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¿Volverá Taiwán a ser administrada desde Pekín?

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A principios de octubre, más de 150 aviones militares chinos penetraron en la zona aérea de defensa de Taiwán. Fue la mayor incursión de las últimas décadas.

La maniobra de Pekín conmemoró la victoria del bando comunista en la larga guerra civil china,  que culminó en 1949 con la expulsión de los nacionalistas de Chiang Kai-shek del territorio continental. Desde entonces, su régimen ha sobrevivido en la isla de Taiwán (antigua Formosa por los europeos) bajo el nombre oficial de República de China.

El régimen comunista de Mao Zedong, instalado en Pekín como República Popular China, nunca ha dejado de considerar que la «reunificación» total pasa necesariamente por la reincorporación de la isla a sus dominios. Algo que los sucesores de Mao han seguido considerando de interés nacional fundamental e innegociable.

En la práctica, Pekín considera que su toma de posesión de Taiwán es inexorable y solo cuestión de tiempo.

El actual presidente chino, Xi Jinping, es el heredero de Mao que más presión está haciendo para que Taiwán vuelva a ser administrada desde Pekín.

Al otro lado del estrecho de 160 km de agua salada que separa al continente de la isla no quieren oír ni hablar de una eventual reunificación. La presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen, reelegida el pasado año, ha reiterado el deseo de su pueblo de libertad e independencia de Pekín.

Eso sí, como sus predecesores, ha evitado realizar una declaración formal de independencia. Para los taiwaneses, esta no solo aumentaría la cólera de Pekín, sino que resultaría contraria a la narrativa oficial de Taiwán. Como Pekín, también defiende que hay una sola China y que esta es indisociable .

En 2019, Xi afirmó que buscaría la reunificación «por todos los medios». El mismo año, su gobierno aceleró de forma dramática la presión sobre la ciudad autónoma de Hong Kong pese a ser contraria al tratado concluido con la antigua potencia colonial, Reino Unido.

En paralelo, Pekín acelera su transformación militar. La flota china supera ya en número a la de Estados Unidos. Pero no solo es cuestión de números. Los chinos cuentan también con tecnologías avanzadas , como misiles anti-barco especialmente concebidos para disuadir a los porta-aviones estadounidenses de acercarse.

El ministro de defensa taiwanés afirma que su estado mayor contempla una acción militar china a partir del 2025. A corto plazo, el riesgo de un enfrentamiento militar contra Estados Unidos hace que los chinos lo piensen más de dos veces antes de actuar.

Pekín es sin embargo consciente de que el clima imperante en la Casa Blanca es el aislacionismo , independientemente de quien gobierne. La catastrófica retirada de Estados Unidos de Afganistán ha dado otra pista de la que podría ser la reacción occidental en Taiwán en un futuro no demasiado lejano.

Las dudas en cuanto a la fiabilidad militar estadounidense van aumentando, incluso con Joe Biden como presidente. Por supuesto, nadie considera en serio que un país europeo pueda hacer frente a la República Popular. De hecho, los europeos fueron los primeros en abandonar Taiwán para buscar el acercamiento con Pekín.

Sin embargo, el principal “problema” es que los taiwaneses han desarrollado un incómodo gusto por la democracia y la libertad a la occidental que hace que las perspectivas de integración pacifica a un régimen cada vez más autoritario sean muy escasas.

Tras la quiebra total de las Primaveras Árabes, del caos sirio, del callejón sin salida de Venezuela, de la represión de Hong Kong y sobre todo de la derrota de Afganistán, Taiwán es uno de los candidatos mejor posicionados para seguir el camino inverso al modelo occidental.

Más que una Tercera Guerra Mundial, la hipótesis que toma fuerza sería la de otra capitulación occidental, que pasaría por protestar contra la anexión pero no hacerle frente. Una nueva derrota que esta vez constituiría seguro el golpe de gracia de Occidente.

En cualquier caso, la alternativa probable a ese escenario es una guerra de dimensiones inimaginables.

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