fbpx

Elecciones americanas: ¿qué habría pasado sin el coronavirus?

Libertades

COMPARTIR EN REDES

La semana que ha seguido a las elecciones presidenciales estadounidenses, entre Biden y Trump,  deja entrever lo que será la presidencia de Joe Biden los próximos 4 años: un país verdaderamente dividido por la mitad.

La gran lección de las elecciones de este año ha sido la enorme resistencia electoral de Donald Trump. Una vez más, los sondeos, que apuntaban unánimemente a una victoria fácil de Biden, han acabado totalmente desacreditados.

En porcentaje de voto, la diferencia que separa a los dos candidatos es minúscula: 50,6% para Biden, 47.7% para Trump (datos del 7 de noviembre). Independientemente de las polémicas en torno a las acusaciones de fraude, las elecciones de 2020 serán recordadas como unas de las más disputadas de la historia de Estados Unidos .

Trump ha vuelto a sorprender. Si en las elecciones del 2016 muchos pensaron que su victoria era un «tropiezo de la historia», la resistencia demostrada cuatro años más tarde en medio de una terrible crisis sanitaria y económica lo desmiente rotundamente. Biden gana, pero Trump arraiga en la conciencia política de los norteamericanos.

El «trumpismo», tanto en la forma como en el fondo, se hará permanente y seguirá siendo el principal rival de los demócratas. Una fuerza viva que bien orientada, podrá volver a ganar elecciones.

Biden y el campo demócrata tendrán que hacer frente a un rival mucho más fuerte de lo que pensaban, y que cuenta con apoyos firmes a todos los niveles institucionales y sociales.

En primer lugar, el Senado seguirá estando controlado por el Partido Republicano. Esta institución podrá así bloquear las políticas más progresistas y divisorias de Biden y la vicepresidenta Kamala Harris.

En segundo lugar, el Tribunal Supremo es, gracias a Trump, masivamente conservador (6 contra 3) . Los conflictos entre el poder judicial y el ejecutivo marcarán también el ritmo de la presidencia de Biden, y proporcionarán nuevas victorias a los republicanos.

En cierto modo, Senado y Tribunal Supremo prolongarán la presidencia de Trump y seguirán aglutinando y motivando al movimiento conservador que el presidente saliente ha despegado.

En tercer lugar, dentro del propio Partido Republicano, el estilo Trump ha venido para quedarse. Si bien varios altos cargos y dirigentes históricos, consultados en general por medios afines a los demócratas, se han desmarcado de las acusaciones de fraude formuladas por Trump, los cargos electos y los militantes están dispuestos a seguir al todavía presidente hasta el final.

En cuarto lugar, Trump ha conseguido lo que nadie se esperaba al movilizar al menos 7 millones de votantes más que el 2016. Es gracias a él que el partido ha logrado salvar su mayoría en el Senado y recuperar posiciones en la Cámara de los Representantes, si bien esta seguirá bajo mayoría demócrata.

Hay un aspecto en particular del progreso electoral de Trump respecto al 2016 que pone los pelos de punta a los progresistas estadounidenses. Pese a ser acusado reiteradamente el presidente y los suyos de racismo o incluso supremacía blanca, las elecciones han dejado en evidencia que el trumpismo atrae cada vez más votantes de las minorías, incluyendo las hispánicas y afroamericanas .

De hecho, los resultados de Trump entre los votantes provenientes de las minorías raciales han mejorado todos, sin una sola excepción. Otro hecho destacable es que Trump también mejora sus resultados entre las mujeres.

Así pues, a pesar de que muchos medios sigan esforzándose en atribuir la derrota de Trump al voto de las minorías, lo cierto es que estas mismas pueden votar un día masivamente a un candidato radicalmente conservador y nacionalista. Las políticas demócratas de la identidad pueden pues ser perforadas por los republicanos.

Trump no es pues el candidato de los «pequeños trabajadores blancos» que tienen miedo del peso demográfico creciente de las minorías, como muchos lo han caricaturizado desde el 2016.

¿Qué podría haber pasado sin el coronavirus?

Varios analistas han afirmado que, de no ser por la crisis sanitaria de la Covid-19, Trump habría obtenido una fácil victoria ante un rival tan débil como Biden. Aunque esta hipótesis no podrá ser nunca verificada, es interesante notar que el balance de la presidencia de Trump ha sido impresionante a los ojos de numerosos estadounidenses.

En términos económicos, Trump ha sido y sigue siendo visto por la mayor parte de estadounidenses como mejor que Biden. Durante sus tres primeros años de mandato, ha conseguido aumentar un 5% los sueldos de los trabajadores más humildes, rompiendo la tendencia de desigualdad creciente que duraba desde finales del siglo XX.

En política exterior, el republicano ha puesto en práctica lo que la inmensa mayoría de votantes exigían: poner fin a las aventuras intervencionistas, fijar un precio a la defensa proporcionada de los europeos y hacer frente a China.

Trump no habría obtenido en ningún caso una victoria masiva, porque los Estados Unidos están genuinamente divididos en dos. Por un lado están los progresistas que reciben las ganancias de la globalización y las minorías que sustentan su economía de servicios a las grandes ciudades. Por otro lado, hay todo lo demás, como afirma el editor y periodista Christopher Caldwell.

Pero quizás una de los mayores sorpresas de las elecciones del 2020 haya sido descubrir que las minorías tienen intereses propios que van más allá de su color de piel. Estos grupos pueden por tanto cambiar de bando: he aquí una gran pista para los republicanos de cara al 2024.

Trump no es pues el candidato de los «pequeños trabajadores blancos» que tienen miedo del peso demográfico creciente de las minorías, como muchos lo han caricaturizado desde el 2016 Clic para tuitear

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

1 Comentario. Dejar nuevo

  • Mª del Pilar
    12 noviembre, 2020 15:28

    La gente sabe lo que quiere y lo que no quiere, además no solo se informa por lo que le dicen, cada vez más, van teniendo criterio propio…por mucho que se emplenen todos los medios por poner a uno como católico y a otro como «el populiosta».
    El tiempo dira quien es quien y por la fama que han dado a uno y han quitado a otro…»Cada palo que aguante su vela»

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.