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Boicot estadounidense a Bud Light por posicionarse en favor de la transexualidad

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Ni siquiera tomarse una cerveza es un acto inocente en Estados Unidos. La marca Bud Light (Budweiser) se ha posicionado a favor de la transexualidad al enviar a la influencer transgénero Dylan Mulvaney un paquete de su producto para festejar el primer aniversario de su transición. Bud Light, que forma parte del conglomerado de Anheuser Busch (hoy en manos belgas),

Al menos 26 propuestas de ley se han presentado en lo que va del 2023 en 14 estados, cuyas legislaturas dominan los republicanos, en contra de los espectáculos de drag queens en entornos públicos. Este es un movimiento que ha emergido este año a raíz de que los demócratas estén empujando una expansión de los privilegios del colectivo LGTBI.

La transexual Mulvaney, de 26 años, tiene más de diez millones de seguidores en TikTok y su serie de vídeos Days of girlhood (días de infancia) supera los mil millones de visitas. El pasado octubre habló con el presidente Joe Biden sobre los supuestos derechos de los transgénero.

Bud Light vio la oportunidad de subirse en la cresta de la ola que llevaba a Mulvaney como una campaña de marketing ideal. Lo hizo a través de un regalo que se le va vuelto envenenado… al quien lo daba. El paquete regalo contenía latas de esta cerveza personalizadas con ilustraciones de la cara de Mulvaney, que ella se encargó de difundir en un vídeo en su Instagram. En cuanto esto se difundió la marca sufrió. “Cambió de manera radical la venta de cervezas y el precio de las acciones de la noche a la mañana, literalmente, después de que el boicot conservador se extendiera de bar a bar”, describió el portal progresista Axios.

Los estadounidenses conservadores propagaron una campaña contra Bud Light, en un momento en que las marcas están acostumbradas a participar de cuestiones políticas ideológicas. El partido republicano ha vivido esta situación con dualidad, ya que, además, Bud Light, es donante del partido.

En ese sentido, Donald Trump jr., se posicionó en su Twitter en contra de atacar a la empresa cervecera. Dijo que sus colegas habían emprendido una campaña que definió de “disparar primero y apuntar después”.

Algunos de los promotores del ninguneo a esta marca dispararon contra el hijo del expresidente. También atacaron al Comité Nacional Republicano del Congreso (NRCC) porque borró demasiado rápido un tuit en el que le daban las gracias a Mulvaney: “Por fin podemos admitir que Bud Light sabe a agua”.

Hasta el martes, según la base de datos NewsWhip, se había publicado 5.600 artículos sobre esta controversia, con más de seis millones de interacciones.

Las acciones de la empresa llegaron a caer un 5%, llevando a unas pérdidas de unos 6.000 millones de dólares.

El impacto económico hizo que Anheurser-Bush publicara un comunicado de disculpa, en el que recordaron sus 165 años de servicio, y que esta semana emitiera un nuevo anuncio. Un caballo recorre lugares icónicos del país, mientras se escucha una voz solemne. “Esta es una historia más grande que la cerveza –se afirma–, esta es una historia del espíritu americano”.

Los boicots a empresas que se saltan los valores de sus consumidores funcionan. La cuestión es organizarse.

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