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San Josemaría y el descanso veraniego

Iglesia

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Hoy, 26 de junio, la Iglesia celebra la festividad de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y gran impulsor de la santificación de la vida ordinaria.

Este verano, el descanso puede convertirse en una forma más de consumo o evasión.  Sin embargo, san Josemaría, nos ofrece una luz clara y profunda para redescubrir el verdadero sentido cristiano del descans.

San Josemaría enseñó con firmeza y ternura que todo lo humano puede ser camino hacia Dios, también el tiempo de ocio y reposo.

No hay un momento en el día —ni en la semana, ni en las vacaciones— que no pueda ser santificado.

Pero eso no quiere decir que debamos trabajar sin parar o mirar con sospecha todo lo que no sea productividad. Al contrario: el descanso, vivido con fe y orden, es una forma de amar mejor, de renovar las fuerzas y de preparar el corazón para servir más plenamente.

Un descanso que eleva

Josemaría Escrivá comprendió muy bien que el descanso es una necesidad humana querida por Dios. Ya en el Génesis, Dios mismo “descansó el séptimo día” (cf. Gén 2,2). Pero en su predicación y escritos, advertía contra una visión hedonista del descanso, centrada únicamente en el placer o la huida.

El verdadero descanso cristiano no es evasión, sino renovación.

Lo explicaba con claridad:

El que se entrega a trabajar por Cristo no ha de tener un momento libre, porque el descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo. (Camino, punto 357)

Para él, descansar era una forma de amor: hacia el propio cuerpo, hacia las personas que nos rodean, y hacia Dios. Si el trabajo puede ser oración, también lo puede ser un paseo en familia, una lectura amena, una conversación serena, un rato de contemplación de la naturaleza.

En este sentido, Josemaría insistía mucho en evitar la pereza, ese dejarse llevar por el desgano que acaba robando la alegría y cerrando el corazón a Dios. El descanso bien vivido, en cambio, nos devuelve la mirada limpia, nos reordena los afectos y nos vuelve más disponibles para amar y servir.

Cuatro frases de San Josemaría sobre el descanso

San Josemaría dejó muchas reflexiones que iluminan el modo cristiano de descansar. Aquí compartimos cuatro frases suyas que pueden acompañarnos en este verano:

  1. «Descanso significa represar: acopiar fuerzas, ideales, planes… En pocas palabras: cambiar de ocupación, para volver después —con nuevos bríos— al quehacer habitual.» (Surco, punto 514)

  2. «Me parece oportuno recordaros la conveniencia del descanso. Si llegara la enfermedad, la recibiremos con alegría, como venida de la mano de Dios; pero no podemos provocarla con nuestra imprudencia: somos hombres, y necesitamos reponer las fuerzas de nuestro cuerpo.» (Carta, 15-X-1948, n. 14)

  3. «Que Dios establezca en nuestro corazón el lugar de su reposo, y que no aparte de nosotros su calor y su luz». (Es Cristo que pasa, 170)

  4. ¿Comprendéis por qué un alma deja de saborear la paz y la serenidad cuando se aleja de su fin, cuando se olvida de que Dios la ha creado para la santidad? Esforzaos para no perder nunca este punto de mira sobrenatural, tampoco a la hora de la distracción o del descanso, tan necesarios en la vida de cada uno como el trabajo. (Amigos de Dios, 10)

Verano: un regalo, no una excusa

El verano es, sin duda, un tiempo propicio para el descanso físico y mental. Pero no puede convertirse en una excusa para dejar de lado la vida interior, la Eucaristía o la caridad.

San Josemaría exhortaba a vivir también este tiempo “con cabeza”, sabiendo que el alma no se desactiva, y que el seguimiento de Cristo no se interrumpe por el calor ni por el mar.

De hecho, este puede ser un momento ideal para profundizar en la oración, disfrutar de más tiempo en familia, leer algún buen libro espiritual o simplemente contemplar a Dios en la belleza del mundo creado. El descanso, así entendido, se convierte en una alabanza, en una oportunidad para agradecer y para volver a empezar con más fuerza.

San Josemaría nos recuerda que todo lo humano es espacio de encuentro con Dios. También el descanso. También el verano. Que su ejemplo y su intercesión nos ayuden a vivir estos meses como un tiempo de gracia, de renovación y de entrega serena.

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