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El feminismo desafía al lobby LGTBI contra «el borrado de las mujeres»

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Durante las últimas décadas el movimiento feminista radical y el homosexualismo político había compartido objetivos comunes. El viaje de ambas ideologías que pretenden reformular la estructura social a partir de una ingeniería artificial encontró tradicionalmente puntos de confluencia en los que caminar juntos y multiplicar sus esfuerzos.

De hecho, las teorías de género han sido utilizadas para designar la igualdad entre el hombre y la mujer, cuando, sin embargo, se trata de una ideología mucho más amplia, cuyo propósito es establecer la máxima de que la identidad sexual no viene ligada a un sexo biológico, si no que se trata de una conjetura psicológica, es decir: que cada uno decide libremente su asignación sexual.

El viaje común está encontrando en el último lustro barreras infranqueables. Primero se trató de los vientres de alquiler, cuya práctica artificial y mercantilistadel ser humano es fundamental para que el movimiento LGTBI pueda acceder a la paternidad, ya que la biología lo hace imposible. Esa práctica, sin embargo, cosifica a la mujer y su cuerpo se convierte en una fábrica de vida dispuesta al mejor postor. Es por eso que en el seno del movimiento feminista más o menos moderado se posicionó frontalmente en contra de esta práctica.

También ligado a la idea del cuerpo de la mujer como un producto sexual, la prostitución ha sido severamente criticada por algunos sectores feministas moderados, aunque no se ha tratado de un tema que haya provocado especial conflicto con el homosexualismo político.

Lo que sí ha protagonizado el último gran desencuentro entre el feminismo y el lobby LGTBI es la transexualidad. Tras la introducción de la homosexualidad en la batalla cultural como mainstream, ha sido la transexualidad el siguiente caballo de batalla que ha querido proponer el homosexualismo político.

Sin embargo, mientras que homosexualismo o lesbianismo no provocaron conflictos con el feminismo, la transexualidad y los supuestos derechos de identidad de género aplicados a este fenómeno, sí ha chocado frontalmente con el mismo. La razón: se percibe desde el feminismo como una amenaza para las mujeres.

Un reciente artículo en el diario La Vanguardia titulado ‘¿El derecho a la identidad de género pone en jaque la lucha por la igualdad?‘ explica que el debate que se propone es «sobre los conceptos de género y sexo», el cual se ha incrementado con la apuesta de Podemos para que quede recogido en las leyes que las personas tienen derecho a decidir cuál es su género, al margen de su sexo biológico.

Los colectivos feministas han pasado a la acción organizados en la plataforma Alianza contra el Borrado de las Mujeres. Según esta plataforma, el derecho a la identidad de género pone en jaque la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres ya que hace desaparecer los motivos de la opresión sobre las mujeres. La que se ejerce precisamente por haber nacido con el sexo mujer. Quieren abrir el debate a la sociedad.

La plataforma feminista ha lanzado este mes de agosto un manifiesto donde se recogen los motivos de su preocupación frente a lo que denominan el “transgenerismo queer”, concebido, señalan, como movimiento internacional que actúa como lobby. “Se quiere introducir en nuestras leyes –se indica– los conceptos acientíficos de expresión e identidad de género, que convierten el sexo en algo superfluo”.

Si se elimina el sexo como categoría jurídica, explica Laura Redondo, psicóloga jurídica y forense y representante de la plataforma, todas las políticas para combatir la desigualdad se convierten en irrelevantes, según recoge La Vanguardia.

A partir de este marco argumental, la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres ha hecho llegar al Congreso varias enmiendas al proyecto de ley de Protección a la Infancia y la Adolescencia al entender que hay una serie de artículos que “introducen en el ordenamiento jurídico términos como el de identidad de género que blindan los estereotipos sexistas”. “El género –se prosigue– no es una identidad. Es una imposición de roles diferentes para niñas y niños” desde la que se ha construido la discriminación de las mujeres.

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