Nancy Pelosi es una líder demócrata en Estados Unidos, en la actualidad presidenta de la Cámara de Representantes desde 2019. Pelosi está en el escaparate mediático después de que su defensa pública al aborto y a Roe versus Wade haya provocado que representantes eclesiales primero le hayan advertido de su contradicción y luego la hayan invitado a dejar de comulgar.
ForumLibertas informó la pasada semana de que el arzobispo Salvatore Cordileone de San Francisco anunció que la presidenta Nancy Pelosi no debe ser admitida en la Sagrada Comunión en su arquidiócesis, ni debe presentarse para recibir la Eucaristía, hasta que repudie públicamente su apoyo al aborto.
Monseñor Cordileone explicó el 20 de mayo que la decisión era «puramente pastoral, no política» y se produjo después de que Pelosi, del partido demócrata por California, se describiera a sí misma como una «católica devota» y rechazara sus esfuerzos por comunicarse con ella para hablar sobre el aborto.
Cordileone dijo que envió una notificación a Pelosi, “un miembro de nuestra arquidiócesis”, el 19 de mayo. La líder demócrata no respondió públicamente de inmediato al anuncio de Cordileone después de que se diera a conocer a los medios el viernes por la tarde. En una entrevista de 2008, Pelosi dijo que para ella, que se le negara la Comunión sería “un duro golpe”, y se describió a sí misma en ese momento como una “comulgante habitual”.
Ahora, más obispos se han sumado a Cordileone y la demócrata está vetada en al menos cuatro diócesis. Los obispos han seguido el ejemplo citando su apoyo al derecho al aborto como causa para invalidar su derecho al sacramento.
El mismo día que Cordileone determinó en una carta pública que Pelosi “no debía ser admitida a la Sagrada Comunión a menos y hasta que repudie públicamente su apoyo al ‘derecho’ al aborto», el obispo Robert Vasa prohibió a la oradora la Comunión en la Diócesis de Santa Rosa, que limita con la archidiócesis de Cordileone.
“Visité al párroco en St Helena y le informé que si el arzobispo prohibía a alguien recibir la Sagrada Comunión, entonces esa restricción seguía a la persona y que el párroco no era libre de ignorarla”, decía la declaración de Vasa.
En su declaración, Vasa invocó un artículo de derecho canónico que, en sus palabras, “deja en claro que proporcionar sacramentos a alguien a quien se le prohíbe recibirlos tiene sus propias sanciones posibles”. Según Vasa, la ley canónica dice que una persona puede ser “castigada con suspensión” por administrar intencionalmente un sacramento a “aquellos que tienen prohibido recibirlo”.
El Canon 915 establece: “No deben ser admitidos a la Sagrada Comunión los que han sido excomulgados o interdictos después de la imposición o declaración de la pena y otros que obstinadamente perseveran en el pecado grave manifiesto”.
A Vasa se unieron posteriormente el obispo Michael Burbidge de la diócesis de Arlington, en Virginia, y el obispo Joseph E. Strickland de la diócesis de Tyler, Texas.
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