Marisol Castro, una maestra con 32 años de servicio en la escuela DiLoreto de New Britain, ha sido apartada de su cargo por mantener un símbolo de fe que la ha acompañado durante la última década.
La absurda exigencia provino de la dirección del colegio, que bajo una interpretación restrictiva de la ley, le ordenó retirar el crucifijo antes de las 8:00 a.m. del lunes siguiente, bajo amenaza de ser acusada de insubordinación.
El subdirector le envió un correo electrónico justificando la orden con el argumento de que «cualquier exhibición permanente de símbolos religiosos está prohibida en las escuelas públicas».
Sin embargo, esta supuesta prohibición se aplica de manera desigual: mientras a la profesora Castro se le exigía ocultar su fe, otros docentes decoraban sus escritorios con imágenes de la Mujer Maravilla, Baby Yoda y la Mona Lisa, así como con fotografías personales y referencias a versículos bíblicos.
A pesar de la presión, Marisol Castro intentó encontrar un acuerdo.
Durante una reunión con el director, el subdirector, el jefe de personal y un representante sindical, le sugirieron que guardara el crucifijo en un cajón o lo colocara en un lugar donde los estudiantes no pudieran verlo.
Con gran pesar, accedió a moverlo debajo de su escritorio, pero inmediatamente sintió que estaba traicionando sus creencias. La profunda tristeza que le causó ocultar su fe la llevó a revertir su decisión al día siguiente, devolviendo el crucifijo a su ubicación original.
El castigo no tardó en llegar. El distrito escolar declaró su acción como un acto de insubordinación y la suspendió sin sueldo por dos días. Fue enviada a casa con su crucifijo en una caja, un gesto simbólico de la intolerancia con la que fue tratada.
Lo más indignante es que Marisol Castro ha sido evaluada de manera consistente como una maestra ejemplar y competente, lo que demuestra que su profesionalidad nunca estuvo en duda. Sin embargo, las autoridades del colegio consideraron necesario imponerle un castigo humillante por mantenerse fiel a sus creencias.
Falta de libertad y Cristofobia
El caso ha sido tomado por el First Liberty Institute y el bufete de abogados WilmerHale, quienes enviaron una carta de demanda a la junta directiva del distrito escolar, exigiendo la reincorporación inmediata de Castro y la eliminación de cualquier sanción en su contra.
La carta destaca que la cláusula de la ley, bajo la cual se amparan los hechos cometidos, no autoriza la violación del derecho de Castro a expresar libremente su fe.
En el caso de Marisol Castro, la imposición de eliminar su crucifijo es una restricción irrazonable y discriminatoria.
La propia Corte Suprema ha dejado claro que los docentes tienen derecho a la expresión religiosa personal, incluso en presencia de estudiantes.
Por lo tanto, la acción del distrito escolar es una hostilidad flagrante contra la fe cristiana y un intento de borrar cualquier manifestación religiosa del espacio público.
La pregunta que debemos hacernos es:
¿por qué la imagen de Baby Yoda es aceptable en un escritorio escolar, pero un crucifijo no? La respuesta es simple: se ha instalado una cultura de intolerancia hacia la religión, revestida de una buena neutralidad.
No es neutralidad exigir a una persona de fe que oculte sus creencias mientras otros pueden exhibir sin problema sus propios referentes culturales y personales.
Si hoy se permite que un distrito escolar persiga a una maestra por su fe, ¿qué impedirá que mañana otros trabajadores sean castigados por expresar sus creencias en cualquier ámbito público?
La libertad religiosa es un derecho fundamental y no algo negociable.










