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Las cápsulas del monje para enclaustrados (15)

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«El silencio reinante no era un vacío, sino un rumor profundo. Los volúmenes de la linterna barroca de la sacristía, con las curvas de violín de los ángulos, y el cimborrio de sobria elegancia ostentando los calados de sus ventanas, manifestaban con su simple existir el valor de lo perenne. Si, como quería Walter Pater, la arquitectura es una música petrificada, aquel conjunto era un acorde de volúmenes y formas quietas en silencio, transfigurado por la grandeza del momento.»
¿Sabemos mirar? Fíjense en lo que ha visto el monje en un rato, quieto, contemplando algo, lo mismo -¿lo mismo?-, después de 40 años en el Monasterio.
Miren por la ventana en paz durante todo el tiempo que puedan: mirar es escuchar una Presencia.

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