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Cataluña: Arran y la CUP atacaron iglesias el pasado 8 de marzo

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El pasado día 8 de marzo con motivo de la jornada internacional de la mujer, además de las manifestaciones se produjeron en Cataluña una serie de agresiones organizadas contra templos católicos.

Los hechos constatados son como mínimo estos: Se produjeron ataques en la basílica de la Sagrada Familia, en el templo expiatorio del Tibidabo, así como en diversas parroquias de Sants, Gracia y Les Corts.

En este último barrio, y en el caso de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en la plaza de la Concordia, una de las más céntricas e históricas de Les Corts, fue necesaria la intervención de los Mossos d’Esquadra para conseguir que la misa de 12h pudiera celebrarse. Estos y los propios fieles impidieron el acceso al templo de una treintena de jóvenes concentrados en la plaza y que terminaron arrojando botes de humo contra la parroquia.

Durante la noche habían pintado en el suelo frente a la puerta de acceso a la Iglesia toda una declaración de principios: “Os ahogaremos con la sangre de nuestros abortos”. La frase ya define el tipo de mentalidad que preside estas acciones.

En Sant Cugat del Vallès, otro grupo de jóvenes interrumpió la eucaristía que se celebraba en la parroquia Monestir, y no cejaron en su acción agresiva hasta que los propios fieles consiguieron expulsarlos al exterior.

En Lleida y en la plaza de la catedral se quemaron monigotes que representaban a obispos y sacerdotes, con pancartas tales como “Fuego a la Iglesia, fuego al Obispado machista y patriarcal”. La incitación es concreta y clara.

Todas estas acciones tienen una autoría clara porque ha sido divulgada en las redes sociales por ellos mismos. Se trata de Arran, una de las organizaciones que configuran la CUP. Pero no sólo es esta auto inculpación, sino un explícito Manifiesto de las intenciones de la organización y que han marcado aquellas violencias.

El título ya lo dice todo: Seremos vuestro apocalipsis. Lo que alude diccionario en mano a “el fin catastrófico o violento que comporta la desaparición de una cosa, especialmente del mundo”. Para que no haya dudas el texto declara de buen principio: “ataquemos a la Iglesia católica”, y finaliza con un “no pararemos hasta que esta institución no tenga nada más qué decir a las mujeres”.

Las palabras por sí solas ya serían muy graves porque contienen una explícita incitación al odio y a la agresión. Pero es que además van acompañadas de actos concretos, desde pedir el ejercicio de la libertad religiosa hasta la amenaza de intimidación dentro y fuera de los espacios religiosos. Es el inicio de una violencia que no puede tolerarse.

Lo peor del caso es la indiferencia de los medios de comunicación de Cataluña, que han silenciado sistemáticamente los hechos. Todos ellos, manifiesto, agresiones, tienen como autores a una fuerza política, la CUP representada en el Parlamento de Cataluña y presente en diversos ayuntamientos, incluso detentando alguna alcaldía. No se trata, por tanto, de grupos incontrolados y desconocidos, sino de una institución política que forma parte de la representación plural en las instituciones de este país, y esto hace más grave el acto,

Cataluña no puede permitirse este kale borroka, simiente de potenciales tormentas. Es por ello que los ciudadanos y las instituciones de nuestra sociedad han de manifestarse en términos de rechazo y exigencia de que esto nunca más pueda pasar.

Más allá de la sociedad la primera responsabilidad corresponde al Gobierno de Cataluña, a su presidente y al Parlamento, que deben pronunciarse con clara formalidad para descalificar esta violencia sectaria y aislar a quienes la apoyan.

Si esto no se hace, Cataluña habrá dado un paso más hacia las condiciones que fomentan el enfrentamiento civil.

Algunas pintadas que pudieron verse: Os ahogaremos con la sangre de nuestros abortos Clic para tuitear

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