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Nos preocupa el camino sinodal alemán. Razones

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No queremos ocultar nuestra preocupación por lo que está sucediendo en la Iglesia alemana, por sus consecuencias y por casi su segura contaminación del proceso sinodal, en la que está más o menos inmersa la Iglesia Católica en su conjunto.

También nos preocupa una notable asimetría en el trato que Roma confiere a la casi herejía de una parte de la institución eclesial en Alemania, con el que da a otras personas y grupos de la Iglesia que, en un inexacto lenguaje, se les califica de conservadores. Lo que en un caso son conversaciones discretas y algunas llamadas públicas, ostentosamente desatendidas por el propio presidente de los obispos alemanes, George Bätzing, son mandatos disciplinarios y ausencia de todo diálogo con las voces discordantes de quienes se consideran, sin razón o con ella, defensores de una mayor ortodoxia eclesial.

El camino sinodal alemán, anterior al que está realizando la Iglesia Católica, celebrará su última asamblea entre el 9 y el 11 de marzo, y ahí veremos el alcance de sus conclusiones que, según los observadores, serán de menor ruptura con el magisterio de la Iglesia, de lo que podía pretenderse en un inicio.

El camino sinodal alemán es un ejercicio auto referenciado, síntoma sociológico de decadencia, que no busca tanto interrogarse sobre cómo evangelizar al mundo, sino cómo reformar a la propia Iglesia, pero desde criterios mundanos y no desde la profundización del Concilio Vaticano II y el Magisterio y la Tradición.

Por eso se han centrado sobre pretendidas causas sistémicas de los abusos sexuales más basadas en el tópico que en la realidad.

Por ejemplo, pretendiendo que su solución estaría en el carácter masculino de la sociedad sacerdotal, en el celibato, ignorando la estadística evidente, que señala que la pederastia es primordialmente un mal extendido en nuestra sociedad que contamina a la iglesia y que la cuestión central es cómo protegerse de esta contaminación.

También olvida el elevado número de casos de abusos que corresponden a patrones homosexuales y que son diferentes a los patrones generales de naturaleza heterosexual. Como no podía ser de otra manera, han tratado del papel de la mujer en la Iglesia como si fuera menor que el de los laicos, hombres y mujeres. Forumlibertas ha venido publicando una amplia información de primera mano sobre este sínodo. Quien busque un buen conocimiento sobre él podrá encontrarlo en dicho material publicado.

Se someterán a votación 10 textos que presentan aspectos muy polémicos relacionados con aquellos aspectos y también con otra obsesión mundana, la doctrina sexual de la Iglesia, para que sea posible la bendición de parejas homosexuales, o que la vida particular de quienes trabajan para la Iglesia no tenga ninguna relevancia en su contratación. En otros términos, que pueden ser ocupados en tareas de la institución eclesial personas que se encuentren en su práctica diaria alejadas del modelo cristiano. Extraña forma de entender el testimonio.

Un tema que promete ser polémico es del Consejo sinodal, porque si bien todas aquellas cuestiones parece que serán matizadas en las conclusiones, los resultados, difícilmente pueden resultar satisfactorias dades las grandes divergencias de salida con la doctrina de la Iglesia. En un caso la diferencia radical se mantendrá -o eso parece. Se trata de la constitución del Consejo sinodal, sobre el que la Santa Sede y en concreto el cardenal Ouellet, antiguo prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, se ha manifestado en contra. Pero monseñor Bätzing ya ha calificado las indicaciones de meras sugerencias.

El camino emprendido por una parte que parece mayoritaria de quienes dirigen la Iglesia alemana ya ha comportado divisiones importantes. Personas relevantes como las ganadoras del premio Joseph Ratzinger, Hanna-Barbara Gerl- Falcovitz y la profesora Marianne Schloser, ya han abandonado dicho Camino, declarando que no quieren darle legitimidad con su presencia a un proceso que consideran que está llevando a la Iglesia a su división.

En todo este complicado asunto encontramos a faltar una voz más definitiva señalando la autoridad del Magisterio, como se ha hecho, por ejemplo, con gran rotundidad con el caso de las misas del rito tridentino, precisamente bajo la consideración de fomentar una separación dentro de la misma Iglesia. Pues si esto es lo que hacía con esta práctica litúrgica, cómo no hace falta, multiplicado por mucho más, una movilización tan grande y continuada en el tiempo, como el Camino Sinodal alemán, que seguramente debería haber sido encauzado con energía mucho antes.

Resulta difícil pensar que los textos, aunque se maticen y no lleguen a ser aprobados en sus aspectos más polémicos, no alcancen a la Iglesia en Europa y al camino sinodal católico, precisamente por falta de autoridad que haya establecido lo que es, lo que puede ser y lo que no es.

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