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La beatificación de Alcide De Gasperi: cuando los políticos eran otra cosa y la cultura católica reconstruyó Europa

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Hubo un tiempo pasado, precisamente el de los hacedores de Europa, en el que los políticos eran tan distintos a lo que frecuenta hoy este espacio público, que resulta inviable la comparación. En ellos se aunaba la vocación de servicio en los términos más generosos y completos con la calidad como personas -su ética de la virtud- y su condición de buenos políticos; de grandes hombres de Estado.

De este conjunto numeroso,  tres destacan por su calidad. Adenauer, alemán; Schuman, francés; y De Gasperi, italiano. Ellos forjaron la unidad europea, en condiciones terriblemente difíciles: las del fin de la II Guerra Mundial, en realidad, el resultado brutalmente destructivo de la Segunda Guerra de los 30 Años (1914-1945). No solo iniciaron la construcción europea, sino que lo hicieron de tal forma que los resultados dieron paso a los llamados “Treinta gloriosos años”.

Entre 1945 y 1946, Europa se encontraba sumida en una especie de limbo, una zona de dolor y asombro que parecía haber sido arrancada de la mismísima esencia del infierno. Imagina caminar por calles antes vibrantes de vida, ahora reducidas a escombros y humo. Los edificios, que en épocas pasadas habían sido testigos de historias y alegrías, se presentaban como esqueletos carbonizados, marcando el devastador precio de una guerra sin tregua.

En cada rincón, el silencio interrumpido por el eco lejano de sirenas y disparos recordaba a la población que la guerra aún tenía cicatrices abiertas. Los ciudadanos, con rostros marcados por la desesperación y la fatiga, se debatían entre la incertidumbre del futuro y el dolor de ver sus hogares reducidos a polvo. Las plazas y avenidas, antes centro de encuentros y celebraciones, se habían transformado en campos de batalla donde la confrontación entre facciones, ya sea entre soldados de ocupación o entre vecinos en medio del caos, se vivía día tras día.

La lucha por sobrevivir se mezclaba con la indignación de ver una civilización desgarrada

A lo largo de esta época, se sentía una tensión ineludible: el enfrentamiento no solo era físico, con estallidos de violencia esporádica, sino también moral y emocional. La lucha por sobrevivir se mezclaba con la indignación de ver una civilización desgarrada, donde incluso la solidaridad se veía empañada por la necesidad desesperada de encontrar alimento, abrigo y alguna esperanza. En las noches, la penumbra se llenaba de relatos de traición y valentía, de familias separadas y del eco de promesas rotas. Cada susurro, cada lágrima derramada, contaba la historia de un continente que, aunque herido, comenzaba poco a poco a buscar los escombros de una nueva humanidad.

Este relato, que evoca tanto el dolor como la resiliencia de un pueblo devastado, refleja la cruda realidad vivida en esos primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Europa, en ese tiempo, parecía estar en un descenso hacia un abismo sin fin, pero también comenzaba el arduo ascenso hacia la reconstrucción y la reconciliación, un proceso que, aunque lleno de desafíos, encendía la esperanza de renacer de sus propias cenizas.

un alemán, Adenauer; un francés, Schuman; y un italiano, De Gasperi iniciaron la proeza de hacer algo nuevo

Y fue precisamente en estas condiciones donde un alemán, Adenauer; un francés, Schuman; y un italiano, De Gasperi, cuyos países estaban marcados por la muerte mutua de años y años de guerra, iniciaron la proeza de hacer algo nuevo. Fue una verdadera disrupción histórica de cuyas rentas seguimos viviendo, eso sí, explotadas desde hace años por hombres y mujeres pequeñitos que ni tan solo se reconocen como continuadores.

¿Qué tienen que ver Úrsula Von der Leyen, Kalas, Macron o Sánchez, con Adenauer,  De Gasperi y Schuman?

