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Intervención de D. Josep Miró i Ardèvol en la II Asamblea Cristiana

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Estimados amigos y amigas. El lema de esta Asamblea define la intención: Nuevos impulsos, nuevas vías. De la disidencia a la alternativa.

La Asamblea ha sido posible gracias a la UAO y el extraordinario interés de su rector, y buen amigo, Dr. Rafael González-Ponga, y de la ACdP. A ambos les expreso mi agradecimiento, que hago extensivo al cardenal Omella, quien ha querido encontrar el tiempo para estar con nosotros. Se lo agradezco de todo corazón.

Gracias también a los presidentes de sesión, al secretario y a los moderadores y componentes de las mesas.

Gracias muy especiales a los organizadores y a todos los que la han hecho posible.

Y, sobre todo, gracias a vosotros por vuestra participación, sin la cual todo lo anterior no hubiera tenido demasiado sentido.

La primera condición para cambiar las cosas es salir de casa, salir de los espacios de confort, de lo que vayamos haciendo.

Existe un exceso de temor y de prevención para tan poco peligro.

Porque el confort de un cristiano se encuentra en vivir con su conciencia bien ajustada a la voluntad de Dios.

En esta II Asamblea:

  1. Hemos tenido ocasión de conocer una serie de nuevas iniciativas que nos muestran impulsos en el ámbito cristiano, y que dan cuenta de su vigor.
  2. También hemos conocido algunas nuevas vías, que apenas se perfilan.
  3. Ahora quiero hablaros en 20 minutos de la vía fundamental: cómo transitar de la disidencia a la alternativa.

Amigas y amigos:

No podemos vivir de espaldas a la evidencia.

Este pasado miércoles en el programa del mediodía de TVE, dedicaron tiempo, imágenes y comentarios de una tertulia a presentar a tres mujeres rezando al otro lado de la acera, frente a una clínica abortista. Lo presentaban como un acto intolerable de agresión y coacción, reclamaban una acción de la fiscalía, de acuerdo con la nueva legislación aprobada por ese gobierno. A ese estado de cosas hemos llegado. Rezar puede ser una agresión.

¿Qué ha tenido éxito? ¿Qué nos ha sucedido para que se produzca esta inversión, en la que lo bueno es considerado como malo?

Repito. No podemos vivir de espaldas a la evidencia: las leyes, la cultura del poder, lo que se enseña en las escuelas, es contrario a la concepción moral, antropológica, cristiana, incluso lo es la visión histórica.

Todo esto es un absurdo. Pero, ¿qué hacemos como cristianos y ciudadanos para evitarlo? Consideramos, con razón, una salvajada la ablación del clítoris, pero consideran excelente que a una chica de 16 años sin permiso de sus padres, le sea extirpada la vagina y hormonada hasta las orejas.

Al mismo tiempo que a un estado laico, neutral, desde el punto de vista de la fe religiosa, lo han convertido en un estado de práctica atea, cancelando a Dios de la vida pública.

Impera una especie de nueva religión, que dicta normas sobre cómo deben ser hombres y mujeres, que hace del sexo su obsesión, que dice cómo debemos vestir a nuestros hijos, relacionarnos con la pareja, que hace dirigismo cultural, que construye una nueva antropología, que reescribe la historia, que enseña a los niños a indagar si son niños o niñas y les explica la masturbación y cómo se hace, que considera el aborto como un derecho, que detrae a los padres el derecho a educar a sus hijos, y a los maestros a ejercer la autoridad, hasta que la escuela termina viviendo una crisis profunda, que la nueva ley Celaá acentuó, mientras los adolescentes y jóvenes sufren cada vez más una crisis emocional, psicológica. ¿Dónde lleva ese camino, en el que las leyes, las políticas que hacen, acentúan los problemas en el lugar de resolverlos?

Pero no solo es de graves ataques a la vida, a los derechos de los padres, a la familia, a la escuela, a la antropología humana, a la ley moral natural, sino también a nuestros derechos como ciudadanos, como lo manifiesta la deriva del Tribunal Constitucional y su partidismo impúdico y creciente.

