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El Renacimiento silencioso: jóvenes europeos y estadounidenses lideran un inesperado regreso al cristianismo

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Se congregaron en una antigua sala de conferencias para orar, cantar y compartir su fe. Venían de 89 países. Muchos de ellos llevaban cruces, biblias desgastadas y miradas decididas. No estaban protestando, no estaban huyendo: estaban regresando. Regresando a la fe cristiana.

Contra todo pronóstico, el cristianismo está floreciendo nuevamente entre los más jóvenes en Europa y otras regiones de Occidente. En un continente que por décadas ha sido sinónimo de secularización acelerada y religiosidad menguante, la Generación Z está liderando un resurgimiento espiritual silencioso, pero estadísticamente inequívoco. Reino Unido, Francia, Italia, Hungría, Suecia, Alemania y Estados Unidos encabezan la lista de lugares donde los templos se están volviendo a llenar, aunque no con sus habituales feligreses mayores, sino con jóvenes de entre 18 y 30 años, muchos de ellos hombres.

Los datos lo respaldan. En Inglaterra y Gales, el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que se identifican como cristianos practicantes creció del 4% en 2018 al 16% en 2024. Entre los varones jóvenes, ese número llega al 21%. En Italia, el número de jóvenes evangélicos o protestantes aumentó un 21%. En Francia, más de 7.000 adultos fueron bautizados durante la Pascua de 2024, un 32% más que el año anterior, y más de un tercio de ellos tenían entre 18 y 25 años. Lo que parecía una anomalía aislada comienza a perfilarse como una tendencia continental.

Y al otro lado del Atlántico, ocurre algo similar. Ryan Burge, politólogo de la Universidad del Este de Illinois, ha declarado que “la Generación Z no es mucho menos religiosa que sus padres, y eso es un gran problema para quienes creían que el cristianismo estaba condenado al olvido”. Según sus análisis, los varones Z son hoy más propensos a asistir a servicios religiosos semanales que los millennials e incluso algunos miembros jóvenes de la Generación X.

¿Qué está sucediendo? ¿Por qué, en un mundo saturado de tecnología, escepticismo y pluralismo, los jóvenes están regresando a una fe antigua?

Una fe redescubierta

Los analistas coinciden en que no se trata de un simple fenómeno de nostalgia religiosa. Tampoco es una reacción conservadora al caos del mundo moderno, aunque algunos lo interpretan así. Es, sobre todo, una búsqueda profunda de comunidad, significado y pertenencia.

Después de la pandemia de la COVID-19, muchos jóvenes sintieron el peso del aislamiento, la ansiedad digital y la falta de propósito. Las iglesias, especialmente las más activas socialmente o las que ofrecen rituales bien definidos, comenzaron a atraer a quienes buscaban más que respuestas intelectuales: buscaban conexión. «La religión está ofreciendo un lenguaje de sentido y una estructura comunitaria que otras instituciones han perdido», señala Javier Elzo, sociólogo español especializado en religiosidad juvenil.

Una de las sorpresas más llamativas de este renacimiento es la inversión del patrón de género. Durante décadas, las mujeres han sido tradicionalmente más religiosas que los hombres en casi todos los grupos etarios. Hoy, por primera vez en países como Reino Unido y Estados Unidos, los hombres jóvenes superan a las mujeres jóvenes en religiosidad activa. En algunas congregaciones —como la conocida Grace Church en Estados Unidos— los varones constituyen la mayoría de asistentes.

¿Por qué este giro?

Muchos jóvenes hombres, especialmente aquellos que se sienten cultural o políticamente desplazados, están hallando en ciertas formas de cristianismo tradicional —católico, ortodoxo o evangélico conservador— un espacio donde se valora la estructura, el compromiso y los roles definidos. En un contexto donde la masculinidad está en crisis y la pertenencia escasea, la iglesia ofrece un marco estable y un modelo aspiracional de vida.

Más que una moda

Lo que diferencia este fenómeno de revivals anteriores es su profundidad estructural. No se trata solo de conversiones emocionales o de una moda pasajera. El informe The Quiet Revival de la Sociedad Bíblica y YouGov (2024–2025) revela que el 45% de los jóvenes de 18 a 24 años en Reino Unido cree en Dios, y el 40% ora con frecuencia. La asistencia a la iglesia una vez al mes ha cuadruplicado desde 2018. En Suecia, uno de los países más secularizados del mundo, el porcentaje de jóvenes que cree en Dios ha aumentado en un 28% respecto a sus abuelos.

Además, los valores cristianos están siendo revalorizados incluso por jóvenes que no necesariamente asisten a misa. Según una encuesta europea reciente, uno de cada dos jóvenes considera que “el mensaje y los valores del cristianismo están siempre de actualidad”. En un mundo marcado por la volatilidad, estos jóvenes buscan raíces.

Eventos como Revive Europe, el mencionado encuentro juvenil en Cracovia, o el auge de movimientos juveniles cristianos en Hungría, Alemania e Italia, consolidan esta ola espiritual que se abre paso entre la indiferencia religiosa de sus mayores. En redes sociales, algunos influencers cristianos acumulan millones de seguidores, y la estética de lo sagrado —cruces, velas, íconos— se filtra incluso en la moda y la música.

¿Hacia dónde va esta ola?

Las consecuencias de este renacimiento espiritual todavía están por escribirse. Por un lado, las iglesias podrían renovar su vida comunitaria y su relevancia cultural si logran integrar esta nueva generación sin caer en nostalgias del pasado ni en integrismos. Por otro, el retorno masivo de los jóvenes a la fe podría provocar tensiones con modelos seculares dominantes, especialmente en el ámbito político y educativo.

Pero una cosa parece clara: la historia del cristianismo en Occidente no está cerrada. Lejos de extinguirse, podría estar entrando en una nueva fase de reinvención, impulsada no por jerarquías, sino por la inquietud espiritual de una generación que ha visto de cerca el vacío, y ha decidido volver a mirar hacia lo eterno.

«Quizá la Generación Z no esté alejándose del mundo moderno. Quizá simplemente esté buscando algo más grande que ella misma.»

Y la fe no florece en ella a causa de eslóganes clericales, manifestaciones de proximidad a lo mundano, o celebraciones del feminismo, No, lo que buscan es algo en el fondo tan tradicional como los trascendentales, la verdad, la bondad y la belleza que se manifiesta en la liturgia. Son herramientas fundamentales para comprender tanto la naturaleza del ser humano como la revelación de Dios. Aunque no son dogmas en sí mismos, tienen un papel importante en la teología, la espiritualidad y la doctrina de la Iglesia. Y también acogida y confianza en su capacidad y futuro…  Aunque sean chicos.

En un continente que por décadas ha sido sinónimo de secularización acelerada y religiosidad menguante, la Generación Z está liderando un resurgimiento espiritual silencioso, pero estadísticamente inequívoco Compartir en X

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