos en Democracia

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Héctor T. Chávez Valencia
    18 junio, 2023 15:48

    Dicen: “Somos sal, no azúcar, y no estamos dispuestos a que sigáis destruyendo nuestra sociedad”. Pero yo les digo: «Somos sal, y azúcar, y seguiremos construyendo, en nuestra sociedad el Reino de Dios». Porque digo que somos las dos cosas, porque las dos condimentan, dan sabor a cada taza o plato que te sirves; imagínate comer un chupe de camarones, si estas en Perú, principalmente en Arequipa, ¡sazonado con azúcar! El azúcar sazona un buen café, la sal sazona un buen chupe de camarones. Tu

    ¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca! Por tus ordenanzas cobro inteligencia, por eso odio toda senda de mentira. Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero. (Sal. 119, 103-105)

    Recuerden siempre que: «Yo he venida para que tengan vida y la tengan en abundancia». Además, «Yo no he venido a llamar a justos sino a pecadores». Por eso, «venzan el mal a FUERZA de BIEN». Todos los integrantes de la comunidad LGTBI estan, sin temor a equivocarme, bautizados; y, si están siguiendo una senda de mentira, ¿Quiénes serán los causantes de este extravío? Pongámonos las manos al pecho y hagamos un acto de reflexión y arrepentimiento, ¿No será mi tibieza? ¿Mi falta de compromiso con Cristo, en su Iglesia?

    El día del orgullo gay, personalmente manifesté lo siguiente: “Estimados amigos del LGTBI gracias por compartir el mes del orgullo y la tolerancia. Dentro de este contexto de libertad, tolerancia y orgullo, comparto con Uds. también el motivo de mi ORGULLO: JESUCRISTO, «Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de ORGULLO en Cristo Jesús cuando yo vuelva a estar entre vosotros». (Fil. 1, 25-26).
    «Varones justos sean tus comensales, y en el temor del Señor esté tu ORGULLO. Sean ricos, llenos de gloria o pobres, su ORGULLO es el temor del Señor. Corona de los ancianos es la mucha experiencia, su ORGULLO es el temor del Señor». (Si. 9,16; 10,22; 25,6). Bendito mes del orgullo y tolerancia de, cada uno”.

    PERO hay que contextualizar la Palabra de Dios, para hoy: «Si yo digo al gayo lesbiana: «Gay o lesbiana, van a morir sin remedio», y tú no les hablas para advertir al gay o lesbiana que dejen su mala conducta, ellos, el gay o lesbiana, morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti. Si por el contrario adviertes al gay o lesbiana, que se conviertan de su mala conducta, y ellos no se convierten, morirán ellos debido a su culpa, mientras que tú habrás salvado tu vida. (Ez. 33, 8-9). El Señor dice que debemos «hablar y advertir de su mal camino; PERO con «Palabras suaves, que son panal de miel: dulces al alma, saludables al cuerpo». (Pr. 23, 16). Hay que ganarlos para Cristo, no dejarlos que el demonio los destroce.

    Ahora, DIA DEL PADRE, invito a los integrantes de estas comunidades LGTBI que, reflexionen a la luz de, ser hijos de unos padres: varón y mujer; sus padres los han engendrado y son ellos, ahora, los autores de su éxito o fracaso en sus vidas. Concuerdo con lo manifestado por S.S. Francisco: ¿Quién soy yo para juzgar a un gay?
    https://www.youtube.com/watch?v=AWyIdxGQLF8 ¡FELIZ DIA DEL PADRE¡ Bendiciones.

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