Estos tres líderes compartían una profunda convicción católica, lo que se reflejaba en su compromiso ético y en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y la paz.

  • La fe como motor: Su identidad como católicos confesos les otorgaba una base moral que trascendía las divisiones nacionales, impulsándolos a construir una Europa unida en valores y propósitos.
  • Un proyecto político audaz: A través de sus esfuerzos coordinados –Adenauer en Alemania, De Gasperi en Italia y Schuman en Francia– se sentaron las bases del Mercado Común y de la Comunidad Europea, superando rencores históricos y apostando por una integración que ha marcado la transformación del continente.
  • Legado duradero: Hoy, su visión se refleja en la actual Unión Europea, un proyecto que sigue inspirándose en los principios de paz, cooperación y respeto a la dignidad humana, pilares defendidos fervientemente por estos líderes durante los momentos más difíciles de la historia europea.

Esta sinergia de ideas y valores transformó no solo la política de cada uno de sus países, sino también la estructura misma de Europa, abriendo el camino a un continente interconectado, pacífico y próspero.

Robert Schuman

Robert Schuman fue entre otras muchas cosas, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, reconocido como uno de los “padres de Europa”. Miembro del Movimiento Republicano Popular (MRP), un partido cristiano-democrático que promovía la unión europea basada en valores éticos y democráticos.

Schuman, católico confeso, encarnaba en su actuar político la influencia de la doctrina social de la Iglesia, que defendía la dignidad humana y la solidaridad. Su vida ha sido objeto de reconocimiento no solo en el ámbito político sino también en el religioso, al punto de que se ha iniciado un proceso de beatificación en reconocimiento a sus virtudes heroicas y a su incansable labor por la paz y la unidad europea.

El 19 de junio de 2021, el Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto que reconoce las «virtudes heroicas» de Robert Schuman. Con este reconocimiento, Schuman recibió el título de «Venerable» en la Iglesia Católica.

El 9 de mayo de 1950, Schuman presentó la histórica Declaración Schuman, en la que propuso la puesta en común de la producción de carbón y acero de Francia y Alemania, con la participación de otros países. Esta propuesta fue el germen de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la primera institución supranacional que demostró que la cooperación económica podía sentar las bases para una paz duradera y una integración política. Su visión trascendental facilitó la creación de lazos de confianza y colaboración entre naciones que, hasta hace poco, se habían enfrentado en conflictos devastadores.

Konrad Adenauer

Konrad Adenauer fue Canciller de la República Federal de Alemania (Alemania Occidental) desde 1949 hasta 1963. Y por consiguiente quien construyó de raíz la Alemania actual y su poderoso estado del bienestar, basado en la economía social de mercado, una concepción fuertemente orientada en su diseño inicial por la doctrina social de la Iglesia

Lideró la CDU (Unión Demócrata Cristiana), un partido que se fundó sobre principios de la ética cristiana, el humanismo y el compromiso con la paz y la democracia. Adenauer también era católico, si bien la CDU unía tanto a estos como a protestantes. Su profunda fe se entrelazaba con sus convicciones políticas, lo que le permitió impulsar una política de reconciliación con Francia y otros países europeos, superando resentimientos históricos.

Bajo su liderazgo, Alemania occidental se reintegró en la comunidad internacional y adoptó una política exterior orientada a la cooperación y la integración. Su insistencia en la reconciliación franco-alemana fue vital para desmontar las barreras históricas y sentar las bases de una unión que permitiera el desarrollo económico y político conjunto. Adenauer impulsó alianzas con Estados Unidos y otros países democráticos, lo que consolidó a Europa occidental como un bloque unido frente a nuevas amenazas geopolíticas.

Alcide De Gasperi

Alcide De Gasperi fue Primer Ministro de Italia en el periodo de posguerra, desempeñando un papel crucial en la reconstrucción del país y su reinserción en la comunidad internacional.

