Tomo prestado el título de una canción de película de 1969 denominada La vida sigue igual. Quien quiere vivirla, vive su propia vida. Aunque a veces con una fijación normativa en vidas ajenas concretas o idealizadas, tanto de presente como de pasado. La de los santos es punto y aparte. Han tenido lugar unas elecciones de ámbito autonómico catalán. Ahora toca el trapicheo (por decirlo de algún modo) de las formaciones políticas con escaños. En todo comicio del ámbito que sea siempre pasa esto. Pues toca constituir el ejecutivo pertinente, el legislativo subordinado y el judicial a remolque de los dos.
“Yo quiero esto” “Si tú me das en esto yo te cedo en aquello” “Si tú quieres esto, yo te apoyo si tú me apoyas” y así cantidad de frases. Al menos son las retahílas televisivas de los “entendidos” en cantidad de programas. Es el papel del contertulio. Eso sí, toda formación o agrupación manifiesta felicidad, aunque tenga mucha insatisfacción. El periodista informante lo sabe todo. Concluye en algo. Un algo que hoy es blanco de primera página, aunque mañana sea gris, rojo o negro de última página.
El informado de a pie, como Vd. y yo, ¿realmente resulta informado? Ni Vd. ni yo tenemos idea del qué. Sabemos, eso sí, la posición de antemano en muchos asuntos por parte del líder político. Posiciones que cambian algo en base a posteriores pactos reales. Posiciones que no cambian en nada en todo aquello dimanante del propio sustrato ideológico. Posiciones que cambian mucho cuando el sustrato ideológico es una bandera de enganche que se exhibe para captar adhesiones y votos.
Con facilidad, al contemplar esto en todas partes, uno le coge aversión a la política y a los políticos. No por esto uno deja de votar cuando toca hacerlo. El domingo fui puntual en el colegio electoral a primera hora. Antes de ir a misa para poderme centrar en el día del Señor. ¡Obras son amores y no buenas razones! Cuando se tiene claro esto… ¡la vida sigue igual!