Somos prisioneros de una partitocracia tóxica, practicada por todos los partidos, viejos y nuevos, porque estos últimos han aprendido que lo mejor del poder es distribuirse sus cuotas, sin cuestionar las normas de juego, convirtiendo así el Parlamento en un lugar de conflicto y descrédito, y las elecciones en una simple subasta sobre el empleo del poder. Y por eso juegan a polarizar las posiciones en lugar de esforzarse en construir la concordia, la amistad civil aristotélica, condición necesaria, para alcanzar el bien común.

No es ajeno a esta situación, lo obvio que en el ámbito político, el cristianismo no tiene entrada, es una «cosa» extraña. Y es que existe una estrecha relación entre el malestar de la política y la ausencia cristiana. Regeneración de la vida política y cristianismo van de la mano.

Los cristianos laicos deben hacerse presentes en la política, entendida como lo que es, la construcción del bien común; es decir, la práctica que hace posible la construcción de aquellas condiciones que hacen posible, que cada persona, cada familia, cada grupo social, cada empresa, desarrolle sus dimensiones positivas de la mejor manera posible.

La pregunta crucial es qué hacer para lograrlo y cómo hacerlo.

Debemos hacer tres cosas :

I.  La primera: Intensificar la vida de la fe para aquellos que la tenemos, y ejercer las virtudes cristianas. Sin virtudes, lo sabemos desde Aristóteles, desde el libro del Éxodo y del Levítico, no son posibles buenos gobiernos. Sin virtudes, los valores son irrealizables.

Y en relación con la fe y su doctrina, quiero recordar lo que dice la doctrina social de la Iglesia, muy brevemente, solamente dos puntos. El (899): La iniciativa de los cristianos laicos debe descubrir o idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas.

Y también en el 909 (LG 36): Los laicos, además, juntando sus fuerzas, deben sanear las estructuras y las condiciones del mundo.

Claro, ¿no? Los laicos juntando sus fuerzas, deben idear cómo lograr que la concepción cristiana impregne las realidades sociales, políticas y económicas, y sanee las estructuras y condiciones de la sociedad.

II .  La segunda condición es la de superar tres vicios que nos han hecho y hacen mucho daño, que nos debilitan:

1- La fragmentación y la desunión.

2- El rechazo por el compromiso político al confundir política, que significa la construcción del bien común, con partidismo.

3- Superar una especie de clericalismo laical, que ignora que tiene el deber de evangelizar por medio de la DSE, y que esta se dirige a todo el mundo, no solo a los católicos.

III. Tercera cuestión y crucial: la respuesta concreta es organizar la corriente social cristiana en el seno de nuestra sociedad. No podemos esperar más: las leyes, o las hacemos o las hacen.

1-  La acción a la que estamos llamados ahora es la de construir una corriente social cristiana en nuestra sociedad, un movimiento que actúe, movilizar, comunicar, dar formación y prestar servicio. Que interactúa con las instituciones políticas y con la sociedad, y tiene grosor y capacidad para cambiar las cosas.

2- Un movimiento social cristiano, fundamentado en la doctrina social de la Iglesia, y que discierne y trabaja para aplicarla a nuestros problemas, retos, necesidades y oportunidades colectivas.

3-  La corriente social es un encuentro, una confluencia organizada, de grupos y personas que actúan conjuntamente con objetivos comunes.

4- Esta dinámica de acción y crecimiento del movimiento social cristiano nos dirá, en función de la capacidad y los resultados, es decir, de la práctica, si esta es la fórmula final, o bien por falta de recepción y regeneración de los partidos políticos es necesario dar un paso más para reorganizar su potencial y presentar directamente una opción política en la contienda electoral.

Entendedme bien. Digo que:

  •  Si nos conformamos con ser cada vez más disidentes, más marginales, acabaremos como cristianos en la nada, y la Iglesia será considerada como una secta.
  • Que para ser alternativa, es necesario profundizar y vivir más y mejor la fe y las virtudes cristianas, que son el fundamento de todo.

5- Que debemos reunirnos y organizarnos en una corriente social, superando fracciones y diferencias. Un movimiento que tiene como fundamento vertebrador la doctrina social cristiana y la ley natural y, por tanto, llama a todos y no solo a los que nos ha sido regalado el don de la fe.