También fue uno de los principales artífices de la Democracia Cristiana italiana (Democrazia Cristiana), una formación política que defendía la integración europea y los valores éticos y sociales inspirados en la doctrina social de la Iglesia.

Al igual que sus contemporáneos, De Gasperi fue un católico bien explícito, lo que influyó en su compromiso por establecer un orden basado en la justicia social, la solidaridad y promovió la reconciliación entre naciones, abogando por un proyecto común que superara las rivalidades históricas y potenciara el crecimiento económico y político de Europa.

Fue un firme defensor de la creación de instituciones supranacionales que permitieran gestionar recursos y políticas de forma conjunta, lo que se materializó en la conformación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y, posteriormente, en el Mercado Común.

Su liderazgo ayudó a estabilizar Italia y a encauzarla hacia el camino de la modernización, enmarcando sus políticas en una visión ética y profundamente influenciada por su fe.

En 1942, De Gasperi cofundó la Democracia Cristiana (DC), un partido inspirado en los principios del catolicismo social que abogaba por una democracia, la justicia social y la reconciliación nacional y fue el último secretario del Partido Popular Italiano, predecesor de la DC.

Al fundar el Partido Demócrata Cristiano, De Gasperi buscaba establecer un partido basado en una línea de sociología cristiana, sobre una plataforma democrática sólida

Al fundar el Partido Demócrata Cristiano, De Gasperi buscaba establecer un partido basado en una línea de sociología cristiana, sobre una plataforma democrática sólida. La visión de De Gasperi para la Democracia Cristiana era ofrecer un camino para superar las tensiones ideológicas entre el liberalismo y el socialismo, proporcionando un marco en el que se pudieran respetar tanto los derechos individuales como el bien común. Bajo su mandato, De Gasperi, la Democracia Cristiana se convirtió en una fuerza política dominante en la Italia de la posguerra, jugando un papel crucial en la reconstrucción del país y en la transición de la monarquía a la república.

Ahora la beatificación de De Gasperi

El proceso de beatificación de Alcide De Gasperi, uno de los padres fundadores de la Unión Europea, ha avanzado significativamente. El 28 de febrero de 2025 se celebró la sesión de clausura de la investigación diocesana sobre su vida, virtudes heroicas, fama de santidad y signos, presidida por el cardenal vicario Baldassare Reina en el Palacio Apostólico Lateranense.

La investigación diocesana fue iniciada por el Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Trento y posteriormente transferida a la diócesis de Roma. El tribunal que llevó a cabo la investigación en Roma estuvo compuesto por Monseñor Giuseppe D’Alonzo, como delegado episcopal, Don Andrea De Matteis, como promotor de justicia, y Marcello Terramani, como notario actuario.

Durante el proceso, se ha destacado la profunda fe e integridad moral de De Gasperi, así como su capacidad para enfrentar dificultades con serenidad y esperanza. Su visión de una Europa unida y su compromiso con el bien común han sido reconocidos como aspectos fundamentales de su legado.

La fama de santidad de De Gasperi se manifestó tras su muerte, cuando miles de personas acompañaron su féretro desde Trento hasta Roma, y algunas incluso pedían su intercesión.

El proceso de beatificación busca reconocer las virtudes heroicas de Alcide De Gasperi, cuyo ejemplo de integridad, servicio y compromiso con el bien común sigue siendo relevante en la sociedad contemporánea.

De Gasperi, junto con Adenauer y Schuman, su vida, pensamiento, acción y obra política son ahora mismo potentes referencias para conseguir que Europa salga del sin sentido y su falta de horizonte en el que unas ideologías, que nada tienen que ver con sus origenes y unos políticos con escasas virtudes personales en el sentido que MacIntyre le da al término, nos han situado.

Para la crisis de la Europa de hoy debemos profundizar en lo pensado y hecho por aquellos hombres, y sus compañeros, no en términos de nostalgia sino de renacimiento.

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