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La deriva relativista alemana: un obispo autoriza bendiciones entre personas del mismo sexo

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Un obispo alemán emitió el jueves pasado una carta en la que pedía a los pastores de su diócesis que ofrecieran bendiciones entre personas del mismo sexo.

El obispo Karl-Heinz Wiesemann escribió a sacerdotes, diáconos y agentes pastorales laicos diciéndoles que las bendiciones, que también extendió a las parejas que se volvieron a casar, podrían tener lugar en las iglesias de la diócesis de Speyer.

Este episodio es uno más de los que muestran la deriva relativista de parte de la iglesia católica alemana.

“La ceremonia debe diferir de una ceremonia de boda por la iglesia en términos de palabras y signos y debe reforzar explícitamente el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua en la relación de pareja como un acto de bendición”, escribió en la carta del 3 de noviembre.

«Puede ser que el entorno doméstico sea más adecuado para recibir una bendición», añadió.

“La ceremonia de bendición también puede tener lugar en la iglesia o en otro lugar adecuado. La celebración debe diferir en palabras y símbolos de una boda religiosa y, como acto de bendición, debe reforzar expresamente el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua que existe en la relación de pareja”.

El obispo, que dirige la diócesis en el suroeste de Alemania desde 2008, señaló que el 93 por ciento de los participantes en la última reunión del controvertido Camino sinodal alemán en marzo de este año estaban a favor de permitir “celebraciones de bendición para las personas que aman unos a otros” y enfatizó la “urgencia” de implementar las bendiciones.

“Desde hace algún tiempo nos esforzamos en nuestra diócesis por brindar una atención pastoral, tocada y conmovida por la humanidad de Dios, a las parejas que, por diversas razones, no pueden o no quieren recibir el sacramento del matrimonio”, continuó.

“Para mí, la instrucción de Jesús a mitad del Sermón de la Montaña “No juzguéis, para que no seréis juzgados” se ha convertido cada vez más en una clave esencial para un ministerio pastoral basado en el Evangelio de Jesús, al igual que las palabras frecuentemente citadas de Papa Francisco: “¿Quién soy yo para juzgarlo?”, en una clara interpretación personal del obispo sobre el mensaje crístico y papal.

Wiesemann escribió: “Tanto con respecto a los creyentes cuyos matrimonios se han roto y que se han vuelto a casar, como especialmente con respecto a las personas con orientación hacia el mismo sexo, es urgentemente hora –especialmente en el contexto de una larga historia de profundo dolor– de una actitud diferente. perspectiva para encontrar una actitud pastoral inspirada en el Evangelio, como muchos de vosotros habéis practicado desde hace mucho tiempo”.

“Por eso hice campaña por una reevaluación de la homosexualidad en la enseñanza de la Iglesia de manera sinodal y también voté por la posibilidad de ceremonias de bendición para parejas del mismo sexo. Lo mantengo. Espero que en el camino del sínodo mundial esta cuestión apremiante de nuestro tiempo también pueda experimentar un desarrollo positivo”.

En el sínodo sobre la sinodalidad, el Papa Francisco abordó el tema de las bendiciones para las relaciones entre personas del mismo sexo en una respuesta a cinco dubia, o dudas, que le enviaron los cardenales antes de la asamblea en Roma.

El Papa dijo que era una cuestión de prudencia pastoral “discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o más personas, que no transmitan una idea errónea del matrimonio”.

“Las decisiones que pueden ser parte de la prudencia pastoral en determinadas circunstancias no necesitan transformarse en norma”, escribió. “En otras palabras, no corresponde que una diócesis, una conferencia episcopal o cualquier otra estructura eclesial autorice constante y oficialmente procedimientos o reglas para todo tipo de asuntos”.

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7 Comentarios. Dejar nuevo

  • No veo escándalo ni tropiezo alguno en la bendición que autoriza este obispo.
    Al final de cada Misa se da la bendición a todos los fieles presentes, bendición que no es personal sino comunitaria.
    Y por San Antón y San Francisco de Asís se bendicen animales.

    El obispo alemán promulga que “La celebración debe diferir en palabras y símbolos de una boda religiosa y, como acto de bendición, debe reforzar expresamente el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua que existe en la relación de pareja”.
    Es de cajón que debe diferir de una boda religiosa, puesto que una relación homosexual no tiene nada que ver con el matrimonio católico, y con el laico tampoco.
    Pero es que “el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua” no existe solo en la relación de “pareja”, sino en cualquier relación enfocada en estos valores, sea cual sea el número de personas que la constituyen.
    La sexualidad es otra cosa. La relación sexual se da porque existen dos sexos distintos que se oponen y se complementan. De no ser así no existiría la atracción sexual, ni, por supuesto, la excitación sexual y su satisfacción orgásmica. La mal llamada relación “homosexual” es todo lo que se quiera menos una relación sexual, como tampoco lo es el onanismo o el animalismo. La existencia de mujeres y hombres en la naturaleza humana no es un capricho de la evolución natural para darle variedad a las relaciones sexuales. Forma parte de su esencia, ya que solo así puede perpetuarse como especie, de igual modo que la esencia de una bacteria es ser asexuada y reproducirse por fisión binaria.

