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La «estrella» del musical ‘Wicked’ y la actriz autoidentificada como bisexual interpretará al Hijo de Dios en ‘Jesucristo Superstar’

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La reciente noticia sobre la elección de Cynthia Erivo, una mujer negra, bisexual y de cabeza rapada, para interpretar a Jesucristo en la producción de Jesus Christ Superstar en el Hollywood Bowl ha causado justa indignación entre los cristianos de todo el mundo.

Este lamentable episodio no es solo una falta de respeto a la fe cristiana, sino un ejemplo más de cómo Hollywood y la industria del entretenimiento continúan su guerra contra la verdad del Evangelio, la doctrina de la Iglesia y la figura de Nuestro Señor Jesucristo.

No se trata de un mero desacuerdo estético ni de una cuestión de inclusión: estamos ante una auténtica blasfemia.

Elegir a una actriz que se autodenomina abiertamente bisexual, que ha promovido ideologías contrarias a la moral cristiana y que rechaza los principios fundamentales de la fe para encarnar al Salvador del mundo no es un acto de diversidad, sino Cristofobia.

No es casualidad que esta elección provoque escándalo, porque así ha sido concebida: como una provocación que se burla de la imagen de Cristo y de su mensaje.

El sacrilegio de tergiversar a Cristo

La Iglesia Católica nos enseña que la figura de Cristo no es manipulable ni está sujeta a las modas del mundo.

En los Evangelios, la humanidad de Jesús es clara, y en el Concilio de Calcedonia (451 d.C.), la Iglesia proclamó que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Su identidad no es un lienzo en blanco para ser reinventado a capricho de la industria del espectáculo.

Jesucristo no es un personaje de ficción susceptible de reinterpretación, sino la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de Dios hecho carne.

Jesucristo no es un símbolo de ideologías modernas ni una figura para ser apropiada por quienes buscan distorsionar su mensaje con narrativas que son abiertamente anticristianas.

Es indignante que aquellos que ni siquiera creen en Él ni en su Evangelio se sientan con la autoridad de decidir cómo representarlo en una producción teatral.

La hipocresía de Hollywood

La elección de Cynthia Erivo deja en evidencia la doble moral de la industria del entretenimiento.

No es la primera vez que la industria teatral y cinematográfica intenta hacer de Jesús una figura moldeable según los criterios del mundo: recordemos el escándalo de la versión de Jesus Christ Superstar en 2018 con John Legend en el papel de Cristo, donde se omitió la resurrección y se ensalzó a Judas.

Estas reinterpretaciones buscan convertir a Cristo en un mero personaje de la cultura pop, diluyendo su mensaje de salvación y redención.

La herejía de una fe sin moral

Cynthia Erivo ha declarado en entrevistas que la fe no debe estar limitada por «pensamientos estrechos» y que las normas de la moral cristiana no le conciernen.

Es decir, pretende definir la fe sin someterse a su enseñanza auténtica, como si el cristianismo fuera una simple cuestión de sentimientos subjetivos en lugar de una verdad revelada por Dios.

Esto no es más que el eco de la herejía del modernismo, condenada por San Pío X en su encíclica Pascendi Dominici Gregis (1907), en la que advertía que el modernismo pretendía reducir la fe a una experiencia individual sin base objetiva, destruyendo así su verdadera naturaleza.

Cristo nos dejó un Evangelio claro. No hay espacio para manipulaciones o reinterpretaciones que buscan acomodar su mensaje a las ideologías del momento. «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»(Mt 24,35).

El cristianismo no se rige por modas, sino por la verdad eterna de Dios.

Cynthia Erivo ha declarado en entrevistas que la fe no debe estar limitada por pensamientos estrechos y que las normas de la moral cristiana no le conciernen Share on X

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