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Alégrate

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Sonríele a la vida, porque te da vida y porque es la puerta de tu vida eterna, la Vida fuente de toda vida. He leído a un opinante en cuya entrevista afirma que debemos vivir “con intrépida alegría, como los gatos”. Yo no soy gato, pero puedo imitar lo bueno de todos los seres que me inspiren, como la ciencia y los inventores se inspiran en la Naturaleza. Ten en cuenta que los seres creados no inventamos nada, precisamente porque hemos sido creados.

¿Sabes por qué hay que sonreír? Para ser feliz. Que sí, que siendo feliz es más fácil sonreír, pero a menudo es una sonrisa fofa, ñoña, postiza. Hay gente que parece feliz porque lo tiene todo, pero no lo es. La posesión de objetos de valor, el dinero y el poder no aseguran nada, más bien entorpecen, tal como enseña la realidad de la vida. Por tanto, si enfocas tu vida desde una perspectiva desprendida de todo afecto terrenal, podrás sonreír más fácilmente, y solo por el hecho de sonreír ya estás impulsando tu intelecto a procesar la alegría que tu alma siente antes o después. Y estando y viviendo feliz tú, será más fácil que contagies tu felicidad a tu entorno. Recuerda: la felicidad no es que el mundo te sonría, sino sonreírle al mundo.

Ya. Está también el problema de quien parece que ha hecho un juramento y se monta toda una cruzada para cargarse todo vestigio de felicidad que encuentre a su paso, porque así se siente poderoso. No le hagas caso. De esa gente, si no tienes ascendencia sobre ella, debes protegerte… y hasta huir. Diles que de esta manera jamás conseguirán la plenitud, y mucho menos la salvación eterna, si no se arrepienten y piden perdón de su pecado. No obstante, si rezas por él, habrás convertido un mal en un bien, por más que él no se entere. Basta que lo sepas tú y que Dios te enriquezca. Y si dedicas tu vida a ayudar al amargado, estarás cumpliendo una vocación divina. Sin embargo, no es el camino ordinario, sino eso: una vocación. Mira la santa Madre Teresa de Calcuta. Ella encontraba más felicidad entre los desdichados que entre los poderosos.

Y está comprobado por santos y santas. “Alégrate, llena de gracia, […] porque has encontrado gracia delante de Dios”, le aclama el arcángel Gabriel a la Virgen cuando le anuncia que será Madre de Dios (Lc 1,28; Lc 1,30). Ya ves. Estar en paz con el Creador te asegura la felicidad terrenal y hasta la eterna. Si estás en gracia ante Dios, Él te premiará con sublimes victorias contra la amargura, incluso en las situaciones más difíciles y desesperadas. Manteniendo el ánimo sano y el buen criterio, crecerás y harás crecer. Y creciendo te acercarás más y más a la imagen que tu Creador quiere de ti, para que seas su imagen viva aquí con futura presencia allí, en la eterna bienaventuranza en que Él vive. Ahí vivirás lo que te hayas ganado aquí. ¡Alégrate, pues!

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