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Crisis diplomática entre el Gobierno de El Salvador y el régimen de Nicolás Maduro

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El Gobierno de El Salvador ordenó la expulsión de la representación “diplomática” del régimen de Nicolás Maduro en ese país, y emplazó a sus integrantes a abandonar territorio salvadoreño en 48 horas.

Según documento emanado del despacho del presidente Nayib Bukele este sábado 2 de noviembre, la decisión fue tomada como un acto de coherencia en la política internacional de su gobierno. Este forma parte de los 54 países que reconocen a Juan Guaidó como presidente constitucional de Venezuela, después de que Maduro pretendiera quedarse en el poder para un segundo período de 6 años tras unos comicios considerados fraudulentos por la oposición venezolana y por gran parte de la comunidad internacional.

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Entre los gobiernos y organismos internacionales que no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela se encuentran la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Francia, España, Portugal y la inmensa mayoría de los países de Iberoamérica.

El documento oficial del Gobierno Salvadoreño expresa que la medida está en consonancia con el voto que ese país centroamericano emitiera en la sesión de la OEA el pasado 28 de agosto, cuando la mayoría de los países de ese organismo continental votaron apoyando el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet. En ese informe «se admitió y certificó que el régimen de Nicolás Maduro realiza violaciones sistemáticas de los derechos humanos contra los venezolanos«.

Al mismo tiempo, el gobierno de Bukele señala que reconoce la legitimidad del presidente encargado, Juan Guaidó, hasta que se realicen elecciones libres, en concordancia con la Constitución venezolana.

«En un futuro cercano, el gobierno salvadoreño espera la recepción de credenciales de la nueva representación diplomática de Venezuela«, se añade en el comunicado.

El texto concluye que El Salvador «apoyará votaciones libres, supervisadas por la comunidad internacional y que garanticen la voluntad del pueblo hermano de Venezuela«.

La reacción del régimen usurpador de Nicolás Maduro no se ha dejado esperar, y al día siguiente del comunicado salvadoreño declaró personas non gratas a los miembros del cuerpo diplomático de El Salvador en Venezuela, exigiéndoles abandonar territorio de ese país en un plazo de 48 horas.

Soslayando el peso político de los restantes países y organismos internacionales, que se han pronunciado en contra de la usurpación y en pro de la realización de elecciones libres en Venezuela, la cancillería de Maduro respondió arremetiendo exclusivamente contra los Estados Unidos y el gobierno del presidente Bukele: «Las autoridades salvadoreñas no procuran otra cosa que suministrar un exiguo balón de oxígeno a la menguante estrategia estadounidense de intervención y bloqueo económico contra el pueblo de Venezuela«, «Bukele asume oficialmente el triste papel de peón de la política exterior estadounidense«.

Internacionalmente, Maduro cuenta con el apoyo de los gobiernos de Rusia y China, ambos con grandes intereses económicos en Venezuela. Asimismo, tiene el respaldo de Turquía, Irán, Cuba, Nicaragua, Bolivia y de los países miembros del Movimiento de los No Alineados (MNOAL), en su mayoría integrado por gobiernos de Asia y de África. Gracias a los votos de estos países, el régimen de Maduro fue elegido recientemente como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, muy a pesar de que ese mismo organismo global, a través de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos (Michele Bachelet), emitiera un informe en el que quedó plasmada la sistemática violación de derechos humanos por parte del referido régimen, y en virtud del cual fuera solicitada una investigación contra Venezuela.

Todo parece apuntar a que los países que apoyan al régimen de Nicolás Maduro privilegian sus intereses económicos y geopolíticos, así como su tendencia ideológica, sin importar la dignidad humana mancillada y vilipendiada por una tiranía cuyas atrocidades están plenamente documentadas en informes de la ONU.

Las grandes inversiones chinas y rusas, realizadas en suelo venezolano por su “amistad” con Hugo Chávez, recursos naturales valiosos y estratégicos como el coltán y el uranio –por no hablar de petróleo y gas- y una ideología marcadamente anticristiana como la del socialismo del siglo XXI, mueven los hilos de los apoyos al régimen de Maduro.

Posiciones como la del gobierno de El Salvador hacen creer en una comunidad internacional realmente solidaria, más humanista, capaz de anteponer la dignidad de la persona humana y de los pueblos por encima de cualquier otro interés, haciendo resonar las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica: “…la solidaridad internacional es una exigencia de orden moral; la paz del mundo depende en gran medida de ella” (N.º 1941).

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