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El camino sinodal alemán (4): particularidades de la Iglesia alemana

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En nuestro anterior artículo sobre el «camino sinodal» alemán nos referíamos a las circunstancias que llevaron a su convocatoria por parte del Comité Central de los Católicos Alemanes y de la Conferencia Episcopal Alemana. Sobre esta última no necesitamos aclarar nada, ya que en lo esencial funciona como en cualquier otro país. Sí, en cambio, debemos explicar sucintamente algunas particularidades de la Iglesia alemana.

Particularidades de la Iglesia alemana

En Alemania, viven algo más de 21 millones de católicos, por lo que esta confesión es la mayoritaria (si excluímos a ateos y agnósticos, que suman unos 35 millones). En la práctica, la adscripción a la Iglesia Católica no tiene carácter propiamente religioso, sino que es determinada por la declaración de pertenencia a esta confesión hecha por el contribuyente ante la hacienda pública. Ello significa que católico es quien en el formulario de declaración de la renta pone una cruz en la casilla correspondiente y, en consecuencia, es incluído por la Iglesia en su lista de contribuyentes.

Por lo tanto, estadística y fiscalmente, se puede ser «oficialmente católico» sin haber sido bautizado ni ser creyente.

El «católico oficial» tiene derecho de sufragio tanto activo como pasivo en los órganos de gobierno de la Iglesia en los que hay representación de los laicos. Un católico que no se manifestara como tal en su declaración de renta, podría participar en la liturgia, recibir los sacramentos, etc., pero no acceder a los mencionados órganos de gobierno eclesiásticos ni participar en su elección. Y en principio no sería imposible que un no católico que en el registro de hacienda se presentara como tal, votara y fuera incluso elegido miembro de uno o varios de los mencionados órganos.

Otra particularidad de la Iglesia en Alemania es la existencia de funciones pastorales reservadas a laicos con formación teológica (según el caso licenciado o bachiller en teología o diplomado en pedagogía de la religión). Se trata de los ministros pastorales y los ministros parroquiales, quienes asumen ciertas tareas que en otros países son propias del sacerdote (incluso la prédica). Estas funciones son ejercidas tanto por varones como por mujeres, sea de forma voluntaria, sea en condición de personal eclesiástico propiamente dicho, remunerado y adscrito a una parroquia o diócesis.

Los laicos («católicos oficiales» según la declaración de renta) están representados en los consejos parroquiales por delegados electos. De estos consejos también forman parte los clérigos de la parroquia, los ministros laicos y, según la diócesis, personal parroquial (p. ej. el sacristán) o de entidades relacionadas (Cáritas u otras).

En la realidad, se convierten fácilmente en instancias que pueden llegar a coartar la capacidad de decisión del sacerdote

También hay un consejo administrativo, de diversa estructura y composición según las diócesis. En teoría, estos consejos, así como los ministros laicos deben auxiliar al párroco. En la realidad, se convierten fácilmente en instancias que pueden llegar a coartar la capacidad de decisión del sacerdote. Entre los miembros de los consejos parroquiales, dentro de los cuales existen otros «cargos», suele ser frecuente hallar a personas ligadas a las parroquias, donde pasan parte de su tiempo libre y que, no pocas veces, utilizan los consejos como medio para alcanzar un modesto poder.

En algunas diócesis incluso pueden ser miembros de los consejos los adolescentes a partir de los catorce años.

Tampoco contribuyen a su excelencia las pequeñas rencillas, la mediocridad de bastantes laicos y sacerdotes, la secularización, la tibieza de la fe, el conformismo… No faltan los casos en los que la parroquia y los grupos ligados a ella recuerdan a una comunidad vecinal o a una especie de club.

Una cierta tradición musical alcanza en bastantes parroquias un buen nivel. Coros, orquestas y organistas forman parte de esta tradición que, desgraciadamente, no suele ser aprovechada para dar solemnidad a la liturgia. La carencia de sacerdotes (y de fieles) ha llevado a la formación de comunidades parroquiales, que engloban a más de una parroquia.

Los arciprestazgos cuentan con sus propios consejos, en los que están representados parroquias, entidades, movimientos, etc. Por encima de ellos puede haber consejos regionales que agrupen a varios arciprestazgos y finalmente están los consejos diocesanos. Cuanto más se asciende en esta pirámide, tanto más compleja se vuelve la composición de sus órganos y las vías de acceso a ellos.

la administración de un gigantesco e inmensamente diversificado patrimonio económico

Existe además una cantidad incalculable de movimientos, grupos, iniciativas, organizaciones de toda clase, órdenes e institutos religiosos, etc. A ellos hay que sumar otras entidades anejas, como Cáritas y otras muchas, la propia administración de las diócesis y las órdenes, sin olvidar los tribunales eclesiásticos, las escuelas, universidades, bibliotecas, hospitales, editoriales, etc. ni, sobre todo, la administración de un gigantesco e inmensamente diversificado patrimonio económico. Esta complejidad no es exclusiva de la Iglesia alemana, pero su gran riqueza económica, las extremadamente complicadas circunstancias históricas por las que debió pasar a lo largo de siglos y las nuevas estructuras erigidas tras el Concilio Vaticano II la convierten en un ciclópeo laberinto.

En Baviera los sueldos de los obispos son directamente financiados por el Estado. Esta financiación estatal crea vínculos excesivos con el ámbito político

Burocracia, luchas ideológicas, rivalidades, intereses económicos y políticos y muchos otros factores acaban por desplazar a la fe del centro de la vida eclesial a su periferia. La imperfecta separación de Iglesia y Estado complica las cosas aún más. Además de los impuestos que la Iglesia recauda, la legislación vigente concede prestaciones económicas regulares del Estado para cubrir ciertos gastos (sin contar posibles subvenciones o ayudas extraordinarias). En Baviera los sueldos de los obispos son directamente financiados por el Estado. Esta financiación estatal crea vínculos excesivos con el ámbito político.

Desde hace aproximadamente una década la «descatolización» es total

Hasta no hace muchos años regiones como Baviera eran todavía visiblemente católicas. Desde la entrada del nuevo siglo se advierte un enfriamiento cada vez más acusado, interrumpido en los primeros años del pontificado de Benedicto XVI. Desde hace aproximadamente una década la «descatolización» es total. Los escándalos relacionados con los abusos sexuales han hecho estragos en el número de católicos «oficiales».  Pese a ello, la Iglesia recauda más impuestos que nunca, de lo que podemos concluir que quienes han permanecido en la institución, en general poseen ingresos altos.

En este contexto la fe parece una frágil hierba silvestre aferrada a una de las muchas grietas de este ingente edificio, muy olvidada y sometida a las inclemencias de un medio ambiente cada vez más hostil. La Iglesia alemana, que con cierta frecuencia manifiesta una rara aversión hacia Roma, está aquejada de males muy parecidos a los que sufre el Vaticano.

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