La Iglesia vive de la Eucaristía

Ecclesia de Eucharistia (La Iglesia vive de la Eucaristía) es la Encíclica número 14 de las 14 del Papa Juan Pablo II. La promulgó dos años antes de ser proclamado santo súbito por el Pueblo de Dios tras su fallecimiento el día 2 de abril del año 2005. Yo también lo proclamé santo ante el televisor junto con la gente congregada en la plaza de San Pedro del Vaticano. He empezado a leerla reposadamente de nuevo a las diez de la mañana de hoy martes 9 de abril. He finalizado su lectura telemática a las doce. Tras el rezo del Ángelus prosigo con mi escrito. Lo hago destacando el apartado 60 de esta última encíclica, promulgada el Jueves Santo 17 de abril de 2003 dos años antes de su fallecimiento.

<< 60. En el alba de este tercer milenio todos nosotros, hijos de la Iglesia, estamos llamados a caminar en la vida cristiana con un renovado impulso. Como he escrito en la Carta apostólica Novo millennio ineunte, no se trata de « inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste». (103) La realización de este programa de un nuevo vigor de la vida cristiana pasa por la Eucaristía. Todo compromiso de santidad, toda acción orientada a realizar la misión de la Iglesia, toda puesta en práctica de planes pastorales, ha de sacar del Misterio eucarístico la fuerza necesaria y se ha de ordenar a él como a su culmen. En la Eucaristía tenemos a Jesús, tenemos su sacrificio redentor, tenemos su resurrección, tenemos el don del Espíritu Santo, tenemos la adoración, la obediencia y el amor al Padre. Si descuidáramos la Eucaristía, ¿cómo podríamos remediar nuestra indigencia? >>

S.S Juan Pablo II cita su Carta Apostólica Novo millennio ineunte. Yo la cité a mis obispos cuando el asunto de la negativa de dar clase de religión en la persona de mi hijo en la enseñanza pública secundaria autonómica (1º de ESO). No es de esto de lo que quiero hablarles hoy. He pensado que esta vez mejor preguntar yo que aseverar pudiéndolo hacer. Iré preguntándoles.

• ¿Por qué razón en todas partes, no solo en España, hay templos confinados desde la pasada Cuaresma?
• ¿Por qué razón el desconfinamiento de templos en España es por fases con trato desigual autonómico y porcentajes controlados de aforo?
• ¿Por qué razón la imposición clerical chulesca de comunión en la mano, el sacerdote y sus asistentes con bozal para dar la comunión y la separación de fieles en los bancos de los templos?
• ¿Por qué razón, durante las retransmisiones diarias de misas vía YouTube y vía TV, en la iglesia doméstica de mi hogar no hay distancias de seguridad ni bozales en las caras como en los templos?
• ¿Por qué razón ningún obispo pontifica con autoridad magisterial?
• ¿Por qué no hablan? ¿Por qué se callan?
• ¿La obediencia cristiana consiste en callar y aceptar por vía de hecho lo que no está contemplado en Sagrada Liturgia?
• ¿Por qué razón en las retransmisiones televisivas y YouTube de misas no se recogen imágenes de los pueblos de Dios congregados?
• ¿Es quijotesco mantener la fidelidad litúrgica de asistencia televisiva y YouTube a misa pasando olímpicamente de acceder físicamente, por ahora, a todo templo habido y por haber?
• ¿Qué actitud es la preferible: la mía o la de mis pastores obispos, curas y frailes?
• ¿Quién tiene visión pastoral?
• ¿Son factibles las misas de campamento en el salón comedor de mi hogar?

¿Hago más preguntas? No. Por ahora éstas son suficientes. Mi confinamiento es cristiano. Y esto es lo que cuenta ante Dios y ante los hombres. Si es preciso esgrimiré bandera solitaria de militancia cristiana solidaria en confinamiento. ¡No como una alternativa sino como el ejemplo preferente a seguir!