Por primera vez, las principales sociedades médicas de España —pediatras, neurólogos, psiquiatras y psicólogos— se han unido para lanzar una advertencia contundente: el uso excesivo de pantallas por parte de los adolescentes representa “un problema de salud pública de primer orden”.
Esta histórica alianza entre especialidades médicas tiene un objetivo claro: instar a las familias, escuelas y autoridades a limitar a un máximo de dos horas al día el tiempo que los menores dedican a dispositivos como móviles, tabletas y ordenadores.
La alarma no es exagerada ni repentina. Se basa en una creciente evidencia científica sobre los efectos nocivos del abuso de pantallas en el desarrollo físico, mental y emocional de niños y adolescentes.
Como lo describen los profesionales médicos, estas tecnologías están diseñadas para crear una fuerte dependencia, “una adicción comparable a las tragaperras”, en palabras de varios expertos.
Insomnio y depresión
Los pediatras han documentado una lista preocupante de consecuencias derivadas del uso excesivo de pantallas: insomnio, ánimo depresivo, baja autoestima, obesidad, sedentarismo, déficit de atención, y dolor musculoesquelético por malas posturas.
Además, se está detectando un deterioro generalizado de la salud mental en los adolescentes, con un incremento en los casos de ansiedad y depresión ligados directamente al tiempo que pasan conectados y a la hiperestimulación constante que reciben.
En el ámbito educativo, la preocupación es igualmente intensa. Un número creciente de expertos en neurodesarrollo denuncia que la sobreexposición a pantallas en edades tempranas afecta la capacidad de concentración, la memoria a largo plazo y las habilidades cognitivas fundamentales para el aprendizaje.
Algunos catedráticos, como el caso recientemente difundido de un profesor universitario que pactó con sus alumnos volver a tomar apuntes a mano, aseguran que existe una «epidemia de entontecimiento masivo» como resultado de esta dependencia digital.
El sistema educativo
Los médicos también apuntan a la Ley Celaá, vigente desde 2020, como un factor agravante.
Esta norma fomenta el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en las aulas, con la intención de modernizar la enseñanza.
Sin embargo, los especialistas sostienen que dicha digitalización se ha implementado sin suficiente reflexión ni evidencia de sus beneficios reales para el desarrollo cerebral de los menores.
Por ello, las sociedades médicas promoverán una enmienda legislativa para modificar esta ley.
Su objetivo es claro: limitar la exposición a pantallas en el ámbito escolar y recuperar métodos tradicionales que han demostrado ser más eficaces para el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes, como la escritura a mano y el uso de libros impresos.
La hiperconectividad
Uno de los datos más reveladores que refuerzan esta alerta médica es que un tercio de los adolescentes españoles mantiene activas las notificaciones del móvil incluso durante las clases.
Esta hiperconectividad constante interfiere gravemente en su capacidad de atención y provoca un estado de alerta permanente que impide la desconexión mental necesaria para el descanso y la reflexión. A largo plazo, este estilo de vida digital puede generar trastornos de ansiedad crónicos y dificultades para establecer relaciones sociales sanas en el mundo real.
¿Qué pueden hacer las familias?
Ante este panorama, las sociedades médicas recomiendan a las familias tomar un papel activo en la regulación del uso de pantallas en casa. Proponen medidas concretas como:
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Establecer un límite máximo de dos horas diarias de pantallas.
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Fomentar actividades al aire libre y juegos no digitales.
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Quitar los dispositivos del dormitorio por la noche para favorecer el sueño.
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Dar ejemplo: si los adultos abusan del móvil, los menores lo imitarán.
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Promover la escritura a mano y la lectura en papel.
La advertencia de los profesionales de la salud no pretende demonizar la tecnología, sino llamar a un uso responsable, adaptado a las etapas del desarrollo infantil y adolescente.