6-  Esta corriente organizada actúa en el ámbito del bien común y, por tanto, de la vida pública, de las instituciones políticas y sociales: estudia los temas para hacer propuestas concretas, escucha a las personas en términos generales o las preocupaciones por aquella cuestión, construye consensos sociales en torno a soluciones, y lo concreta en políticas públicas, que difunde y comunica para buscar el máximo apoyo social. Políticas con las que dialoga con partidos y gobiernos, les empuja, y lleva a cabo grandes campañas sobre estas cuestiones.

7-  Persigue dar la vuelta a la realidad por medio de una estrategia de reformas parciales, articuladas a la finalidad global.

8-  Y al mismo tiempo no pierde de vista impartir una sólida formación a sus miembros y a la ciudadanía, ofrece determinados servicios evaluados como necesarios.

9-  Esta dinámica y práctica de la corriente social le da notoriedad, buen nombre, le hace crecer y le proporciona ingresos de la misma gente.

10-  Una corriente social que comienza con un núcleo organizado de unos pocos cientos de personas, y que en dos años se expande hasta ser 5.000 personas afiliadas. Esta es la masa crítica inicial para la gran transformación y significa una capacidad económica ordinaria para actuar, para realizar acciones de entre 300.000 y medio millón de euros, con la ambición de llegar 10.000 personas, además de entre 50.000 y 75.000 conectadas. Cifras todas ellas referidas a la dimensión demográfica de Catalunya.

11- De acuerdo con los últimos datos del CEO, en Catalunya más de 2 millones y medio de personas mayores de 18 y más años se declaran católicos. Sí, ya sé que es una identidad débil, porque la mitad o más de estas personas no han puesto los pies en una Iglesia, pero valga para lo que valga, cuando se les pregunta dicen esto. Es, más o menos, como ser del Barça y no haber pisado nunca el Estadio.

12-  Sin embargo, y eso ya es más tenaz, 560.000 van a la iglesia una o más veces a la semana, y otras 440.000 acuden alguna vez al mes. Un millón en total.

13- . 5.000 personas, el primer objetivo del movimiento, son menos del 1% de los de misa semanal y diaria, el 0,5% de los de misa semanal más los que acuden alguna vez al mes, y el 0,2% de los que se declaran católicos.

14- Doy estas cifras, que son simples orientaciones, para mostrar que está al alcance, que podemos hacerlo. Solo hace falta el propósito y la unidad.

15-  Y bajo tanto a lo concreto, porque lo que presentamos no es una idea, sino una propuesta, que en todo caso será o no recogida, pero que hecha está.

16-  Y cuando la corriente social cristiana esté constituida, funcione, haya actuado y alcanzado una determinada experiencia, entonces debe valorarse si esta es la mejor fórmula, o hay que reorganizarla en una opción electoral directa.

17-  Esto es lo que podemos hacer. Esta es la manera de pasar de la disidencia a la alternativa. Y si no lo hacemos, entonces acabarán de pasar por encima nuestro, por encima de nuestra fe, de nuestras familias, de nuestros movimientos y organizaciones, escuelas, universidades, grupos. ¡Cómo es posible que esta evidencia no se vea!

18- . En esta construcción todo el mundo está llamado, si bien los jóvenes deben tener un papel destacado porque serán ellos los que acabarán alcanzando el peso de la responsabilidad política en el futuro. Naturalmente, esto no significa construir solo un movimiento juvenil, ni menos aún esconderse detrás de la edad o de las obligaciones de la vida adulta para sortear el compromiso. Pero sí es cierto que es un trabajo principal de los más jóvenes, en el que los mayores podemos acompañar, ayudar.

Amigas y amigos: No podemos permanecer con los brazos cruzados en nuestro territorio de siempre, en nuestro ámbito de confort.

Nadie, si no somos personas, nos va a resolver los problemas, porque somos nosotros los agentes de la transformación necesaria de la sociedad.

Comprometámonos a trabajar juntos por razón de lo que nos une.

Jesús en ningún momento nos ha prometido una vida sin problemas. Lo que nos ha ofrecido es su amor y ayuda.

Si llegas a asumir de verdad que Dios está contigo, entonces, ya no te importará cómo de fuerte es lo que está en tu contra.

Amigas y amigos, ha llegado la hora de construir la alternativa.

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