Como si de la espada de Damócles se tratara, los distintos bancos centrales han ido retrasando la recesión mediante unos tipos de interés negativos. Esta estrategia, que de entrada a medio plazo han alargado el escenario actual, al mismo tiempo alientan inversiones especulativas de alto riesgo para la economía global.
Gita Gopinath, economista jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), elogió la semana pasada el esfuerzo de los bancos centrales por incrementar la liquidez. Tobias Adrian, responsable de finanzas del FMI, también describió la prolongación de los tipos bajos como una buena media, pero anotó que a medio plazo «pueden poner en riesgo el crecimiento«.
“Con el trasfondo del deterioro de las expectativas empresariales, el debilitamiento de la actividad económica y la intensificación de los riesgos a la baja, muchos bancos centrales han impulsado medidas expansivas de política monetaria”, asegura el informe sobre la estabilidad financiera publicado el miércoles por el Fondo.
Cabe destacar que el mantenimiento de los tipos bajos ha producido una inédita cantidad considerable de deuda con rentabilidad negativa. Si antes del 2015 prácticamente no se producía esta situación de tener que pagar por prestar dinero, los mercados creen que en torno al 20% de todos los bonos de deuda soberana ofrecerán rentabilidades negativas durante tres años al menos.
Alemania, con el bono a diez años en el -0,7%, ya cobra por financiarse en todos los tramos de deuda: desde la que tiene el plazo de devolución más corto hasta la más larga. España tiene en negativo los bonos de cinco años. En los diez, que ofrecen una rentabilidad del 0,1%, llevan semanas acercándose sospechosamente al suelo del 0%. La deuda a diez años de países como Francia (-0,4%), Holanda (-0,56%) o Suiza (-1,09%) también cotiza ya en rendimientos bajo cero.
La debilidad del sistema financiero propiciado por los tipos cero también se le tiene que sumar el alto grado de financiación de las empresas que se han aprovechado del mínimo histórico de los tipos de interés (que supondría más del 40% de la deuda de las empresas en caso de una crisis que fuera a mitad de importante que la Gran Recesión).