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Oportunidad.- E-Cristians sintetiza su documento sobre el injustificado ataque a la Iglesia por la pederastia

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En un extenso documento hecho público la pasada semana, la asociación e-Cristians denunciaba a partir de argumentos consistentes el señalamiento de la Iglesia católica como institución que más sufre la lacra de la pederastia. Algo que es radicalmente opuesto. Ahora, ha lanzado una síntesis del documento, que merece ser leído. Una oportunidad de mucho, en poco:

Un relato para ocultar la extensión de la pederastia

La insistencia en situar el foco de la pederastia en la Iglesia católica, y solo en ella, contradice la lógica. Asistimos además a un guión que se repite desde hace tres décadas y que sirve, entre otras cosas, para desviar la atención pública del contexto cultural en que la pederastia tuvo un crecimiento exponencial. De hecho, todos los estudios indican que la inmensa mayoría de los minoritarios casos de pedofilia y pederastia a cargo de miembros de la Iglesia se dan precisamente antes de la década de los ochenta, en el ambiente post Mayo del 68. Hay que recordar que al calor de la “liberación sexual” se presentaba el sexo «adulto-niño» como una realidad que algún día se normalizaría, como ha sucedido con otras prácticas sexuales. Es esto lo que ahora se quiere ocultar al poner el foco de atención exclusivamente en la Iglesia.

Lo que dicen los estudios

Ya en 1994 el Ministerio de Asuntos Sociales encargó un informe que señaló que los abusos a menores cometidos por maestros y profesores afectaban al 23% de las niñas y al 10% de los niños. Otros estudios confirman cifras de este orden. Y sin embargo, los gobiernos y los medios de comunicación han ignorado este espeluznante dato.

El más reciente estudio de la Fundación ANAR, realizado entre 2009 y 2019, muestra que los presuntos delitos cometidos por miembros de la Iglesia solo significan el 0,2% del total: un fenómeno muy doloroso pero al mismo tiempo muy marginal. La misma fuente constata que por cada delito de abuso cometido por un sacerdote, 5 han sido cometidos por monitores, 18 por maestros y profesores, 26 en relaciones iniciadas por internet, 50 por la pareja o expareja y 72 por un amigo o compañero.

El gobierno quiere convertir a la Iglesia católica en chivo expiatorio

Ante este panorama, la insistencia del gobierno en fijarse solo en los casos que tienen relación con la Iglesia e ignorar el resto, el 99,8% de los casos, es un grave escándalo. Investigar solo este tipo de casos demuestra que no se está indagando sobre un delito, sino que se está señalando como sospechosos a aquellos que manifiestan una determinada fe religiosa, que son presentados como el chivo expiatorio que permite continuar sin abordar un abuso tan extendido en la sociedad.

¿Cuál sería la reacción si se planteara en el Congreso la constitución de una Comisión para estudiar los delitos de robo con violencia, pero solo los cometidos por gitanos o inmigrantes? Con razón se acusaría a la iniciativa de racismo y xenofobia. Investigar solo a los católicos significa criminalizar a todo un grupo de población debido a su confesión religiosa.

Todo ello no es otra cosa que el corolario de una campaña iniciada por el diario El País, que tiene como objeto “marcar” a los miembros de la Iglesia católica, asociándolos a la pederastia, dejando fuera de foco la dimensión social de este delito y, de hecho, encubriendo la importancia de otros sujetos.

No es la investigación sobre la pederastia lo que se cuestiona, sino el hecho de que se focalice en un grupo particular. Reclamamos que se estudien todos los casos cometidos, y no solo el de una arbitraria ínfima minoría por el hecho de pertenecer a la Iglesia católica. Además, no es de recibo no diferenciar, como se está haciendo, lo que son muestras de afecto, más o menos adecuadas, con prácticas de abuso o violaciones. Es necesaria una exacta jerarquización del delito para saber de lo que se está hablando.

Enfoque equivocado de las instituciones eclesiales

Constatados todos estos hechos, demasiadas instituciones y autoridades eclesiales han actuado siguiendo el papel que el guion de este relato contra la Iglesia les ha asignado. Crear comisiones eclesiales para tratar el tema sin, al mismo tiempo, reclamar enérgica y persistentemente de las autoridades comisiones para indagar el delito de pederastia en su totalidad, es un error de dimensión histórica.

En lugar de reclamar de la sociedad y de las instituciones públicas un abordaje completo y a fondo de la pederastia, lo que hacen es insistir en el falso protagonismo de la Iglesia en esta materia. Esta vía no solo perjudica a la propia institución, sino que además contribuye, aunque no sea su voluntad, a mantener el ocultamiento de este mal social.

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