Todas las profesiones tienen sus tentaciones. El periodismo, también. “No dejes que la realidad te estropee un buen titular”, reza el tópico que revienta todas las cláusulas éticas de una profesión, la periodística, sin la cual es imposible que exista democracia. Es el cinismo de una profesión que cae en el error de someterse al titular llamativo y olvida el único objetivo al que debe acercarse: ayudar a los ciudadanos a acceder a la verdad para ejercer su libertad desde el criterio formado e informado.
En un mundo saturado de información, donde las noticias se consumen y se difunden a una velocidad vertiginosa, la solidez y el rigor periodístico están siendo amenazados. La importancia de mantenerse fieles a los principios fundamentales del periodismo nunca ha sido tan crucial como ahora.
Desde los inicios de la prensa escrita, el periodismo ha estado cimentado en principios básicos que garantizan su integridad y confiabilidad: la precisión de sus fuentes, imparcialidad, objetividad, responsabilidad y el compromiso de servir al interés público. Estos valores no solo garantizan una información de calidad, sino que también mantienen la confianza del público en los medios de comunicación.
La era de la desinformación
Sin embargo, nos encontramos en un momento donde estos valores están siendo desafiados. La competencia feroz por captar la atención del público y la primacía de ser el primero en publicar una noticia, a menudo lleva a errores, omisiones y a la difusión de informaciones no contrastadas. Las redes sociales, a pesar de su utilidad para conectar y compartir, pueden amplificar rumores y falsedades con una rapidez asombrosa.
Las ideas preconcebidas son otro de los desafíos. Cuando los periodistas o los medios de comunicación abordan una historia con una idea preconcebida o una agenda predeterminada, corren el riesgo de interpretar selectivamente la información, omitir detalles cruciales o presentar hechos de una manera que concuerde con sus creencias o intereses. Esto va en contra de la objetividad y neutralidad que deben caracterizar al buen periodismo.
Este fenómeno puede llevar a una sociedad mal informada, susceptible a teorías de conspiración, polarización y desconfianza generalizada hacia los medios. La pérdida de rigor periodístico no solo daña la reputación de la profesión, sino que también debilita la estructura democrática en la que la libertad de prensa desempeña un papel esencial.
Las fuentes periodísticas y el caso del Colegio Juan Pablo II de Almería
Las fuentes son fundamentales en el periodismo, ya que constituyen la base de la información que se presenta al público. A través de ellas, los periodistas acceden a datos, testimonios y hechos que, de otra manera, permanecerían ocultos o inaccesibles. En las facultades de periodismo se enseña, como dicta la ortodoxia, que un hecho se debe confirmar con, al menos, tres fuentes independientes.
Las fuentes permiten verificar la autenticidad y precisión de lo que se informa, lo que a su vez refuerza la credibilidad y confianza de las audiencias en los medios. Por ello, el uso responsable y ético de las fuentes es esencial para mantener un periodismo de calidad, íntegro y al servicio de la sociedad.
En ese sentido, un delirante episodio de desinformación sucedido recientemente en La Voz de Almería constituye un ejemplo de mala praxis periodística. En una información titulada “Los padres del Mater Asunta, en pie de guerra” se pretende deslegitimar, desde la falsedad, la acción educativa en valores del Colegio Juan Pablo II de Almería (anteriormente «Mater Asunta») y sus gestores.
El periodista Álvaro Fernández vierte una serie de imprecisiones calculadas que quieren socavar la gestión de la titularidad, la Fundación Educatio Servanda, una institución que está multiplicando la acción evangelizadora a través de la educación basada en el humanismo cristiano desde una acción sólida que ha permitido construir nuevos colegios y recuperar otros que estaban languideciendo.
Entre las falsedades se pueden encontrar afirmaciones como que “desde el 28 de julio de 2022 hay una sentencia que declara a la Fundación Educatio Servanda nula de pleno derecho”, algo que es del todo falso, ya que el redactor hace referencia a una sentencia que se refiere a otra entidad.
Esa afirmación previa sirve de paraguas para que La Voz de Almería siga vertiendo falsedades como que “las familias están en pie de guerra contra la Fundación” o aludiendo a “movilizaciones” inexistentes, algo que no obedece al sentir de las familias. Aquí, las fuentes contrastadas brillan por su ausencia.
Sin más referencias ni verificaciones que la imaginación del periodista, se afirma que la configuración del claustro de profesores “ha cambiado casi toda” sosteniendo que se han producido más de 16 despidos de un total de 24 profesores cuando la realidad es que en siete años han sido 6 los despidos, de los cuales 2 de ellos fueron contrataciones de la propia Fundación.
ForumLibertas ha podido tener acceso a la carta de rectificación que la Fundación Educatio Servanda ha remitido al director de La Voz de Almería solicitando el derecho a rectificación por falsedad, cuestión que hasta el cierre de esta noticia no se ha producido por parte del medio dirigido por Pedro Manuel de la Cruz.
En el texto, se califica de “grave” y “decepcionante” que desde un medio de comunicación “obligado a procurar información veraz a la sociedad y cuya misión al servicio de contribuir a la recta formación de la opinión pública resulta de una indudable trascendencia en una sociedad libre” se difunda “una información, no ya inexacta, sino falsa por completo”.
«No dejes que la realidad te estropee un buen titular”, el tópico que revienta todas las cláusulas éticas del periodismo y una tentación en la que siguen cayendo medios como La Voz de Almería.
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