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Bernardo de Hoyos, confidente del Corazón de Jesús y apóstol de la esperanza

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Esta tarde, en el marco del Congreso Internacional sobre el Corazón de Jesús celebrado en Valladolid, una de las intervenciones ha corrido a cargo de Mons. Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo.

Bajo el título “Confidente del Corazón de Jesús: Padre Bernardo de Hoyos”, el prelado presentó un retrato cercano y profundamente espiritual de quien es considerado uno de los grandes apóstoles del Corazón de Jesús en lengua española.

Mons. Cerro, que ha escrito numerosas biografías de santos, compartió con los asistentes su experiencia personal al escribir sobre el Padre Hoyos. Como recordaba con afecto, “no se puede escribir de nadie si antes uno no se ha entusiasmado y enamorado de esa persona”.

Padre Bernardo Hoyos

Y eso precisamente le ocurrió al descubrir el alma de Bernardo de Hoyos: un joven jesuita que, desde su pobreza y humildad, se convirtió en un canal privilegiado de las gracias del Corazón de Cristo para el pueblo español.

A lo largo de su exposición, el arzobispo articuló diez claves para entender la figura y espiritualidad del Beato.

La primera, y quizás la más impactante, es que Bernardo construye desde su pobreza. No brillaba por su inteligencia o por sus grandes dotes humanas. Era un joven frágil, de salud endeble, que casi no logra ingresar en la Compañía de Jesús. Sin embargo, como remarcó Mons. Cerro, “en el monte del amor solo brilla el Corazón de Jesús”. Y fue desde esa nada donde Dios desplegó su grandeza.

Su vida, breve pero fecunda, se convirtió en una respuesta de amor confiado al Corazón traspasado del Redentor. Con solo 24 años, Bernardo ya había dejado una huella indeleble en la historia espiritual de España. En palabras del arzobispo, “veinticuatro años bastan para amar”.

Mons. Cerro destacó también la profunda raíz popular de la espiritualidad del Beato. Nacido en una familia campesina, su fe se alimentó de la religiosidad sencilla del pueblo. Desde allí, Dios lo fue modelando, hasta hacerlo partícipe de una experiencia mística de gran hondura.

Una espiritualidad que, como subrayó el ponente, “brota del pueblo santo de Dios” y se expresa en gestos concretos de devoción, como la adoración eucarística o la reparación.

Gran experiencia mística

Una de las experiencias más significativas del Beato Bernardo tuvo lugar en Medina del Campo, durante unos ejercicios espirituales, donde vivió una profunda conciencia de su miseria y de la necesidad de redención. Esta vivencia, lejos de desanimarlo, lo llevó a una unión más intensa con el Corazón de Jesús, y dio paso a una mística esperanzada, centrada en la confianza y el abandono.

El momento culminante de su vida fue, sin duda, la recepción de la llamada “Gran Promesa”: “Reinaré en España”. Esta locución interior, recibida mientras adoraba la Eucaristía, marcó no solo su destino espiritual, sino también el de toda una nación.

El Corazón de Jesús quería ser conocido, amado y entronizado en los corazones. Y Bernardo fue su confidente.

El arzobispo de Toledo explicó que esta promesa no se entiende como una imposición política o social, sino como un reinado de amor en los corazones.

Una llamada a dejar que Jesucristo reine en las conciencias, en las familias y en la vida cotidiana.

En este sentido, la devoción al Corazón de Jesús se convierte en una verdadera espiritualidad del encuentro y la misericordia.

A través de anécdotas, recuerdos personales y referencias históricas, Mons. Cerro fue hilando una presentación llena de vida.

Ha hablado del poder transformador de la Eucaristía, del valor de la adoración, del consuelo que el Corazón de Jesús ofrece en medio de las tribulaciones, y de la misión de los sencillos y humildes en la Iglesia.

“El corazón de Jesús siempre se revela a los pobres y a los pequeños”, recordó. “Cuanto más pobreza y límites hay en una vida, más se luce la misericordia de Dios”.

Por eso, el Padre Hoyos, con sus fragilidades y sufrimientos, es un modelo luminoso de santidad accesible y cercana.

Mons. Cerro concluyó su ponencia con una llamada a la esperanza. La devoción al Corazón de Jesús se presenta como una escuela de compasión y de entrega.

La Iglesia necesita corazones encendidos por el fuego del amor divino, como el de Bernardo de Hoyos.

Y al contemplar su vida, recordamos que también nosotros, con nuestros límites y pobrezas, podemos ser testigos creíbles del amor que brota del Corazón traspasado de Cristo.

Como dijo el Beato, “Mi corazón está en el Corazón de Jesús, y el de Jesús en el mío”. Una unión que, más allá de los siglos, sigue siendo fuente de renovación para toda la Iglesia.

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