    En conclusión, y en mi opinión: bienvenidas sean las bendiciones, siempre que se den para favorecer “el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua” entre los miembros de cualquier comunidad formada por fieles católicos.

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    • Me parece que andas un poco confundido. Si se bendice a una persona o grupo en base a su condición especifica, lo que están bendiciendo es la condición especifica.
      Por ejemplo, si bendices a un grupo de fieles por su condición de fieles, no hay problema que entre ellos haya un adultero o un gay. Pero si bendices a una pareja adultera, lo que estas bendiciendo es el adulterio, por mucho amor que haya entre ellos. Y si bendices una pareja gay, estas también bendiciendo una unión pecaminosa.

      El supuesto amor no lo justifica todo. Porque si la verdad y el amor no van juntos, no hay autentico amor.
      Un amor que te lleva al pecado mortal y a la posible condenación eterna, no puede ser autentico amor, solo deseo.

      Responder
      • Estoy de acuerdo, Fred. Por eso he dicho que las bendiciones solo deberían ser para favorecer “el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua”. Y nada más. La práctica de la sexualidad es otra cosa. Una pareja gay que convive en castidad no solo merece la bendición sino que la necesita especialmente.
        En cuanto al adulterio, habría que juzgar cuando hay realmente adulterio. Porque una pareja casada que convive sin “amor, compromiso y responsabilidad mutua” de forma permanente y definitiva se ha hecho indigna de la bendición matrimonial, además de que quizás sea más auténticamente adúltera, de pensamiento y deseo, que una persona separada que, sin haber obtenido la nulidad eclesiástica, conviva con una persona soltera en una relación de “amor, compromiso y responsabilidad mutua”.
        Es todo muy complejo, me parece a mí. Habría que considerar caso por caso y que discierna el sacerdote a quien se pide la bendición.

        Responder
  • Ni una pareja gay, ni una union adúltera se pueden bendecir, aunque vivan en castidad. Porque objetivamente son parejas no conformes a la ley de Dios.
    Por tanto, bendecirlas solo puede crear confusion y escandalo.

    Lo extraño es que pidan una bendición sabiendo que su situacion es irregular, suena muy rebuscado y parece que busquen la aprobacion ajena de su situacion irregular.

    Lo que planteas de una pareja casada, que vive sin amor, no por ello dejan de estar casados, por tanto su union no es adultera, a diferencia de una pareja de solteros que convivan. Estos, por mucho amor que haya, estan en concubinato. Repito, el amor no lo justifica todo. Me parece que ves las cosas desde un prisma demasiado emocional.

    Saltarse la ley de Dios con la excusa de que hay mucho amor, me parece un fraude y auto engaño. Porque el amor a Dios y a su ley tiene que regir los actos de un cristiano.

    Responder
  • Creo que sería bueno, en esto de las bendiciones, intentar no caer ni en el emocionalismo ni en el fariseísmo. Jesucristo nos enseñó que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, es decir, que la ley del sábado hay que cumplirla pero no hasta el punto de que implique un perjuicio para las personas o les impida un beneficio en el ámbito espiritual. Por eso Jesús curó a un enfermo en sábado y disuadió de que apedreasen, como mandaba la ley, a una mujer adúltera.
    En este sentido, pienso que no es lícito autorizar la bendición de parejas a destajo, sino que el sacerdote discierna en cada caso concreto si negándoles o dándoles la bendición perjudica o beneficia, en cuanto personas creyentes, a quienes se la piden. Lo cual viene a ser, en definitiva, la respuesta que ha dado el Papa al asunto:
    “discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o más personas, que no transmitan una idea errónea del matrimonio”.
    “Las decisiones que pueden ser parte de la prudencia pastoral en determinadas circunstancias no necesitan transformarse en norma.”
    Quizás el fallo del obispo Wiesemann está en no haber tenido en cuenta esta última recomendación, y haber promulgado una norma general, por más que la haya matizado bastante. La “prudencia pastoral” basta.

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    • Hay actos que «per se» son siempre pecaminosos. Por tanto, no cabe la comparacion de que «el sabado de hizo para el hombre».
      Precisamente lo que pretenden algunos es que todo sea opinable con la excusa de la prudencia pastoral. Pero esto es pervertir la moral y la Fe.

      Responder
      • Tiene razón. Por tanto, y no habiendo nada pecaminoso en que dos personas homosexuales convivan en castidad y con vocación de “amor, compromiso y responsabilidad mutua”, me parece legítimo que un sacerdote les de la bendición con prudencia pastoral. Lo que se bendice aquí no es lo pecaminoso, sino lo bueno, y justamente para evitar el pecado. Jesús se relacionaba con pecadores públicos y a buen seguro que los bendecía para que dejasen de pecar. Por eso bendijo a la mujer adultera diciéndole que la perdonaba y que no pecase más.
        La prudencia pastoral no quiere decir que todo sea opinable. Al contrario, obliga a distinguir muy bien entre lo que es pecado y lo que no lo es, sin manga ancha, pero también sin intransigente rigidez. No con la mentalidad de acomodarse a los valores de moda, buscando el aplauso del mundo, sino por el bien, en Cristo, de cada persona concreta.

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